Crecer en tiempos de crisis: la empresa donde no se tira nada
Ingam fue fundada en el año 2000 y encontró en el reciclaje un modelo de negocios adaptado a la realidad de un futuro impensado en ese entonces.
Cuando la economía argentina empezaba un largo declive financiero que terminaría con la salida del presidente Fernando De la Rúa, en un rincón del Parque Industrial Hugo Magni decidía empezar de cero montando una planta autosustentable. Hoy ya lleva 17 años en el mercado de la industria plástica y lo que empezó siendo un pequeño emprendimiento, con una máquina para moler este tipo de material, terminó convirtiéndose en una empresa única en el interior del país.
"La verdad, comencé porque un amigo me dijo que con este trabajo iba a ganar por cada mil kilos, mil dólares", señala como al pasar Hugo en su oficina.
La nota incluye un tour direccionado por el propietario que comentó una a una las virtudes del negocio que construyó con "mucho esfuerzo".
Sin embargo, lo que empezó como una conveniencia económica terminó cambiando sus propios valores y conciencia. Hoy Magni comprende la importancia del reciclaje y de trabajar por tener un medio ambiente con menos desechos.
Según explica, su filosofía es "acá no se tira nada". Y eso se nota en cada rincón de la fábrica donde se observan cajones, tapas de botellas, bidones, baldes, que luego de ser molidos se convierten en otro producto.
El tour
El trabajo en Ingam empieza en la parte de atrás, donde llegan todos los materiales que se van a reciclar: "Sólo procesamos plásticos de propileno y polipropileno", comenta el empresario.
En el área de procesamiento está ese molino que empleó con sus primeros clientes, el cual sigue funcionando como la primera vez. Los elementos se transforman en pequeñas partículas milimétricas y acumuladas en bolsas de mil kilos.
"Lo que es negro no puede teñirse de otro color pero el resto sí, le podemos dar la forma y colorarlo de la forma que queramos", cuenta. En el interior, el lugar se divide en la parte de metalúrgica, diseño del producto y depósito donde este último está listos para ser trasladado.
Debajo de una planta
En el 2000, cuando Hugo empezó el negocio se radicó en el Parque Industrial y nunca más se fue de ese lugar que le abrió las puertas en un sector del mercado poco conocido y "poco explorado" en el interior del país.
Sin muchos recursos y con una vida cuyo pasado se encontraba en el sector de la construcción emprendió una nueva fábrica. La maquinaria no abundaba y los tiempos económicos tampoco ayudaban. "Empecé con un molinito que procesaba 600 kilos por día. Al mismo tiempo las empresas de gaseosas líderes en el mercado pasaban por un período de transformación y cambio, estaban reemplazando las botellas de vidrio por las de plástico", describe animadamente Magni.
Su primer encargo llegó de la mano de SanCor (Sunchales): "Yo molía 600 kilos - el máximo de aquel primer molino que tuvo - y ellos tiraban dos mil por día". El proceso de molienda entonces fue modificado: "Copié un modelo de una máquina y con un amigo la construimos debajo de una planta. En tres semanas pudimos armar un molino que multiplicaba la producción", afirma.
Así fue como de los 600 kilos pasó a moler hasta tres millones para fábricas como SanCor, Pepsi, Coca Cola. Pero tampoco dejan de trabajar con materiales recopilados a menor escala como tapas de gaseosa y bidones, donde resalta el procesamiento de las tapas para el Hospital Garrahan.
La producción incluye bandejas para quesos de diferentes
tipos, carretillas donde no solo el chasis sino también las ruedas y empuñadoras
se realizan con material reciclable, entre otras cosas
El primer producto
Con tanto material molido alguien tenía que darle un destino y ahí estuvo Magni para seguir engrosando las tareas de su empresa. "Diseñé el molde de los baldes de mezcla y empezamos a fabricarlos de plástico y con material reciclado", explica.
Así que estuvo en la cabeza de este hombre la idea de inundar el mercado con una nueva idea más económica y liviana. "Uno siempre empieza con los plásticos haciendo baldes, después hicimos la carretilla y hoy tenemos un catálogo de 70 productos", enfatiza.
La producción incluye bandejas para quesos de diferentes tipos, carretillas donde no solo el chasis sino también las ruedas y empuñadoras se realizan con material reciclable. También hay gaveteros y una línea de mobiliarios que incluso son utilizados en su propia fábrica. Esto comprende sillas, banquetas, tándem de sillones y también los individuales, regatones y mesas.
Tiempos difíciles
Ingam bien podría tener unas 50 personas trabajando, producción hay y material sobra. Sin embargo "hoy son seis personas", también consecuencia de "un proceso de tecnificación que atravesaron recientemente" explicó su propietario.
"Hoy estamos trabajando al 30%, este proceso empezó hace dos años aproximadamente. Porque la economía todavía no termina de mejorar", aclara Hugo.
El optimismo y el ingenio fueron aliados de este hombre que creó una empresa en un sector del que poco conocía hace 17 años, pero en el que hoy se desenvuelve como pocos.
Sus productos son una alternativa en un mercado impregnado de las prácticas y políticas ecológicas y que apuntan al reciclaje como una herramienta esencial para mejorar las condiciones de sustentabilidad en el mundo. Hugo, fue un adelantado a estos tiempos vertiginosos que corren.