Coronavirus: ¿cómo es vivir en cuarentena en San Francisco?
Aunque sin síntomas, una pareja de recién casados que arribó de una luna de miel por Asia está obligada a guardar un período de aislamiento preventivo que incluye licencia laboral, cambio de rutinas y la imposibilidad de contacto con los demás.
La primera pregunta es obligada: ¿cómo se encuentran? "Nos encontramos muy bien, no hemos desarrollado ningún síntoma". Abigail Peludé, de 25 años y Mauricio Marzón, de 35, se casaron el pasado 15 de febrero y al día siguiente iniciaron su viaje de luna de miel de 20 días que incluyó la visita de países del sudeste asiático, entre otros destinos exóticos del continente que junto a Europa está paralizado por la expansión del coronavirus.
Regresaron a San Francisco y el inicio de la convivencia matrimonial en su casa de un barrio residencial se coinvirtió en un aislamiento preventivo que dura dos semanas.
Como es obvio, necesitan comida, mucha, preferiblemente alimentos no perecederos. De acercárselos se encargan sus familiares, pero evitando cualquier contacto directo.
Ambos debieron tomar licencias laborales excepcionales que no afectan la normal percepción del salario, así se los comunicaron las empresas para las que trabajan.
"Nos tomaban la temperatura al ingresar a un shopping o aeropuerto"
Cuarenta y ocho horas después del casamiento, el flamante matrimonio partió con destino a Tailandia donde permanecieron por diez días recorriendo distintos lugares. De allí se trasladaron a Malasia y Singapur, este último considerado como uno de los sitios de mayor proliferación del virus.
Al llegar allí, Abigail reconoció que si bien "teníamos bastante miedo" por alguna posibilidad de contagio, finalmente "utilizamos barbijos cuando estábamos en aeropuertos y subtes. Después hicimos vida normal, estuvimos en parques, paseos y excursiones".
Mauricio contó que "si bien se usaba barbijo" en cada uno de los sitios que visitaron, también reconoció que "la mayor psicosis" sobre el coronavirus la observaron cuando arribaron a la Argentina.
Entre las medidas de seguridad que debieron sortear en lugares públicos dijeron a LA VOZ DE SAN JUSTO que "fueron sencillas" ya que "nos tomaban la temperatura al ingresar a un shopping o aeropuerto".
Abigail recordó que para realizar este procedimiento "se aplica mucha tecnología. Los agentes se ubicaban alejados de las personas y desde allí utilizaban un láser sobre la frente con el cual te medían la temperatura corporal. Más allá de eso no pasaba otra cosa. Si no tenías fiebre, se hacía vida normal".
La fiebre, una preocupación
Al visitar Bangkok "allí sí utilizamos un poco más los barbijos porque es una ciudad que está muy contaminada", mientras que la contracara de esta situación la notaron en su visita a las Islas Phi Phi, en Tailandia. "Si bien es un lugar muy turístico, no había nadie con barbijo. Solo se utilizaban en el ferry donde antes de subir había personas que medían la fiebre a todos".
El único temor que tenían en todo el trayecto, según explicó Mauricio, era que "en algún momento, y como consecuencia de alguna insolación, llegáramos a tener fiebre. Eso seguro nos iba a impedir continuar el viaje, pero afortunadamente nada de eso ocurrió".
Tomaron 13 vuelos en 20 días
Durante los 20 días que duró su luna de miel, Abigail y Mauricio realizaron trece vuelos por Asia.
"No teníamos miedo en absoluto", expresaron, aunque "todo venía muy bien hasta que hicimos el vuelo entre Qatar a San Pablo (Brasil). Al estar en el aeropuerto de Doha nos encontramos con una gran cantidad de personas de origen asiático, muchos estaban con barbijo e inclusive nosotros. Al llegar a San Pablo paramos por 90 minutos para que suba más gente y luego llegamos a Ezeiza. Una vez en Buenos Aires nos informaron que iba a subir un médico a revisarnos aunque eso solo ocurrió con dos pasajeros que tenían algunos síntomas y que finalmente fueron aislados por prevención".
Igualmente ambos, como el resto del pasaje, debieron completar una planilla con sus datos personales, qué países visitaron y durante cuántos días viajaron así como también consignar si presentaban algún síntoma como fiebre, tos, etc".
La oficina en casa
Mauricio trabaja en la sucursal San Francisco de Banco Patagonia. Desde allí el pasado viernes recibió un mail en el cual todos los empleados que habían viajado al exterior debían informar en qué países habían estado y les otorgaban una licencia especial de 14 días, que termina el próximo lunes 23 de marzo.
"Mi jefe me llamó el domingo y me dijo que me quedara en casa haciendo la cuarentena para prevenir", indicó el joven.
Abigail trabaja en Garantizar, una sociedad recíproca de garantías. En su caso, comentó que este lunes "me avisaron desde Recursos Humanos que tenía que permanecer 14 días en cuarentena en mi domicilio al igual que todas aquellas personas que provenían de países donde se había detectado casos de coronavirus".
Para ponerle un poco de humor a la situación, que la tomaron con bastante naturalidad, explicaban entre risas que "ni nuestros familiares quieren venir a visitarnos".
La medida de cuarentena implica que no pueden abandonar su domicilio. Por eso, para comprar alimentos y otras necesidades de la vida cotidiana, el matrimonio cuenta con la colaboración de la madre de Mauricio.
"Mi suegra viene todos los días con mercaderías que nos trae hasta casa aunque no tiene contacto con nosotros", aclaró Abigail.
"Nos encontramos muy bien, no hemos desarrollado ningún tipo de síntomas de la enfermedad", aseguraron los dos mientras hacían un recreo frente a la computadora en sus obligaciones laborales que por ahora cumplen desde su casa.
La convivencia
En las noticias trascendió que en algunas ciudades chinas un inesperado efecto colateral del coronavirus fue una "epidemia" inesperada de divorcios al levantarse la cuarentena, tras haber compartido las 24 horas durante días hizo los que hizo quizá, aflorar las diferencias.
Parece que este no será el caso de Abigail y Mauricio. "Si pasamos bien estos 15 días viviendo juntos las 24 horas del día es una buena señal de que todo va a ir bien en el futuro", confiaron optimistas y enamorados los recién casados que comenzaron la convivencia matrimonial de una forman "diferente" a la que pensaban a causa de la cuarentena forzosa.