San Francisco
Condenaron a los tres acusados del homicidio de Mateo Gallegos
Alexis Artaza y Damián Quiroga recibieron sentencias de 17 años de prisión mientras que Sebastián Battán fue condenado a 9 años. La fiscalía había solicitado penas más duras.
Este miércoles, el juicio con jurados populares por el homicidio de Mateo Andrés Gallegos, ocurrido el 3 de julio de 2022 en barrio Parque, llegó a su fin. La sentencia se dio a conocer pasadas las 21 y condenó a los tres imputados por su participación en la planificación y ejecución del asesinato del joven de 20 años, quien fue ultimado en las cercanías del bar "Los colombianos", ubicado entre las calles Dante Agodino y Chaco, en San Francisco.
Los acusados, Alexis Alejandro “Chulo” Artaza y Damián Javier Quiroga, fueron condenados por unanimidad a 17 años de prisión. Quiroga fue hallado culpable como autor de homicidio calificado y agravado por el uso de arma, mientras que Artaza fue condenado como instigador del mismo delito. En tanto, Sebastián Alberto Battán recibió una pena de 9 años de cárcel como partícipe secundario en el crimen.
La fiscalía había solicitado penas más severas. En su alegato, había requerido que Quiroga y Artaza fueran condenados a prisión perpetua como coautores de homicidio calificado, considerando que el crimen se había ejecutado con alevosía, premeditación y agravado por el uso de arma. Asimismo, había solicitado 11 años de prisión para Battán. La querella coincidió con los pedidos de la fiscalía. El 28 de noviembre se conocerán los fundamentos de la sentencia.
Para la acusación, una deuda desembocó en la tragedia
La fiscal de Cámara, Consuelo Aliaga, detalló durante el juicio que existía una relación previa entre Gallegos, Quiroga y Artaza, marcada por una disputa vinculada a una deuda de dinero. Según Aliaga, este conflicto fue el que desencadenó la fatal confrontación. "A Mateo lo tenían señalado", afirmó la fiscal, haciendo referencia a amenazas previas contra la víctima por parte del "clan Artaza", quienes le reclamaban el pago de una deuda vinculada a actividades ilícitas, entre ellas, el narcotráfico.
Aliaga también destacó que la autopsia reveló que Gallegos recibió dos disparos en la cabeza, realizados con un arma de calibre 40, de atrás hacia adelante. Además, señaló que Quiroga había reconocido ser el autor material de los disparos, aunque intentó justificar su acción alegando legítima defensa. Sostuvo que Quiroga actuó por orden de Artaza. Que Quiroga era “perro” (que en la jerga delictiva significa 'trabaja para…') de Artaza.
Por su parte, el defensor oficial Lucio Sarnago, en representación de la familia de la víctima, en su alegato hizo hincapié en que Mateo esa madrugada “no tenía un arma”; aunque varios testigos declararon que había hecho ademanes, nunca mencionaron que había sacado a relucir un arma de fuego.
La querella también se refirió a las amenazas que la familia de Gallegos recibía de “los Artaza”, al punto que en una oportunidad, los padres de la víctima, sabiendo que “le habían puesto precio” a la cabeza de su hijo, les ofrecieron pagar la deuda en cuotas, a lo que los Artaza habrían contestado: “La de deuda es de Mateo, no de su familia”. Además, Sarnago dijo que Quiroga era “fiel” a Artaza, que según declararon testigos, “hacía lo que él le pedía”.
La defensa alegó contradicciones y ausencia de premeditación
Los abogados defensores de los imputados argumentaron que no existió un plan previo para matar a Gallegos y que, por lo tanto, no se cumplían los requisitos de alevosía y premeditación que planteó la fiscalía. Según la defensa de Quiroga, este había actuado en un contexto de provocación por parte de la víctima. El abogado también trazó dudas sobre si Gallegos estaba armado o no.
El abogado defensor de Battán insistió en su inocencia, alegando la falta de pruebas que involucren a su cliente en el crimen, ya que solo estuvo presente en el bar esa noche, sin estar armado ni participar en el asesinato (algunos testigos dijeron que Battán tenía un arma).
En cuanto a Artaza, su defensa, liderada por el reconocido penalista cordobés Carlos Hairabedian, cargó contra la acusación, cuestionando las pruebas y las contradicciones en las declaraciones de los testigos. Hairabedian argumentó que no existían certezas sobre la participación de Artaza en el crimen y sugirió que el juicio había sido influenciado por prejuicios relacionados con su apellido, dado que varios miembros de su familia tienen antecedentes penales. "No hay certezas, y si el encuentro en ese bar fue casual, entonces no hay premeditación", señaló el defensor.
Las últimas palabras de los acusados
Al final del juicio, los tres imputados tuvieron la oportunidad de expresar sus últimas palabras antes de la sentencia. Alexis Artaza negó las acusaciones, afirmando: "Yo no maté a nadie; quise separar una pelea y me metí en un problema", refiriéndose a la discusión entre Gallegos y Quiroga en el bar.
Damián Quiroga, visiblemente quebrado, pidió perdón a la familia de Mateo y asumió su responsabilidad. "No pensé lo que hacía. Estaba drogado y ciego", dijo, y agregó: "Nadie me obligó a matar a nadie. Yo tenía problemas previos con Mateo". A su turno, Sebastián Battán se declaró inocente: "No soy 'perro' de nadie. No soy un asesino", expresó.
La madre de la víctima: “Mateo no merecía morir así”
La madre de Mateo Gallegos, Leticia Mansilla, quien también había declarado como testigo en el juicio, brindó un testimonio conmovedor. En su intervención final, resaltó el sufrimiento personal y el contexto familiar detrás de la tragedia: "Nadie me va a devolver a mi hijo. Nosotros vamos a dormir tranquilos, pero tristes. Mateo no era un santo, pero no merecía morir así", expresó con lágrimas en los ojos.
Mansilla también recordó las amenazas que su familia había recibido de parte de los Artaza antes y después del homicidio, en relación con la deuda de su hijo. "Si quieren tomar represalias, háganlo conmigo, pero no se metan con mis hijos", agregó, visiblemente afectada.
El caso de Mateo Gallegos pone en evidencia el devastador impacto de las drogas y la delincuencia en las comunidades, como también el doloroso calvario que enfrentan muchas familias. El asesinato de Mateo es un trágico ejemplo del estrago que el narcotráfico y las disputas relacionadas con el mismo causan en las vidas de los jóvenes y sus familias.