Rally
Como Sarmiento, no faltó nunca
Eduardo Maggi participó de las 25 ediciones del Rally de San Francisco, real mérito de un apasionado de la especialidad.
Todavía están frescas las imágenes del Rally de San Francisco que volvió a levantar un polvaderal entre el griterío y entusiasmo de una multitud que acompañó a la vera del camino generando una atmósfera única. Ecos de una impecable organización y qué decir del centenar de binomios que entregaron todo para coronar el éxito de este evento deportivo, verdadero patrimonio de la ciudad.
Pilotos y navegantes que apostaron a llegar a la meta, unos para vivir la experiencia, otros para sumar puntaje en el campeonato cordobés de la especialidad y mejor aún, poder hacer podio. Celebraciones variadas a la que él sumó la suya, que para muchos pasó inadvertida, casi en silencio, obedeciendo quizás a su bajo perfil, pero que sin dudas se tradujo en un momento importante en su trayectoria automovilística.
Es que Eduardo Maggi, acompañando a Carlos -el menor de sus hermanos- en la clase RC2S, dijo presente una vez más para sellar su asistencia perfecta en la competencia sanfrancisqueña al cabo de sus 25 ediciones, seguramente por esa pasión que le despierta el automovilismo, un sentimiento compartido en esa familia que es sinónimo de rally.
“Hace de 1993 que corremos el Rally de San Francisco, algunas veces de piloto, las menos, y de navegante. Siempre corriendo con mis hermanos, antes lo hice con Gustavo el más grande, después con Rubén y ahora con Carlitos, el más chico” contó el ocupante de la butaca derecha.
“Si bien sabía que era mi vigésimo quinto rally de San Francisco lo tomé con calma, eso sí, yendo siempre rápido”, confesó quien en aquella primera carrera fue navegante de su hermano mayor Gustavo a bordo del Fiat 147 1.1 en la clase 1.
Una participación que se hizo una sana costumbre, que incluso trasciende lo netamente deportivo y se asocia más a lo afectivo.
“Correr en la ciudad me despierta un sentimiento muy especial, es que acá están todos los que te conocen, la familia, los amigos”.
“Siempre hicimos cualquier cosa por estar, si en algunos años dejaba de ordeñar en el tambo para poder correr, y después volvíamos al campo para seguir con nuestras tareas con las vacas, tenía 25 años ahora no lo hago ni loco”, rememoró entre risas.
“Este año estuvimos bien, pudimos haber salido segundos, pero si arriesgábamos corríamos el riesgo de romper”, analizó sobre el tercer puesto alcanzado en la clase RC2S y sexto en el clasificador general con el VW Gol- Sport.
Acerca de su pericia como navegante, comentó: “Acá son caminos sencillos dentro de todo, nos acordamos, además por ahí no me escuchan del otro lado (bromeó), pero la verdad conocemos los tramos de haberlos recorrido tantas veces, por ahí te confunden con el trayecto, pero nos arreglamos”.
“Además como hermanos nos entendemos, aunque también peleamos, pero la llevamos bien. También hay que decir que ya estamos viejos, si Carlitos que es el más chico está en los 47, y cuesta la vista”.
“En ese sentido veníamos a 190 km. y no ves más nada, en realidad la carrera es muy rápida y peligrosa, te digo que no veíamos la hora de que termine la parte rápida porque con estos autos venimos en el aire, y los caminos por ahí están medios feos”, se sinceró.
Un largo camino recorrido en la prueba local, qué al mirar atrás, los recuerdos se escaparon del ayer.
“Todas las ediciones tuvieron su sabor, pero lógicamente las que más me acuerdo son la que ganamos con Carlos en 2012 (Mitsubishi- N4B) y 2013 (Mitsubishi Lancer- NB), porque después tuvimos experiencias con el R-18, con el Fiat 147, y fue difícil de aguantar”.
Volviendo a la actualidad y mirando hacia el horizonte, señaló: “Ahora estamos viendo la posibilidad de ir a Bell Ville y Laguna Larga, las dos fechas que quedan. Corremos las del llano porque nos salen más fáciles, en las sierras nos hacen más diferencia, conocen mucho los tramos de la montaña porque los otros pilotos van todos los fines de semana, si hasta con un Fiat 600 te ganan, conocen todo allá”.
En el final de la amena charla, reflejando su bonhomía de persona, señaló: “Quiero agradecer a mi hermano que confía en mí todavía porque hay muy buenos navegantes que podrían llevar y seguro andaría mejor todavía, a mi vieja Tere y bueno, mi viejo Rubén que falleció y siempre nos acompaña desde el cielo, al equipo Schroeder de Villa Allende que nos hizo la asistencia en esta carrera y nos ayudaron, también a nuestros amigos Coki, Claudio, Gera y Juampi mi sobrino”, cerró.
Si bien no hubo festejo por la especial celebración, una suerte de bodas de plata, el real mérito de no haber fallado a ninguna de las 25 citas del rally sanfranciqueño, ameritaba un reconocimiento, sí, porque en rigor de verdad, como Sarmiento no faltó nunca.