Clima descomprimido, nuevo camino
Alivio dulce alivio. Un simple triunfo, parece haber despejado la tormenta. La Argentina encontró momentáneamente la calma y ya planifica su nuevo objetivo en paz. Desde Moscú, analizamos esta realidad "celeste y blanca".
Por Luciano Olivero
No será como la canción de "Los Beatles" con su clásico "Back in Urss" pero a esta altura de los acontecimientos, Moscú no deja de ser nuestro hogar-dulce-hogar, ya que una vez que comenzó esta dura etapa de viajes en tren por todo el país, la capital, que nos acobijó sin movernos durante la primera semana, se hace extrañar.
Para nosotros, la clasificación a octavos de final de la Selección Argentina representó regresar a Moscú, hacer base solo por 48 horas y volver al tren para dirigirnos a Kazán, la zona musulmana de Rusia, para estar presentes en el partido ante Francia por los octavos de final.
Si para LA VOZ DE SAN JUSTO y AM 1050 el panorama parece claro, más claro parece tenerlo el seleccionado, que no va en tren, sino en avión y parece no necesitar más nada alrededor, ya que vive hora de impulsos anímicos, como el caso de Marcos Rojo, motivado por su gol agónico, ante Nigeria, o Gonzalo Higuaín, respaldado por 45 mil personas en San Petersburgo.
El equipo argentino, pero también la mayoría de los hinchas y los periodistas que deambulan por Rusia, sentimos que se ha caído de la espalda una mochila de veinte kilos y que si bien perder en octavos contra Francia será un dolor inmenso, no se asemeja con el golpe que hubiese causado la eliminación en primera fase ante Nigeria.
Esto, no significa que el equipo argentino piense en perder. Lo dijo Jorge Sampaoli en la última conferencia de prensa: restan cuatro finales, y la primera es Francia, con todo su potencial, con jugadores de primera clase en todas sus líneas, desde Samuel Umtiti, compañero de Lionel Messi en el Barcelona, en la defensa, o Paul Pogba como creativo en el medio, como Antoine Griezmann o Kylian Mbappé en el ataque.
Pero también es cierto que para la selección francesa no es lo mismo pensar, como ocurrió hasta el minuto 85 del martes pasado, que debía enfrentar a Nigeria en Kazán por los octavos de final que tener que hacerlo con una camiseta mucho más pesada enfrente como la argentina, con estrellas en los principales equipos del mundo y con Messi, el mejor jugador del planeta, pateando en contra.
Otras certezas que tiene la selección argentina, que venció a la francesa las dos veces que se enfrentaron en Mundiales (1-0 en 1930 con un gol de Luis Monti a 9 minutos del final, y 2-1 en 1978, con goles de Leopoldo Luque y Daniel Passarella de penal), es que si pasa a Francia, la esperaría el ganador del partido entre Uruguay y Portugal, y en Nizhny Novgorod, que entonces podría ser escenario del soñado enfrentamiento entre Messi y Cristiano Ronaldo, o bien el del Clásico del Río de la Plata.
También sabe ya la Selección Argentina que no podrá haber una final ante Brasil, porque de enfrentarse sería una instancia antes, en semifinales y en San Petersburgo. Y que tampoco podrá definir la Copa del Mundo ni ante Alemania (eliminada), ni ante Italia (que no se clasificó para el Mundial) y que entonces sólo podría tener dos campeones del mundo enfrente: España o Inglaterra.
Es decir que el camino argentino a la final es un camino esencialmente latino, porque así lo indica una llave que trae a Francia, luego a Uruguay o Portugal, y más tarde posiblemente a Brasil y hasta aparece la alternativa de México.
Con estas certezas, la duda pasa ahora por saber si Sampaoli va a continuar con el mismo once que salió a enfrentar a Nigeria o si hará cambios. El resto, es ponerse a tono, recomponerse lo suficiente desde lo físico, no apelar a excentricidades tácticas, tomar los recaudos necesarios y honrar una camiseta tan prestigiosa como la argentina. El clima ya se descomprimió, ahora solo resta caminar este nuevo camino.