Análisis
Atentado contra el primer ministro de Eslovaquia: ¿otro tiempo de sonámbulos?
El intento de asesinato de Robert Fico debería fungir como despertador de una pléyade de líderes políticos que parecen caminar hacia el abismo.
El primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, recibió un disparo y resultó gravemente herido el pasado miércoles. Se trató de un impactante acto de violencia que dejó al líder eslovaco “luchando por su vida” y a su país tambaleándose en medio de una crisis política signada por la polarización extrema.
La víctima de este intento de magnicidio es un político populista que ha tenido ya otros períodos al frente del gobierno de su país. Su trayectoria ha sido muy polémica y en los últimos años sus posturas se han radicalizado, al igual que las de la oposición a su gestión. Por ello, los observadores internacionales coinciden en señalan que el atentado ha puesto de relieve la polarización en Eslovaquia y podría profundizarla. En este contexto, si bien es demasiado pronto para decir cuáles serán las ramificaciones, algunos políticos del gobierno ya dijeron que esto equivale a “una declaración de guerra”.
Este hecho condenable ha producido fuerte impacto en varios otros países europeos. La posibilidad de que la historia se repita y un suceso violento desencadene conflictos internacionales ha sido citada en numerosos análisis políticos y periodísticos por estos días. Por ejemplo, el columnista Guillermo Altares, en El País de Madrid escribió que “muchos horrores del siglo XX empezaron con un magnicidio”: el del archiduque Francisco Fernando, junto a su esposa Sofía el 28 de junio de 1914.
Como se conoce, este episodio se toma como origen de la Primera Guerra Mundial. Al respecto, afirma este periodista que “sin la I Guerra Mundial no se explica el nacimiento del nazismo, ni la II Guerra Mundial, ni seguramente la Revolución rusa y, por lo tanto, el estalinismo”. Y destaca que “sin ser totalmente conscientes de que sus actos iban a encaminar al mundo a la destrucción, los líderes europeos avanzaron con firmeza hacia el abismo. Cuando se dieron cuenta del mecanismo que habían puesto en marcha, era demasiado tarde para pararlo”.
En los últimos dos años, importantes eventos políticos y militares han despertado comparaciones con eventos históricos pasados, especialmente con lo ocurrido hace más de un siglo. Muchos en Europa temen que estos acontecimientos puedan desembocar en un conflicto a gran escala con Rusia, similar al estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914. Existe la preocupación de que un incidente específico, como un asesinato político, pueda desencadenar esta situación, recordando cómo un evento similar desencadenó conflictos en el pasado. Este paralelismo con la historia ha llevado a algunos a reflexionar sobre las similitudes entre la política actual y la época en que los líderes actuaban sin considerar plenamente las consecuencias, como describe el historiador australiano Christopher Clark en su libro "Sonámbulos".
Clark sostiene en esa obra que el estallido de la Primera Guerra Mundial “fue la culminación de una cadena de decisiones tomadas por actores políticos con objetivos deliberados, que eran capaces de una cierta autorreflexión, reconocían una serie de opciones y se formaban los mejores juicios que podían en base a la mejor información que tenían a mano”. Sin embargo, “los protagonistas de 1914 eran como sonámbulos, vigilantes pero ciegos, bien informados y angustiados por los sueños, pero inconscientes ante la realidad del horror que estaban a punto de traer al mundo”.
Ante las semejanzas entre aquella época y la actual, la pregunta del título de esta columna cobra pertinencia. El intento de asesinato del primer ministro de Eslovaquia debería fungir como despertador de una pléyade de líderes políticos que parecen caminar hacia el abismo.