Análisis
Arbolado: un patrimonio valioso
Durante años, San Francisco exhibió un arbolado cuidado y valioso, que fue fruto de admiración por parte del visitante y de respeto por parte del sanfrancisqueño. Esta cualidad ciudadana no puede perderse.
La paisajista Gabriela Ludueña Redner brindó, en una nota reciente publicada en este diario, consideraciones acerca de la importancia de los árboles en la ciudad. Expresó su valoración positiva acerca de las iniciativas que se traducen en la plantación de ejemplares en distintos espacios urbanos. Y destacó la importancia de cuidar el arbolado que ya existe y que forma parte del paisaje ciudadano.
Al respecto, sostuvo que “importa plantar árboles y arbustivas en las ciudades para hacer ciudades más verdes, respetar la biodiversidad, la flora nativa tiene un efecto positivo sobre el ecosistema, atrae la fauna como mariposas, que atraen aves, que son importantes como hábitat para que nidifiquen”. Dijo asimismo que, además de plantar, “hay que cuidar los que ya existen”.
Vale la pena repasar algunos conceptos que se publicaron en la referida nota y señalan cómo el árbol ha acompañado al hombre a lo largo de la historia. Se publicó que su presencia se remonta a tiempos lejanos “desde los egipcios y pasando por los Celtas. En la Edad Media eran fuente de alimento y material de construcción y calefacción. Pero recién en el Renacimiento el árbol pasa a tener también un rol estético y no solo funcional. En la Francia de “los Luises”, el árbol formó parte del trazado de los jardines, reforzó́ la idea del arte topiario y fue un elemento para enmarcar los tan particulares ejes y escalas de los jardines del siglo XVII. Mucho más acá, los árboles llegaron a los laboratorios para lograr nuevos cultivares a partir de la hibridación y mutación genética. Esto permitió lograr características diferenciadas como color del follaje o las flores, e incluso cruzar especies distintas en busca de una particularidad especial”.
A partir de estos conceptos, la reflexión sobre el cuidado del arbolado urbano se impone. San Francisco se ha caracterizado por poseer una malla protectora del ambiente caracterizada por la abundancia en el follaje y la belleza que otorga al paisaje ciudadano. Además, porque son elementos del espacio público atractivos y convocantes. Salvo en algunas calles puntuales donde los desagües impiden su crecimiento, los ejemplares arbóreos se multiplican y son valorados por la población. Entonces, el cuidado de este patrimonio no debería cejar.
El trabajo conjunto entre vecinos y municipio implica afianzar la conciencia de la importancia del arbolado urbano para la vida de nuestra población. Son comprobables los beneficios de la forestación y reforestación en todos los sectores, así como la existencia de amplios espacios verdes, verdaderos pulmones urbanos, que nos permitan seguir respirando aire puro. En este contexto, las nuevas barriadas y loteos que están extendiendo los límites de la ciudad también deben contemplar acciones para que el árbol esté presente.
Existe legislación que establece las pautas de manejo de este patrimonio natural. Desde todos los ámbitos se impone una tarea sistemática para profundizar la toma de conciencia acerca de su trascendencia para la vida humana. Porque, durante años, la ciudad exhibió un arbolado cuidado y valioso, que fue fruto de admiración por parte del visitante y de respeto por parte del sanfrancisqueño. Esta cualidad ciudadana no puede perderse.