Entrevista
“Ali”, la prece preferida de la Normal
Alicia Cugno es una de las preceptoras más queridas y recordadas de la Escuela Normal Superior Dr. Nicolás Avellaneda. Ya jubilada nos contó su historia durante los casi 30 años al frente de los cursos y por qué era la preferida de todos.
Por María Laura Ferrero | LVSJ
La Escuela Normal Dr. Nicolás Avellaneda (ENA) hoy sábado 26 de agosto celebra sus 111 años de vida. Esta centenaria institución, formadora de formadores, sigue cumpliendo en la actualidad un rol fundamental en la educación de nuestra ciudad.
Por sus aulas, pasillos y patios se fueron tejiendo historias y vivenciando momentos únicos para las personas que forman parte de la comunidad educativa. También, a través de los años, fueron apareciendo distintos “referentes”, que son parte de las vivencias y los recuerdos de todos los que integran esta apreciada escuela.
Alicia Cugno es una de esas personas. Ella fue preceptora por casi 30 años y supo ganarse un lugar en el corazón de aquellos que compartieron el día a día en la centenaria.
Servicial, buena onda y siempre predispuesta son algunos de los atributos que la caracterizaron en su labor e hicieron que sea recordada como una de las más “queridas” y “preferidas” por todos.
En una entrevista para LA VOZ DE SAN JUSTO, “Ali” -como siempre la llamaron sus alumnos- contó su historia y cuáles fueron los valores que utilizó para lograr el respeto de los alumnos como de los otros integrantes de la comunidad educativa.
“Terminé el secundario en el Colegio Superior San Martín y quería estudiar el profesorado de Educación Física - pero como en ese momento no estaba en la ciudad -, finalmente me incliné por el de Geografía y Ciencias Biológicas”, recordó la entrevistada.
En 1984, Alicia se recibió y comenzó a dar clases. Al poco tiempo, le ofrecieron un cargo de preceptora en el San Martín. “No duré mucho en ese puesto porque en junio de 1989 me surgió otro cargo como preceptora en la Escuela Normal y me fui para allá definitivamente”, comentó.
En ese puesto estuvo casi 30 años. “Me jubilé el 23 de octubre de 2018. Mis primeros cursos a cargo fueron los terceros, después pasé por los primeros y la mayoría del tiempo fui la preceptora de los sextos”, indicó Alicia.
En 1999 recibió otro ofrecimiento de preceptora en el Ipem 145 Dr. Francisco Ravetti, donde desarrolló actividades en la Secretaría. Desde ese momento trabajó doble turno hasta que se retiró. “Muchas veces volvía a mi casa muy cansada por la doble jornada. Pero al día siguiente cuando me ponía a interactuar con los chicos, los profes y mis compañeros se me pasaba y estaba como nueva. Siempre fui así de sacar lo positivo de la gente y de lo que me iba pasando”, afirmó Alicia.
Ponerse la camiseta
Alicia tiene muy buenos recuerdos de cómo fue recibida por sus compañeras de la ENA y que ellas fueron las encargadas de explicarle el funcionamiento de la institución. “El grupo estaba formado por Cristina, Ana, Mirta, Silvia, Ñata y Graciela”, recordó. Y agregó: “Desde el primer día empecé a sentirme parte de la escuela Normal y soy de las que se puso la camiseta”.
Su compromiso con la institución fue siempre tan alto que aseguró que no dudó a la hora de elegirla para educar a sus dos hijos, “Mis chicos vinieron desde el nivel inicial hasta el secundario y ellos también están muy agradecidos de la enseñanza que tuvieron acá”, puntualizó Cugno.
La preceptora señaló que esta escuela es diferente a otras y que a ella siempre le llamó la atención desde la estructura edilicia hasta los momentos que vivió en sus casi 30 años de carrera. “A pesar que lo hacía todos los días, me emocionaba cuando en el izamiento de la bandera cantaba el Aurora con los chicos del curso, cuando en un acto actuaba la Banda Lisa o se cantaba la marcha Nicolás Avellaneda”, dijo Alicia y agregó: “Es algo muy especial lo que te hace sentir ser parte de esta escuela”.
Fomentar la empatía
Se comenta que un año para un acto de fin de curso, los alumnos de toda una división habían elegido solamente a su “Ali”, para que les entregue el certificado de finalización de estudios.
Frente a esta situación, se estableció como “regla” que cada estudiante seleccione a un preceptor y un profesor, para que estos últimos no queden afuera de este significativo momento.
Consultada sobre los motivos de cómo conectaba con los jóvenes, la preceptora afirmó que ella “fomentaba la empatía”. “Me ponía en su lugar y pensaba en lo que ellos querían para conectarme. La mayoría de los chicos necesitaban alguien que los escuche y que estén pendiente de ellos”, dijo la preceptora jubilada.
Alicia aseguró que el preceptor es el “nexo” entre los alumnos, profesores, directivos y padres. “Cuando había un problema con un estudiante, el profesor al primero que llama es al preceptor y si ellos no lo pueden resolver se llama a los directivos y en casos más graves a los padres”, explicó.
“A veces me ponía un poco en el rol de mamá y aconsejaba y los estimulaba. Por ahí, había alguno que necesitaba un empujón para levantar una nota y yo le decía que él iba a poder, que era capaz y que yo confiaba en que lo iba a lograr. Siempre dentro de lo permitido para mi rol, mis limitaciones y sancionando cuando correspondía. Pero en todos los casos respetando y escuchando a todos”, afirmó.
“Creo que cumplí con mi objetivo que era estar con los chicos y los profes y que estos me respeten y quieran. Hoy los veo por la calle y todos me saludan y me agradecen por esos años. Yo a la Normal la llevo en mi corazón”, finalizó.
Anécdotas
Alicia recordó que tiene varias anécdotas compartidas con los chicos, profesores, colegas y directivos. Una que todavía le saca una sonrisa fue la que vivió hace unos años en los últimos meses cuando hacía calor.
“En una época en la escuela había la costumbre que empezaba el calor y se iniciaba la guerra de bombitas de agua entre los cursos. Los preceptores teníamos que estar en el recreo para evitar que se tiren y muchas veces esquivando para tratar que no nos mojen. Una vez, una alumna salió con un balde al pasillo para tirar el agua que había quedado tras las bombuchas y con la mala suerte que justo pasaba la vice directora.
La empapó entera y cuando llegó a la sala de profesores no lo podíamos creer porque ella siempre estaba vestida de punta en blando. Ahora me rio, pero fue una situación muy tensa la que vivimos con esa situación. Ahí no hubo empatía que valga y no la pudimos salvar de la sanción. También, se acabaron las bombitas para ese año”, recordó entre risas.
Deseos para este cumple
“Deseo que la Ena siga formando y cumpliendo la brillante tarea de educar. También pido que nunca se pierda la pasión por la docencia y que prevalezcan los valores y el amor porque con ellos todo siempre es mucho mejor”.