Alfredo Moreda: el vinilo, su religión
DJ de hoy, pero con una música que suena como en los '80. Alfredo Moreda "picha" con discos, selecciona casi artesanalmente las canciones que pone y elige creer que no todo cambió tanto a lo largo de los años.
Por Cecilia Castagno
"¡Mirá todo lo que disfrutamos por nacer en el '71!". Alfredo Moreda puede conseguir en Internet la mayor parte de la música que escucha y toca, pero como muchos de su generación, se convirtió en un adicto a los discos de vinilo, que acumula cual fanático. Sobre todo aquellos de INXS, su banda predilecta.
El origen de su fanatismo e influencia por una de las bandas que marcaron los años ochenta se remonta a temas como "The Original Sin" o "New Sensation"; escuchar por primera vez "su ritmo, las guitarras, sus riff" asegura que le "voló la peluca".
Actualmente, Alfredo es DJ de una de las cervecerías de onda en San Francisco, Lloyd The Bar, y si bien podría decirse que hizo del ocio su profesión, prefiere decir que lo suyo es "compartir el buen gusto por la música", aunque deja claro que ser disc jockey "es mucho más que poner dos canciones, eso lo puede hacer cualquier persona", sino que hay intrusismo detrás de esto.
A sus cincuenta, su trabajo de DJ empezó como pasatiempo hace poco menos de dos años en un "trance" en su vida, cuando se debatía sobre el rumbo a tomar frente al impacto de crisis económica en su tienda de antigüedades -que fue su sustento desde 2018-, las secuelas de la pandemia en las finanzas del negocio y una oportunidad de ya no escuchar vinilos en solitario en casa o en reuniones de amigos.
"La evolución de la música acompañó siempre los momentos de mi vida, sobre todo, con las cosas lindas. Fui y soy feliz. Me di los gustos, viajé, disfruté de grandes recitales, conocí mucho de música. Aprendí mucho leyendo y compartiendo experiencias de este arte. Siempre tuve tiempo para la música", expresó con cierta añoranza por los casetes que le grababa Susana, de la disquería Tokoa, cuando "todas las semanas salía un disco nuevo, de Police hasta Madonna o Elton John".
De coleccionista a DJ
"No soy un acumulador serial, o sí, pero con buen gusto", afirmó sobre esa manía de coleccionar cosas que heredó de su mamá, a quien "le gustaba juntar antigüedades, las lucía, 'charafeaba'". Hay "una historia detrás de cada objeto" que atesora, ahora, en su casa de la zona céntrica de San Francisco, que se parece más a un museo y un templo del vinilo.
En su coleccionismo, otro hobby, la música, siempre ocupó un lugar muy especial. "Me gustan las radios y tocadiscos antiguos", indicó Alfredo quien una vez adquirió un combinado, un viejo equipo de música, y lo subió "tres pisos por escalera" hasta su departamento de estudiante en Córdoba.
"Puedo decir que soy un tipo con suerte, que pude cumplir mis sueños", confesó.
"Solía decir: 'no soy disc-jockey', y un amigo me marcaba: 'pará, sí lo sos'. Y entendí que hay que ponerse la camiseta de lo que uno hace y de lo que uno es. No soy profesional de esto o no puedo compararme con el trabajo que hacen otros colegas, acá y afuera", consideró con humildad.
"Siempre fui un gran observador de lo que hacían los DJ en los boliches. En mi juventud me divertía, conocía el lugar y luego me iba a la cabina del DJ y me quedaba mirando. Crecí viendo cómo pasaban los formatos, del casete al disco y después al CD, y así", recordó entre anécdotas. Y también aquellos días de la infancia en los '70 "tirado en el piso frente al tocadiscos junto a un entrañable amigo mientras en la casa sonaba Abba, Queen o música de película". O ya en la juventud, "escuchar arriba del Ford Falcón y a todo lo que daba a los Beastie Boys. ¡Mirá todo lo que disfrutamos por haber nacido en el 71!", exaltó.
"Trabaja por amor al arte" es una bonita definición del oficio y de la ética, pero no corre mucho para tiempos de bolsillos ajustados. "Poner música surgió, primero, por una necesidad de salir a trabajar en algo después de la pandemia para hacer frente a la crisis y la caída de las ventas en el local de antigüedades. Me encanta, lo disfruto, incluso uso discos que ni recordaba que tenía en mi afán de coleccionista", siguió Moreda.
"Hola señor, puede poner reggaetón?"
¿Hay diferencias generacionales en la música?, le preguntamos a Alfredo y él responde: "No tengo un contacto tan directo con lo que llamaría la primera juventud, me ven un gordito con barba, un Papá Noel poniendo música (larga una risa). Se acercan con timidez y te dicen: 'buenas noches señor, puede poner reggaetón?' y yo les digo: 'y si pudiera... pero uso vinilos y no hay reggaetón en ese formato y si lo hubiera, no lo compraría, porque un éxito dura un mes", reconoció, aunque aclaró que lejos de una mirada xenofóbica del tema, sino por una cuestión de "gusto personal".
"Otra razón por qué no lo haría, es que la idea es mantener un estilo, que para muchos puede ser de buen gusto y para otros no".
"El reggaetón me parece poco cultural. No soy un maestro de la música, pero siento que muchos reggaetoneros le faltan el respeto", disparó tajante, pero deja una puerta abierta: "Quizá no me dediqué a escuchar y entender esa música que está de moda, tal vez cuando lo haga, mi opinión cambie porque entiendo que la música es una transición y habrá lindas historias detrás de esos temas también y de sus cantantes. Respeto a quien la escucha, pero hoy no es la música que elijo para mi trabajo y para mi vida. Hoy los éxitos son efímeros", insistió.
"Con la juventud en particular me pasa que percibo buena onda, que ven que les estás dando algo diferente. Si por ejemplo me contratan para una fiesta y tengo que poner cuarteto, cumbia o cachengue, ok, lo hago, pero explico que grabado, no habrá música en vinilo".
"Con los nuevos géneros musicales siento algo muy personal, como que mi cuerpo y mente lo rechazaran. Me compré un disco de Dua Lipa, pero porque contenía un tema de INXS" (la artista británica utiliza un sampler de la banda australiana cuyo estilo musical fue inicialmente una mezcla de new wave/ska/pop, que luego evolucionó hacia un pub rock más duro con toques de funk y dance).
"Me encanta la música disco, la transición al funky, el paso al hip hop, al trap -continuó Moreda. Disfruto de la evolución de la música. Estoy de acuerdo con todos los estilos, pero no soy el DJ indicado para poner reggaetón".
"El vinilo tiene ese no sé qué", o sí lo sabe
"Poner música en vinilo tiene ese no sé qué -asintió Alfredo-. Detrás de cada disco hay un laburo artesanal que empieza en elegirlo, encontrar la carátula, escucharlo, limpiarlo, ponerlo en punta, etc... Poner las bandejas, sacar la seguridad... no es sencillo poner la púa, que suene bien, que la velocidad del disco sea la correcta, que no toquen la mesa de trabajo porque te salta la púa, un proceso bastante más complejo que estar en una computadora, enchufar cables y apretar un botón y que suene bien".
Basado en su experiencia, relató que "algunos jóvenes se acercan y quieren saber cómo funciona un vinilo, entonces les explico que es un disco plano que va a cierta velocidad, que va por los surcos, avanzando y el surco más grande es el silencio, allí se apoya la púa y arranca el tema; cómo las vibraciones se transforman en sonido y se amplifica con un equipo".
"Poner música en vinilo es casi un arte. Me gusta decirles que esto se usó mucho, que es histórico, que fue la base de muchas cosas y todos, técnicamente hasta profesionalmente, aprendieron del vinilo".
La popularidad del plástico negro, redondo, con un agujerito en el centro, ha resurgido en los últimos años, después de que los CD y las descargas digitales reinaran durante la década de 1990 y principios de la de 2000 y aún hoy ante su majestad Spotify.
El revival del vinilo es otro lujo que Alfredo se da por energía, sonido, autenticidad, parámetros muy valorados por los melómanos. Y también por nostalgia. "Lamentablemente, las crisis económica, nuestra desconexión con tecnología de primera, los altos costos de los equipos y accesorios y muchas otras cosas hacen que sea una formato caro, en cuanto a accesibilidad y espacio físico", manifestó.
El rock y los jóvenes
"El rock sigue siendo la música de jóvenes -sostuvo Alfredo-. El rock es una palabra muy grande, ocupa muchas cosas, después tenés estilos, autores que tomaron distintos caminos y formas, como el trap, la música electrónica, el house...", declara convencido de que "hay que respetar los orígenes y no olvidar de dónde se viene" para entender hacia dónde se va.
Consultado sobre cuál es su mirada sobre el escenario musical en San Francisco y lo que desearía que sucediera, Moreda anhela que "sea el estilo que sea, que hacer y poner música sea libre. "
Y pidió una mayor flexibilidad en la organización de espectáculos, más allá de las iniciativas en espacios públicos. "Hay que dejar crecer a la gente y no poner tantos reparos para pasar música en vivo en locales privados. Entiendo que a partir de la tragedia de Cromañón hubo muchos cambios y bajadas de línea desde los gobiernos, pero los artistas necesitan salir a hacer lo suyo y la gente tiene derecho a disfrutar de su trabajo, de su arte", concluyó.
INXS y la anécdota de una joyita única que se quedó en San Francisco
Hace casi tres décadas, Alfredo Moreda grabó con una camcorder JVC las imágenes inéditas e íntimas de la visita de INXS a Buenos Aires, cuando la banda se alojó en el hotel Sheraton.
Años después, esa grabación se convirtió en una figurita tan difícil que ni el propio Richard Lowenstein la tenía para incluir en su documental "Mystif" (Netflix) sobre la vida de Michael Hutchence, el legendario vocalista de la banda australiana que se suicidó en 1997. Fue así que en abril de 2018, un E-mail en inglés llegó a Moreda: "Quisiéramos usar cualquier metraje de su video pero necesitamos las copias originales para una mejor calidad. Sería maravilloso si pudiera envinármelas". Alfredo no lo pensó mucho, y su amor por INXS fue más fuerte. "¡No iba a darles los originales! Para mí, ese video es un tesoro".