Análisis
Alemania: ejemplo del cambio de época
La configuración de alianzas nuevas, no exentas de contradicciones flagrantes implica un ejercicio de racionalidad y prudencia.
El resultado de las elecciones generales en Alemania, realizadas el pasado 23 de febrero, originó innumerables repercusiones y análisis en la prensa mundial. En la mayoría de los casos, se formulan alertas sobre el avance de la agrupación Alternativa por Alemania, que se radicalizó hacia la extrema derecha, obtuvo el 20% de los sufragios y se ubicó detrás de los conservadores democristianos.
El gran perdedor de las elecciones es, sin duda, el Partido Socialdemócrata (SPD), que desde 2021 lideró la llamada «coalición semáforo», integrada también por el Partido Democrático Libre (FDP) y Los Verdes. Los socialdemócratas alcanzaron apenas 16,4% de los votos, en el que constituye su peor desempeño en la historia de la República Federal Alemana.
Por cierto, no ocurrió el tsunami que esperaba la candidata Alice Weidel, pero ha sido sintomático su avance en el este del país, territorio de la antigua República Democrática Alemana, la porción comunista que se derrumbó con el Muro de Berlín en 1989. AfD ganó en todos los distritos de ese territorio con más del 30% de los votos. Consiguió un apoyo importante tanto entre los jóvenes como entre quienes sufren las consecuencias de una economía tambaleante que ingresó en su tercer año de recesión y una crisis migratoria no exenta de ataques terroristas protagonizados por “lobos solitarios”.
Asimismo, es un fenómeno creciente el debilitamiento de los partidos políticos tradicionales. Es común a muchos países europeos, rige hoy en Estados Unidos y Latinoamérica también lo vive. Sin embargo, Alemania había resistido esas pruebas. Por eso, enciende la preocupación el hecho de que en el país germano haya vuelto a florecer una fuerza política que compartiría algunos principios con la ideología totalitaria que, desde ese país, sembró el odio y la muerte en el sangriento conflicto que significó la Segunda Guerra Mundial.
El clima de época, sin embargo, también sacudió las elecciones alemanas y abrió interrogantes y dudas a quienes intentan vislumbrar el futuro democrático de las naciones. En este sentido, “la famosa estabilidad alemana, sobre la que Angela Merkel basó su reinado de dieciséis años, es ya cosa del pasado: la primera economía del continente, actor importante de la Unión Europea, no ha podido escapar del torbellino que sacude al mundo”, afirmó Le Monde de Paris. El mismo diagnóstico puede hacerse al analizar la realidad política e ideológica de varios otros países del mundo, incluido el nuestro.
Por cierto, lo ocurrido en Alemania se puede vincular con los cambios geopolíticos que presagian el hecho de que el orden multilateral y sus instituciones están en una crisis profunda. La configuración de alianzas nuevas, no exentas de contradicciones flagrantes implica un ejercicio de racionalidad y prudencia, virtudes que parecen escasear en este vertiginoso y turbulento cambio de época en el que surgen temores que provienen del pasado reciente.