Historias de vida
Afrontar el cáncer en las redes sociales: “Somos algo más que un diagnóstico”
Cecilia Arato tiene 36 años y comparte su mensaje positivo de lucha contra el cáncer de ovarios.
Por Stefanía Musso|LVSJ
“Con el tiempo descubrí, que vamos mutando de piel, de hábitos, de personas, de lugares de pensamientos. Nos vamos despojando de todo lo que ya no somos, cerrando ciclos para darle espacio a lo nuevo a la luz, a nuestra verdadera esencia (…) Hoy volví a nacer y a elegirme, en primer lugar”, escribió Cecilia Arato en su cuenta de Facebook quien desde hace tres meses enfrenta el cáncer de ovarios.
Para la mujer, de 36 años de nuestra ciudad, tanto Facebook como Instagram se convirtieron en una herramienta más de sanación de la enfermedad que padece.
Las redes sociales son una explosión de información constante. Muchas veces banal, otras veces de cuestiones superficiales y materiales, pero en otros momentos, puede ser una forma de canalizar un proceso que busca romper con los tabúes y los prejuicios para dejarnos una enseñanza en medio de la vorágine del mundo digital.
Mientras tanto, la joven se aferró a la espiritualidad y este proceso que hoy transita desde lo más íntimo de su ser, acompañada por la ciencia y dejando grandes mensajes que cuidan el alma y alientan a otros en diferentes circunstancias, la lleva a verse más allá de un diagnóstico, como ella dice.
Con su energía puesta en la recuperación y aceptación total de esta trasformación, no da por perdido su anhelo de ser madre y aseguró que la maternidad va a llegar a su vida.
Mostrar y contar
“Es un morir y renacer”, contó Cecilia Arato a LA VOZ DE SAN JUSTO. Con una fuerza espiritual única e inexplicable, la joven acompañante terapéutica afronta la enfermedad de una manera única y lo expresa en las redes sociales.
“Decidí mostrarlo en las redes porque no tengo por qué ocultarlo –dijo-. Nunca permití que el diagnóstico me limite, me robe mis momentos, mi vida. Esto es algo trascendental en mi vida porque esto va a pasar”.
“La gente no entiende cómo yo me tomo la enfermedad porque sé que somos algo más que un diagnóstico. La vida me está dando otra oportunidad y es importante mostrar y romper con el concepto de que el cáncer es muerte. Yo me siento sana y quiero que los otros tomen lo bueno de esto”, contó.
La enfermedad
A fines de abril, principio de mayo, Cecilia detectó una hinchazón en su vientre que la llevó a consultar a los médicos. “En un principio pensé que eran las harinas, pero cada vez estaba más hinchada sin dolor. De hecho, parecía una panza de embarazada de cinco meses. Todos los médicos se aproximaron al diagnóstico, pero con la cantidad de estudios que tenía que hacerme, no caía”.
“Cuando me acerqué al oncólogo, decidí hacer una consulta con un médico ginecólogo especialista en ovarios y allí me dijeron lo que esperaba, que era cáncer de ovarios. Recuerdo que me dijo; ´Ceci, el diagnóstico no es bueno. Tenés cáncer de ovarios y de estadío 3´. Literalmente sentí un peso enorme sobre las piernas, pero, por otro lado, sentí un alivio de saber qué era lo que tenía”, manifestó.
“Pregunté si había posibilidades de ser madre y me dijeron que primero estaba mi vida –añadió-. Eso fue lo que más me costó trabajar porque la enfermedad se llevaba mi ilusión”.
Con este panorama, Cecilia dejó de lado los pensamientos negativos y se volcó a un proceso de sanación y aceptación diferente al pensando, acompañando a la medicina con una fuerza espiritual extraordinaria. A la medicina, Cecilia la acompaña con el reiki, la biodescodificación, constelaciones familiares y energía escalar, entre otras.
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De esta manera, la mujer afrontó la primera cirugía y el proceso hasta hoy. “Me quitaron tres litros y medio de líquido del abdomen, muestras de tejido y del ovario derecho”, dijo.
El paso siguiente fue el encuentro con su oncólogo. “El médico me dijo que era día a día. Que tenía que hacer las tres sesiones de quimioterapia y ver qué iba a ocurrir”.
Con su creencia astrológica, Cecilia se sometió a la primera quimioterapia el día 7 de julio, 7-7 y fue asistida en la habitación número 7 de la clínica donde iba a ser canalizada para su tratamiento. Con los números 7-7-7-, la vibración del 7 simboliza la búsqueda y el liderazgo espiritual, pues se enfoca en la introspección, las emociones, el análisis, la intuición, la reflexión, la planificación y la fe. “Todo tenía que comenzar ese día”, dijo convencida.
Con tres sesiones completadas, Cecilia afrontó otro momento; la caída de su cabello. Afirmó: “Cuando cayó mi cabello, ahí entendí y sentí, que era lo último que debía despojarme, lo último que me aferraba a mi vieja yo, para darle comienzo a esta nuevo renacer o esta nueva versión de mí. Me rapé y sentí que me saqué 80 kilos de peso de encima. Y aunque muchos me miran con lastima, otros celebran mi cambio y si no les digo que esto que estoy atravesando es momentáneo”.
Un deseo latente
“Nunca me asustó la palabra cáncer o quimioterapia porque sé que puedo sobrellevarlo si estoy fuerte física o psicológicamente pero sí la posibilidad de no convertirme en madre que era lo que más deseaba”, expresó Cecilia.
Respecto a la maternidad, Cecilia entendió que era fundamental trabajar su gran anhelo de ser madre. “Siempre pensé para qué y no el por qué. Soy de las que piensa que todo lo que callamos porque la sociedad te educa a satisfacer al otro y a silenciar nuestra voz, es lo que luego el cuerpo muestra como es mi caso”.
“La persona con cáncer es la persona más fuerte porque crea una enfermedad y tiene que trabajar doblemente para sanarse, y muchos pueden pensar que es una locura, pero el cuerpo habló y no lo escuché. En ese momento no supe escuchar a mi cuerpo y hoy que hice una búsqueda personal, me encontré con esto que es sanar mis heridas”, afirmó.
Con esa mirada, Cecilia aseguró que “materno desde distintas formas de mi vida y si realmente tengo que ser mamá, los niños van a llegar a mi vida de la forma que sea”.
Siempre dedicada a la ayuda, en grupos solidarios y en el Club Sportivo Belgrano, hoy es parte del grupo de apoyo de Lalcec. “Mi mensaje va más allá de la enfermedad. Hay que ocuparse de lo que pasa. Hoy me siento una persona empoderada, dueña de mi vida, renaciendo. Somos cuerpo, mente y alma. Si logramos integrarlo, y abrazarlo, entendimos todo”, concluyó.