Análisis
Acapulco no merece ser tierra de nadie
Desde hace mucho tiempo se discute la problemática de la seguridad en este barrio de Josefina. El trágico fin de semana revela que poco se avanzó en las acciones para terminar con flagelo de la violencia, el narcotráfico y los crímenes.
“Es tierra de nadie. Estamos desesperados. Triste, lamentable, horroroso. Estamos absolutamente desamparados. Acá hay gente muy trabajadora y no puede ser que por unos pocos la paguen todos”.
Las frases entrecomilladas se repitieron ayer con frecuencia. Pronunciadas por familiares de las víctimas de los asesinatos ocurridos en barrio Acapulco este fin de semana y expresadas por otras personas en los comentarios de las redes sociales de LA VOZ DE SAN JUSTO, dan cuenta del impacto que recibió toda la comunidad frente a los episodios que se cobraron la vida de dos jóvenes personas.
José Sebastián Ramírez fue baleado en la calle, se lo encontró a la madrugada y falleció horas después en el Hospital J. B. Iturraspe. “Milu” Velázquez, una joven mamá de tres niños, murió desangrada frente a ellos tras recibir un balazo que atravesó la ventana de la vivienda que habitaba.
El espanto en carne viva.
Desde aquella masacre de la familia Paz, los homicidios, el accionar de las bandas de narcotraficantes, los búnkeres de droga, los tiroteos cotidianos, la inacción y hasta complicidad policial en algunos momentos y varios crímenes sin esclarecerse, son variables que desnudan la impunidad con la que se mueven los asesinos y mercaderes de la muerte.
Se trata de una problemática que ha sido objeto de análisis, crónicas, informes y editoriales de este diario a lo largo de los años. Pero el panorama no ha cambiado. Por el contrario: se ha agravado. En febrero de 2018, “cientos de vecinos de barrio Acapulco y otros sectores del conglomerado urbano conformado por Josefina, Frontera y San Francisco padecen a diario situaciones violentas causadas por estas bandas de narcos que se disputan el territorio. La particular situación administrativa que supone la existencia de la frontera interprovincial ha sido, desde siempre, un elemento favorecedor del crecimiento delictivo. Salvo algunas contadas circunstancias en las que se pudo obviar el límite jurisdiccional, la acción de las fuerzas de seguridad se ve restringida. Para peor, el máximo jefe de la policía que debe actuar allí admite las condiciones limitadas del accionar de la fuerza.
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La problemática también implica un desafío mayúsculo para los tres gobiernos municipales y los dos provinciales. Es hora de que se aborde definitivamente un plan de acción conjunto para luchar contra el delito y el narcotráfico”.
En 2022, tras una reunión del Consejo Interprovincial de Seguridad en San Francisco, se afirmó que “genera desasosiego que la jefa de la policía de Santa Fe haya expresado que “el límite geográfico entre ambas provincias es algo que tenemos que analizar para ver la mejor manera de implementar políticas eficaces de control del delito en estas zonas”.
Allá por diciembre 2018 un par de vecinos del barrio Veracruz, pegado a Acapulco partieron a caballo hacia Mercedes, Corrientes, para pedir al Gauchito Gil que proteja a la comunidad de este sector limítrofe de Santa Fe pegado a San Francisco. Lo hicieron sumándose al clamor de los vecinos honestos que desde hace mucho tiempo solo les queda rezar para preservar sus vidas, amenazas por las balaceras.
En aquella ocasión, la jefa comunal de Josefina manifestó que parecía “una tomada de pelo” la actitud del entonces ministro de Seguridad de la vecina provincia: "Estoy recontra molesta, pero no puedo ponerme un chaleco y salir a hacer de policía. La seguridad depende de la Provincia, entonces que se hagan cargo y nos envíen el personal que les pedimos. Ellos sabrán cuántos, pero que lo envíen urgente", reclamó.
El ministro de Seguridad santafesino en aquel tiempo se llamaba Maximiliano Pullaro. Coincidencia: el actual gobernador tiene el mismo nombre.
Acapulco. Otra vez Acapulco. La gente trabajadora y honesta del barrio no merece seguir viviendo esta pesadilla que aterra y estigmatiza.