"El precio de la hacienda se desmoronó, pero en las góndolas no se refleja"
Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina, señaló que el productor "no es formador de precios, sino que el aumento es responsabilidad de otros protagonistas".
La pandemia del Covid mostró su peor cara en el mes que pasó. Los 30 días de junio de 2021 serán difíciles de olvidar, tanto en San Francisco como en la provincia y el país. Los números de contagios y fallecimientos crecieron sustancialmente, las restricciones no bastaron para atenuar la tragedia que se cernió y el saldo es demasiado doloroso.
No hace falta ser un experto en estadísticas para concluir la gravedad de la situación generada por la curva del coronavirus en este mes que pasó. El número de muertos en Córdoba superó los 1.400. Bastante más que los fallecidos registrados en octubre del año pasado cuando se produjo el pico de la primera ola de la pandemia. Lo mismo ha sucedido en todas las jurisdicciones y a nivel nacional. Esta segunda versión alcista de la curva del virus dejó un saldo tan triste que obliga a la reflexión, a la empatía y la convicción de que se está luchando de manera desigual contra un enemigo poderoso.
Es verdad que los desatinos en materia de decisiones políticas hicieron lo suyo para que la Argentina esté considerada como una de las naciones en las que peor se ha administrado la crisis. Y que determinadas actitudes de los gobernantes mantienen esa ridícula intención de evitar los costos políticos y privilegiar miradas ideológicas o partidarias por encima del interés general. Es cierto también que -pese al incremento de las últimas semanas- la estrategia de vacunación no ha sido la mejor. Y que la anomia social y la debacle educativa y cultural se han intensificado hasta puntos de los que será difícil retornar.
Convendría, en este contexto doloroso, una pausa para la reflexión. Para evocar a quienes han perdido la vida por el virus. No con un homenaje con escenografía y estética copiadas de similares actos realizados en otras partes del mundo, como ocurrió con el realizado en Buenos Aires del que participó el presidente y también varios gobernadores. Sí con gestos de empatía y conmiseración que devuelvan algo de la humanidad que, parece, estamos perdiendo.
La periodista cordobesa Norma Morandini escribió que los argentinos estamos demostrando "nuestra falta de rituales compartidos. Un país como el nuestro carga un tiempo oscuro sin tumbas ni cruces y se muestra incapaz de manifestaciones colectivas de contrición, respeto y silencio frente al dolor y las ausencias". Y sentenció: "Los argentinos tenemos demasiados cementerios en nuestras espaldas históricas. Los más recientes del pasado de terror, contaminados por las consignas ideológicas que perpetúan las trincheras sin que podamos reconocernos hijos de la misma tragedia".
Hemos vivido un junio terrible. Los diagnósticos que hacemos a diario, en cualquier situación de la vida cotidiana, en las charlas de café y hasta en los análisis más académicos, demostrarían que, efectivamente, los argentinos nos conocemos. Ojalá la tragedia que compartimos nos obligue a reconocernos como hijos de ella y, a partir de allí, no solo atenuar las curvas, sino, fundamentalmente, revertir la empinada cuesta.