Buenanueva llamó a ser “artesanos de la paz”, como San Francisco de Asís
El obispo dijo que la fiesta patronal "es una invitación a dejarnos ganar por el espíritu franciscano, a ser humildes como lo fue él".
Francisco de Asís es el santo patrono de nuestra ciudad, para la iglesia católica fue siempre una figura de inmensa importancia y lo sigue siendo hoy en la espiritualidad de todos los creyentes.
El obispo diocesano, Sergio Buenanueva, reflexionó junto a LA VOZ DE SAN JUSTO sobre este santo al que calificó como "fuera de serie", como el Cura Brochero. "Parecen inalcanzables, pero tocan el corazón de la gente. Tienen el brillo del Evangelio. Reflejan la luz de Jesús que ilumina y anima el camino, no solo de los cristianos. Francisco es un Hermano universal", dijo.
Buenanueva recordó que durante la novena patronal, se fue desgranando la plegaria "Señor, haz de mí, un instrumento de tu paz".
Inspirada en su enseñanza, "es una invitación a dejarnos ganar por el espíritu franciscano, haciéndonos artesanos de la paz, de la buena convivencia, del cuidado amoroso de los hermanos y de la creación, del acercamiento de los corazones en medio de los conflictos. Es un eco del Evangelio: llegar a ser mansos y humildes como lo fue él, tras las huellas de Jesús".
"¡Cuánto lo necesitamos como comunidad cristiana, como ciudad y como país! -manifestó el obispo- También el mundo, en esta hora difícil, con la amenaza de una escalada de violencia de incalculables consecuencias para todos los pueblos".
"La mansedumbre de Francisco, sin embargo, no es blandura, apocamiento o resignación. Por el contrario, supone grandeza de alma, fortaleza interior y aguerrida paciencia para soportar tiempos recios, como los que se anuncian", finalizó.
Francisco de Asís es un fuera de serie. Cada tanto, la Providencia nos regala santos así. Como él, también nuestro Cura Brochero.
Parecen inalcanzables, pero tocan el corazón de la gente. Tienen el brillo del Evangelio. Reflejan la luz de Jesús que ilumina y anima el camino, no solo de los cristianos. Francisco es un Hermano universal.
Este año, durante la novena patronal, hemos ido desgranando la plegaria "Señor, haz de mí, un instrumento de tu paz".
Inspirada en su enseñanza, es una invitación a dejarnos ganar por el espíritu franciscano, haciéndonos artesanos de la paz, de la buena convivencia, del cuidado amoroso de los hermanos y de la creación, del acercamiento de los corazones en medio de los conflictos. Es un eco del Evangelio: llegar a ser mansos y humildes como lo fue él, tras las huellas de Jesús.
Y ¡cuánto lo necesitamos como comunidad cristiana, como ciudad y como país! También el mundo, en esta hora difícil, con la amenaza de una escalada de violencia de incalculables consecuencias para todos los pueblos.
La mansedumbre de Francisco, sin embargo, no es blandura, apocamiento o resignación. Por el contrario, supone grandeza de alma, fortaleza interior y aguerrida paciencia para soportar tiempos recios, como los que se anuncian.
La paz, que comienza en los corazones, es fruto del trabajo paciente de hombres y mujeres que salen de sí mismos, dejan el bienestar del propio rinconcito, se dejan herir por el sufrimiento de sus hermanos y se animan a involucrarse con el destino de todos.