El reciclado, una cooperativa que transformó el trabajo informal en Arroyito
En el último año, la Cooperativa de Trabajo lograron procesar y vender más de 300 toneladas de residuos urbanos.
En medio de la
crisis sanitaria, el cooperativismo se afianzó como salida laboral. En muchos
pueblos de San Justo, se convirtió en una herramienta clave para trasformar el
trabajo informal.
En Arroyito, el municipio apoyó y contribuyó en la creación de dos cooperativas de trabajo durante la pandemia, una de ellas dedicada a la separación y reciclado de residuos urbanos.
De esta manera, "blanquearon" el empleo de más de siete personas que ingresaban al basural en búsqueda de materiales para su reciclado y venta. Se comercializa cartón, plástico, vidrio, aluminio, cobre, hierro y chatarra en general.
Separación de residuos y la recolección diferenciada.
Hoy, son siete las personas que integran la comisión directiva de esta cooperativa que aguarda por su personería jurídica, pero que ya da sus primeros frutos. En un año lograron procesar y vender más de 300 toneladas de residuos.
El desafío es buscar financiamiento para agregar valor a los materiales reciclados.
"El cooperativismo nos permitió mejorar las condiciones de trabajo"
"Tras la cuarentena estricta del 2020, reabrimos el predio y los puntos verdes. Empezamos con un período de prueba para llegar a la gente que trabajaba allí y conocía la separación de residuos y los proveedores con precios más bajos", explicó Leila Imhof, del área de Energía y Ambiente.
La funcionaria municipal aseguró que "los primeros meses fueron difíciles. Tuvieron que adaptarse al trabajo en equipo, habituarse a un horario, es decir a una manera más organizada de trabajar".
Los materiales llegan al predio del basural para su separación definitiva, prensado y venta.
"Lo que nosotros propusimos es que ya no vendieran más el cartón suelto, sino enfardarlo en el galpón municipal donde está la máquina y así conseguir mejores precios. Antes, los separaban pero trabajaban de manera aislada y no de manera conjunta. Cada uno hacía lo suyo, de manera independiente y recibían lo que el proveedor les pagaba en ese momento", explicó.
"Esto nos permitió avanzar en algo más organizado, ´blanquear´ su trabajo informal y lograr un ritmo de ingresos continuo de dinero para los trabajadores", dijo.
En este sentido comentó que los mismos rondan los 6.000-7.000 por semana, llegando a mensuales de entre 30.000 y 45.000 pesos dependiendo de la actividad y la cantidad de material que separen y enfarden, siendo que todo es por peso.
"El cooperativismo permitió el trabajo conjunto, todos con el mismo fin y mejorarles las condiciones a ellos", destacó Imhof.
El desafío: agregar valor y más mano de obra
Concretado este paso y afianzada la cooperativa, para Imhof ahora el desafío es agregar valor. "Los trabajadores lograron mejoraron mucho la calidad de fardo y están consiguiendo los mejores precios del mercado, ahora están en búsqueda de financiamiento para agregar valor a los materiales", sostuvo.
En este sentido ejemplificó: "en el caso del plástico, molerlo y hacer otro componente".
"Otra de las cosas importantes que se viene es la separación de residuos", anticipó Imhof, algo en lo que estamos empezando a trabajar junto a las empresas y vecinos, que sin dudas va a generar más puestos de trabajo".