¿Un paso hacia la normalidad?
Que la crisis sanitaria termine es un anhelo de todos que no debería ser menoscabado ni utilizado por los intereses electorales. Es de esperar que verdaderamente estemos frente a un primer gran instante en el camino hacia la normalidad.
La ministra de Salud de la Nación y el flamante jefe de Gabinete anunciaron que se liberan la mayoría de las restricciones que aún estaban vigentes por la presencia del coronavirus. Dijeron que, pese a que "la pandemia no terminó", se "levantó la obligatoriedad de usar tapabocas al aire libre, circulando y sin personas alrededor", y se habilitaron reuniones al aire libre sin tope máximo de personas. En tanto, Córdoba, por ahora, no adhirió al criterio nacional.
Asimismo, se autorizó el aforo del 100% en actividades económicas, industriales, comerciales, de servicios, religiosas, culturales, deportivas, recreativas y sociales en lugares cerrados manteniendo las medidas de prevención, tapaboca, distancia y ventilación. También se habilitaron los viajes grupales, la apertura de discotecas, bailes y salones de fiestas para personas con esquema completo de vacunas o PCR negativo, así como la apertura gradual de las fronteras del país. También habrá público en las canchas de fútbol y otros espectáculos masivos. Y la presencialidad plena en las escuelas ya es una realidad.
La reducción de contagios en las últimas semanas y la disponibilidad de las camas críticas parecen certificar que el país estaría volviendo a una normalidad con recaudos que permitiría dejar atrás la interminable sucesión de limitaciones que se viven desde hace más de un año y medio como consecuencia de la irrupción del Covid 19. Al mismo tiempo, no puede dejar de especularse que la adopción de las nuevas normas tendría vinculación directa con el resultado de las primarias del pasado 12 de septiembre.
Que la pandemia no terminó es una realidad incontrastable. A nivel global hoy existen 117 millones de personas infectadas y cerca de 2,6 millones de víctimas fatales, cifras que siguen aumentando día a día. Por lo tanto, la meta de frenar completamente la transmisión del coronavirus parece lejana. En la Argentina, en verdad no ha finalizado: la vacunación no ha alcanzado los estándares de otros países, la inmunidad de rebaño lejos está de producirse y la presencia de la variante Delta sigue siendo una amenaza.
Además, un día antes de las medidas adoptadas por el gobierno nacional, la Organización Panamericana de la Salud abrió su Consejo Directivo con un llamamiento a todos los países del continente americano, el más golpeado por la pandemia de covid-19, a fortalecer sus sistemas de salud para hacer frente a futuras crisis sanitarias. "Les insto a todos a invertir en nuestros sistemas de salud y asegurar rápidamente su transformación para que tengan la capacidad de responder a las necesidades de todas las personas, todos los días y para responder mejor a las pandemias y otros desastres", afirmó la directora de la OPS, Carissa Etienne, en su discurso de apertura. La funcionaria recordó en este sentido que América ha sido el continente más golpeado a nivel global, con 2,16 millones de muertes y 87,6 millones de contagiados.
Volviendo al ámbito nacional, lo más notable es el cambio de aquel discurso paternalista primero y con tintes militaristas luego en el que se imponían las limitaciones. Porque los interrogantes se abren en dos frentes: ¿estamos frente a un paso importante para retornar a una vida más normal? ¿O las medidas son un paso que debieron dar las autoridades porque -precisamente- en las Paso chocaron contra la opinión pública?
Por eso es necesaria una advertencia: que la crisis sanitaria termine es un anhelo de todos que no debería ser menoscabado ni utilizado por los intereses electorales. Es de esperar que verdaderamente estemos frente a un primer gran instante en el camino hacia la normalidad.