Tras los comicios en Estados Unidos
Aun con los antecedentes auspiciosos que se desprenderían de la trayectoria del presidente electo y su conocimiento de América latina, todavía es una incógnita cuál será el modo de relación y sobre qué temas versará la diplomacia con los países de este continente.
El mundo entero estuvo observando con atención el desarrollo de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Es que, más allá de las visiones que se tengan sobre el rol de la potencia del norte en la política y la economía internacionales, las decisiones que se tomen en los países más poderosos influyen en el resto del mundo. Siempre ha sido así. Quizás ahora de modo más evidente puesto que la interconexión tecnológica y el flujo de información o capitales acelera de manera notable todos los procesos.
La controvertida elección norteamericana se pareció mucho a la de algunos países cuyas instituciones democráticas son mucho más endebles. Lo ocurrido con la particular visión del presidente saliente y sus conductas imprevisibles abre dudas acerca de cómo Estados Unidos encarará las relaciones internacionales cuando tiene un frente político interno que se ha agrietado de manera evidente. Y, además, el presidente electo es la contracara del saliente no solo en cuestiones ideológicas sino también en actitudes, discurso y empuje.
En este marco, la pregunta de América latina es si algo cambiará en la relación con el país más poderoso del continente. ¿Cuáles serán los lineamientos en las relaciones con el histórico "patio trasero"?, ¿en qué medida se encararán desde Washington la vinculación con gobiernos como Cuba, Nicaragua o Venezuela?, ¿cuánto influirá la nueva administración estadounidense en cuestiones económicas (la negociación argentina con el FMI, por ejemplo) o aspectos referidos a la inmigración? En este último punto, Biden ha dicho que disolverá las restricciones de inmigración de Trump, detendrá la construcción de su muro fronterizo con México, ampliará los recursos para los inmigrantes y proporcionará un camino hacia la ciudadanía a las personas que viven en Estados Unidos sin documentos, lo que significaría un drástico cambio.
El tiempo dará respuesta quizás a estos interrogantes. Por el momento poco saldrá a la luz. Es que, para bien o para mal, América latina no parece ingresar hoy en el núcleo de prioridades. La política interna está demasiado agitada en Estados Unidos como para dar señales fuertes hacia afuera. Y otros temas internacionales ocuparán las primeras páginas de la agenda: la pandemia del Covid 19, la competencia por el liderazgo con China, la vinculación con Rusia y Medio Oriente, el dolor de cabeza que significa Corea del Norte y la restauración de la relación con su socio principal que es Europa, entre otros.
Se entiende, no obstante que se reviertan muchas de las medidas aislacionistas, "manchas vergonzosas en la posición de Estados Unidos en el mundo", según The New York Times. Empero, aun con los antecedentes auspiciosos que se desprenderían de la trayectoria del presidente electo y su conocimiento de América latina, todavía es una incógnita cuál será el modo de relación y sobre qué temas versará la diplomacia con los países de este continente.