Testimonios que reflejan la vida después de la donación y el trasplante
Para las personas que se convierten en receptores y donantes de órganos y tejidos, sus vidas se transforman. Las familias de los donantes hacen de la pérdida una esperanza y los trasplantados tienen una segunda oportunidad. Reunimos a los protagonistas de historias inspiradoras -como la de Justina, la chica de 12 años que murió esperando un corazón- que reflejan porqué la donación es un acto de amor y compromiso social.
Justina Lo Cane, la chica de 12 años que esperaba con urgencia un trasplante de corazón desde el 9 de agosto, murió el miércoles. Su conmovedora lucha dejó un legado que disparó las inscripciones de donantes de órganos en la Argentina, donde más de 8 mil personas esperan un trasplante. VOZ MUJER reunió a donantes de órganos y a quienes los recibieron para seguir viviendo.
Una efectiva política pública y no detener las campañas de concientización son algunos de los puntos planteados por los protagonistas de estas emotivas historias.
Lucas Ludueña y Oscar Quaglia fueron trasplantados del corazón, y Oscar Lucarelli, de un riñón.
Del otro lado, como donantes, Liliana y Mercedes Lucarelli, Alicia Vignolo y Roberto Pizzi. Mercedes le donó un riñón a su hermano Alejandro, luego de que Liliana no resultara compatible. Alicia y Roberto siguieron la voluntad generosa de su hijo fallecido, el ciclista Luciano Pizzi y una ablación de córneas, tejido, válvulas coronarias y riñones salvó varias vidas. Así, el dolor infinito de estos padres se convirtió en la esperanza de vida de otras personas, desconocidas. "Es muy noble lo que hicieron. Para un donante debe ser un verdadero orgullo. El último acto de Luciano fue dar amor. ¿Y qué más consuelo pueden tener los padres sabiendo que su hijo lo último que hizo fue dar vida?. Los donantes nos quitan la muerte y nos dan vida", lanzó desde el corazón Oscar, un agradecido.
Una segunda oportunidad, un regalo de Navidad
Trasplantado, Alejandro Lucarelli recuerda su historia. "Fui trasplantado intervivo el 6 de julio de 2005 en el Sanatorio Allende, tras 360 días de diálisis por sufrir glomerulonefritis, una enfermedad renal".
"Mi hermana Liliana me convenció de someterme a un trasplante, pero se hizo los estudios y no había histocompatibilidad. No quería someter a mi otra hermana, Mercedes, a esta situación que resultó triste tras saber de la incompatibilidad. Pero comencé a informarme y nunca un donante vivo de riñones tuvo inconvenientes. Mi otra hermana, Mercedes, me da la sorpresa en la Navidad de 2004 que ella iba a ser mi donante porque sus riñones sí eran histocompatibles con mis órganos", agregó.
"Llevo 12 años y 4 meses trasplantado y cada vez que me preguntan qué me produce verla a mi hermana, no tengo palabras. Con mi enfermedad yo era una persona discapacitada, podía jubilarme pero la peleé porque sabía que era una prueba de Dios. Hoy vivo en plenitud. Vivo mis días por tres, por mí y mis dos hermanas", confesó.
Donar en vida
"Mi hermana fue donante en vida y no tiene ningún problema de salud. Las mujeres pueden donar un riñón y luego ser madres y nada cambia. No hay riesgos", resaltó Alejandro.
Lucas Ludueña, Alejandro Lucarelli y Oscar
Quaglia, trasplantados y agradecidos
"En la clínica llegué a escuchar frases como 'A mi
papá no le toquen niuna pestaña, Dios lo quiere entero'"
"Soy trasplantado cardíaco desde el 21 de febrero de 2016. Mi enfermedad era miocardiopatía dilatada congénita con hipertrofia muscular izquierda. Me operaron en el Hospital Privado de Córdoba", indicóLucas Ludueña.
Y rememoró los largos días de internación, de espera. "Al lado de la puerta de Terapia Intensiva ves pasar la vida y la muerte".
Sin dudas la decisión de donar no es fácil y existen reparos que a veces, rozan con el prejuicio, y a veces, no. "Me pasó estar frente a la Terapia y escuchar gente que decía: 'A mi papá no le toquen ni una pestaña porque Dios lo quiere entero' y ahí tuve que aprender a entender el dolor del otro", aseguró Lucas.
"Como receptor, tuve muchas oportunidades. A los donantes, solo les puedo decir gracias y al que está en la duda, que creo en ellos y que el amor al prójimo existe", añadió el joven de 34 años.
La lucha de Justina, que esperaba con urgencia un trasplante de corazón desde el 9 de agosto y murió, visibilizó la necesidad de donar órganos
"La muerte parece menos inútil"
Oscar Quaglia fuetrasplantado del corazón el 17 de octubre de 2008 en el Sanatorio Allende de Córdoba, por tener una válvula aórtica bicúspide.
Al artista plástico se le ilumina la mirada cuando habla de los donantes, sostiene que "ellosnos quitan la muerte y nos dan vida".
"Hay que educar. En una charla un grupo de niños me preguntó si los órganos te los sacan en vida. Hay mucha falta de información y temor. Estoy absolutamente convencido de que no hay corrupción en el manejo de la donación de órganos. No hay un negocio de órganos, el negocio es el del amor para dar vida", afirmó Oscar, quien tras el trasplante decidió contar su historia a otros para sembrar conciencia.
"El claro ejemplo fue Sandro. Con su plata, con su fama... y hasta el último momento no consiguieron órganos histocompatibles para él", comparó.
Con la donación,"la muerte parece menos inútil y el consuelo es hermoso. Es importante el consuelo que tiene el donante. Lo que hace el donante es el último acto de amor sobre la tierra, sigue dando vida", expresó.
"Doy gracias a los donantes y a quienes donan, les digo que no se priven de dar amor", exhortó Oscar.
Dar vida. Ellos tomaron la decisión más noble, la de donar órganos
El último acto de amor de Luciano Pizzi
"Mi hijo Luciano tuvo un accidente de tránsito el 3 de septiembre de 2015 y luego de una compleja operación y un día de internación en el Hospital 'J. B. Iturraspe', los médicos me dijeron que su estado era irreversible y cuando nos quisieron hablar por la donación de órganos de Luciano, mi esposa se adelantó y le dijo que íbamos a donar", recordó Roberto Pizzi.
"Mi fe me movilizó y la confianza de todos los médicos, me alentó a hacerlo -agregó Alicia-. La sensación es que si Luciano no tenía oportunidades de vivir y sabiendo que los órganos no van al cielo y acá no servían para nada, teníamos que donar".
Tenía 53 años cuando le doné un riñón a mi hermano. Ya pasaron 12 años de ese día -repasóMercedes Lucarelli.En ningún momento tuve algún tipo de dolor. Desde el momento en que me intervinieron no sentí ningún tipo de dolor. Me entregué con toda la fe del mundo a profesionales que hacen los estudios correspondientes. Hasta el día de hoy me emociona ver a mi hermano feliz, disfrutando de sus tres hijos, de su nieto. Esa sensación no tiene precio".
Una vida para cinco vidas
En cuanto al proceso previo a la ablación, "es muy organizado y seguro. Apenas indicamos que íbamos a donar, nos explicaron bien cómo eran los pasos a seguir. Hicieron una serie de pruebas de manera repetida para realizar el proceso de ablación. Muchos profesionales se hacen cargo del procedimiento. Hay un fuerte apoyo psicológico por parte de profesionales y un cura que acompaña en ese momento. De Luciano, donamos las córneas, los riñones, los tejidos y las válvulas coronarias porque su corazón, durante el traslado al Hospital, la operación y los medicamentos, sufrió fallas y no era apto para donar".
Luciano tenía una lesión en la base del cerebro de la que no pudo recuperarse. Al poco tiempo, nos llegó una carta del doctor Horacio Bazán, del Ente Coordinador de Ablación e Implante de Córdoba (Ecodaic) donde se nos informaba cuál había sido el destino de los órganos de nuestro hijo", acotó el padre.
En esa carta, estaba el nombre de pila de los receptores de los órganos de Luciano. "La córnea izquierda fue para Alberto, de 74 años; la córnea derecha, para Claudia de 51 años; el riñón derecho para Miguel de 48 años; el riñón izquierdo para Graciela de 40", describió.
"Ver esos nombres provoca una linda sensación. Luciano era un amante de la vida, generoso, buen amigo. Teníamos que hacerlo. ¿Cómo no íbamos a donar sus órganos?", indicó Alicia.
El encuentro entre las familias congregadas por VOZ MUJER estuvo marcado por la emoción. "Abrazar a una persona trasplantada, es como volver a darle un abrazo a mi hijo", aseveró Alicia. "Me da mucha alegría verlos a Lucas, Alejandro y Oscar", aportó su esposo, Roberto.
"Verlos es un gozo para el alma. Ver a un receptor de un ógano disfrutar es como ver otro nacimiento. Es la plenitud", sumó Mercedes.
El miedo
"Como donante, creo que hay una gran desinformación entre la sociedad y miedo al dolor. La gente teme sufrir -dijo Mercedes-. Yo no sufrí ningún dolor o malestar. Nos volvimos los dos a la semana en perfecto estado de salud. Me hago controles anuales dos veces por año pero no por exigencia médica, sino por decisión propia.
"Tal vez,la gente no sabe. Deberíamos hablar un poco más de esto. Hay que tener mucho cuidado con las redes sociales. La gente dice cosas que no son. Tenemos que hablar más de esto. Gracias a Justina la gente empezó a hablar", señaló Alicia.
"La gente tiene que confiar en la donación. Es algo serio y cuidado y que ante el dolor, ante lo irremediable como la pérdida de un ser querido, se siente una grata satisfacción", opinó Roberto.
"Debería figurar en el DNI si donar es la última voluntad de la persona en casos extremos e irreversibles. ¿Alguna vez vieron algún cartel del Incucai en una cancha de fútbol? No. No existe. Tiene que ser con mensajes emotivos, con la imagen de donantes y de receptores", opinó Oscar.
La donación y el trasplante de órganos y tejidos se rige en la Argentina por la Ley 24.193, que a partir del año 2006 incorporó las modificaciones introducidas por la Ley 26.066, donde se crea el Registro Nacional de Expresiones de Voluntad para la Donación. Allí se registra tanto la expresión de voluntad afirmativa como de oposición a la misma.