Sobre lo verdaderamente importante
El paro docente y el paro de jugadores de fútbol han sido los temas más relevantes de la agendas noticiosas del país. Pero, ¿tienen la misma importancia?
El país se vio inmerso en estos días en dos discusiones que parecen simétricas, que evidencian podredumbres en lo más recóndito de nuestra sociedad, pero que deben ser diferenciadas. Las dos se relacionan con medidas de fuerza. En una, el palabrerío vacuo desplazó del centro de la escena a la discusión seria por una problemática vital para el futuro del país. En el otro, la pasión que emerge parece acrecentar el impacto social de una huelga.
Estamos hablando de la recurrente discusión por el salario docente y los paros anunciados en el comienzo de clases prácticamente en todo el país, por un lado. En la misma vereda, al menos en el interés informativo de los grandes medios, aparece el conflicto del fútbol, en el que los jugadores lanzaron una huelga luego de meses de despropósitos dirigenciales que parecen continuar todavía.
En este último caso, los titulares sobre el tema y las discusiones en las redes sociales fueron creciendo hasta casi doblegar el debate público sobre la educación. Quizás se trate de un simple espasmo originado en el fervor popular que el fútbol acapara, como así también en su innegable condición de fenómeno cultural de masas. Pero no es menos cierto que ha nublado y opacado el debate central que se debe la Argentina por la educación.
La crisis del fútbol es una consecuencia lógica de la corrupción y la falta de escrúpulos de una dirigencia sospechada en prácticamente todos los ámbitos. La de la educación también se genera en la dicotomía permanente entre el discurso de funcionarios y autoridades que hablan de su trascendencia y las acciones sistemáticas que van en detrimento de un sistema que -pese a muchos nobles y destacados esfuerzos- no consigue despegar, amenazando el futuro del país. En un primer análisis, aquí se quedan las similitudes.
Porque si la sociedad no puede diferenciar las características disímiles de estos dos conflictos, es muy posible que no consiga centrar sus objetivos y esté hipotecando su futuro. Lo verdaderamente importante para cualquier comunidad es el grado de formación ciudadana, cultura general, desarrollo de capacidades y puesta en práctica de valores. Una buena educación consigue todo eso y más, incluyendo también al deporte como sana práctica. El fútbol, la cosa menos importante de las que debieran ser importantes para nuestra sociedad como afirmaba un reconocido periodista cordobés, está muchos peldaños por debajo.
Marzo ha llegado. Las aulas quizás sigan vacías por varios días más. Los estadios, también. Si esto último importa más, convendría tomar nota de un tramo de una columna de opinión del diario El Mundo de Madrid: "Literalmente vivimos ahogados en un océano de gilipolleces retuiteadas donde todo ha quedado reducido a la banal condición de lo mismo. Lo sintomático es que la verdad es ya irrelevante. No es el dolor lo que nos tiene sumidos en esta ceguera. No, es el placer, la inagotable ansia de entretenimiento, lo que nos mantiene detenidos en los líderes salvíficos y las democracias adulteradas".