Satélite nuevo, polémica vieja
La Argentina volverá a colocar un satélite en el espacio. Se trata del Saocom 1A, de tres toneladas de peso, único en su tipo por la antena de 10 metros de largo. Un episodio que debe ser resaltado, pero que no debe esconder los interrogantes que se ciernen sobre el futuro del impulso oficial al desarrollo tecnológico del país, perjudicado durante mucho tiempo por los avatares políticos y económicos.
La noticia da cuenta de que en 2018, la Argentina volverá a colocar un satélite en el espacio. Se trata del Saocom 1A, de tres toneladas de peso, único en su tipo por la antena de 10 metros de largo. Se dijo que este dispositivo será clave para el análisis de la humedad del suelo con una precisión de 100 metros. Es decir que se podrán conocer las variaciones de humedad en porciones de hasta una manzana, estimándose que se trata de un detalle poco frecuente en tecnología espacial.
Este nuevo logro de la industria aeroespacial de la Argentina incorpora una faceta hasta ahora no explorada totalmente. Los anteriores satélites puestos en órbita por el país tenían básicamente una función de telecomunicaciones. En este caso, los denominados Saocom serán de uso científico y técnico, de invalorable cuantía para una gran cantidad de ámbitos de la producción, especialmente la agropecuaria.
"Los Saocom van a tener un impacto económico importante en la agricultura argentina porque permitirán ahorrar en la aplicación de fertilizantes y plaguicidas. También servirán para estimar los rendimientos de los cultivos en base a la humedad de suelo y a la predicción de plagas", explicaron los investigadores que crearon este satélite. En este marco, con la información obtenida se harán mapas de riesgo de enfermedades, se detectarán sitios de acumulación de agua y nieve que brindarán datos certeros para diseñar sistemas de acceso al vital recurso, así como evitar que se edifique en sectores inundables.
Estos anuncios se difundieron en medio de polémicas políticas derivadas de interpretaciones que afirman que el sostenimiento de acciones de desarrollo de la ciencia es una realidad evidente por un lado, con otras en las que se sostiene el actual gobierno nacional ha discontinuado las políticas de satélites en el país como consecuencia de un supuesto desprecio por el estudio científico y tecnológico. Mientras quienes elogian ponen a los nuevos satélites como ejemplo de lo que afirman, los críticos sustentan sus afirmaciones con un dato que es difícil de rebatir: la reducción ostensible que el sector de la ciencia y la técnica tendrá en el presupuesto de 2018.
Es en este marco de debate permanente y de cruzamiento verbal que poco aclara en el que se anunció este nuevo hito en la historia de los satélites en la Argentina. Un episodio que debe ser resaltado, pero que no debe esconder los interrogantes que se ciernen sobre el futuro del impulso oficial al desarrollo tecnológico del país, perjudicado durante mucho tiempo por los avatares políticos y económicos.
Este nuevo y positivo suceso alcanzado por los entes oficiales que se nutren de la inmensa creatividad de los científicos argentinos y aplican los conocimientos en los más diversos campos de la ciencia y la técnica merece ser la bisagra que cierre las discusiones vanas y genere definitivas condiciones que permitan encontrar el cruce del camino de las grandes ideas con el de los recursos económicos que permitan llevarlas adelante y ponerlas al servicio de los hombres como ha ocurrido en este caso.