Reconocer esfuerzos en medio de la crisis
Mientras algunos irresponsables, en su soberbia y en su falta de solidaridad no respetan las condiciones de aislamiento por ejemplo, en silencio y sin estridencias son muchos más los que se se sacrifican para que los efectos de la pandemia no sean tan graves. A ellos la sociedad toda debe un reconocimiento.
Las imágenes llegan desde una España conmovida y paralizada por la pandemia. Todas las noches, a las 20, el personal sanitario de todos los hospitales de ese país sale a las puertas de sus centros a aplaudir. Y millones de españoles hacen lo mismo para reconocer el esfuerzo que están haciendo médicos y enfermeros para contener la oleada de enfermos que llegan a diario.
Luego de esa acción colectiva, una suerte de homenaje, los ciudadanos retornan al interior de sus viviendas y los profesionales de la salud vuelven a trabajar en centros asistenciales muchos de ellos colapsados por la emergencia, lidiando con la muerte y procurando salvar vidas. Los relatos de algunos profesionales, tanto italianos como españoles, parecen sacados de las crónicas bélicas en algunos casos.
Cuando las crisis se presentan y amenazan la vida de las comunidades, allí están los trabajadores de la salud para reafirmar su vocación de servicio y su convicción, aun en medio de las penurias económicas o de las falencias del sistema sanitario argentino, tanto público como privado. El aplauso diario de España supone, al menos, una caricia para el espíritu de quienes están en la primera trinchera del combate contra el virus.
Médicos, enfermeros, odontólogos y demás profesionales de la salud combaten en primera línea. Son la avanzada que se expone, procura salvar la mayor cantidad de vidas y devolver algo de normalidad a una situación que en el mundo entero es casi de pesadilla. Con un gesto simple como un aplauso diario, se hace visible su ejemplo.
No son los únicos por cierto que pelean codo a codo para sacar adelante la situación. Son muchos los trabajadores que llevan en sus hombros el peso de solucionar las cosas cuando éstas van mal en serio. Policías, bomberos, personal de limpieza y servicios sociales, transportistas, empleados de farmacia y supermercados, cocineros y tantos más aportan su esfuerzo. Otros, no menos importantes, modifican los aspectos centrales de su accionar cotidiano en virtud de las restricciones de circulación, pero exploran alternativas novedosas para seguir prestando su servicio a la comunidad.
Es seguro que muchos otros ciudadanos no visibilizados mantienen también la guardia alta y están prestos a solucionar los inconvenientes que emergen a diario en la crisis. Por cierto, en todos los casos, ni los salarios ni las condiciones laborales son acordes a la importancia de la función que cumplen. Mucho menos en las actuales condiciones. Y sin embargo, dan muestra cabal de su vocación de servicio.
Así las cosas, mientras algunas noticias dan cuenta de la irresponsabilidad de algunos que, en su soberbia y en su falta de solidaridad exponen su condición más miserable al no respetar las condiciones de aislamiento por ejemplo, en silencio y sin estridencias son muchos más los que se esfuerzan, trabajan denodadamente y se sacrifican para que los efectos de la pandemia no sean tan graves. A ellos la sociedad toda debe un reconocimiento.