"Quería ver con mis propios ojos lo que sucedía en África"
Ayudar a las personas para Maximiliano Negri no solo es una cuestión de la medicina, el sanfrancisqueño aprovechó su experiencia reciente en Camerún para adquirir experiencia en la forma que las ONG apuestan al trabajo comunitario en zonas menos favorecidas con el sueño de replicar un proyecto similar en el país.
Maximiliano Negri está en el Hospital "12 de octubre", en Madrid (España), y desde allá hizo un blanco en su trabajo para poder relatar su experiencia profesional y comunitaria que lo llevó desde San Francisco hasta África.
El joven de 31 años, se transformó en el primer médico de nuestra nacionalidad en ser elegido para viajar como enviado de la Asociación de Cirujanos Ortopédicos Españoles (Acoem), con el objetivo de colaborar en el Centre Catholique de Soins Notre Dame de la Santé, en la localidad de Dschang, al oeste de Camerún.
El sueño de este médico que "se crió" en el Hospital "J.B. Iturraspe" porque su madre era enfermera allí, es volver a la Argentina pero no solo a un consultorio, sino también a encarar un proyecto a través de una ONG para "ayudar a quienes menos tienen en nuestro país".
Desde la lejanía de Madrid y aun con el guardapolvo puesto, Maximiliano contó a LA VOZ DE SAN JUSTO sobre su vida, experiencia, el paso por África y futuro en el mundo de la medicina y el trabajo comunitario adonde apuesta seguir aprendiendo para alcanzar nuevos sueños.
Dschang, al oeste de Camerún en África, el lugar donde Maximiliano viajó.
- ¿Cómo llegaste a trabajar en España y en qué área te especializaste?
Primero me recibí de Mantenimiento edilicio en la Escuela del Trabajo (Ipet Nº 50 "Emilio F. Olmos"), es decir soy carpintero, y aunque parece que no me hubiera servido porque estudié medicina, ahí aprendí todo sobre el mundo que me esperaba afuera. Después me recibí de médico en la UNC (Universidad Nacional de Córdoba), hice la residencia en el Sanatorio Allende como traumatólogo de cadera y rodilla. Con el tiempo descubrí que me interesaba profundizar en el tratamiento de tumores musculo esqueléticos, así que vine a Madrid a seguir especializándome. Sé que en algún momento volveré a la Argentina, aunque no sé bien cuál será el destino.
- ¿Y África cómo fue que apareció en tu camino? ¿Cuál fue tu trabajo allá?
Soy alguien que no se puede quedar quieto siempre busco cosas para hacer y empecé a buscar alternativas para ayudar mediante el trabajo comunitario cuando llegué acá (Madrid). Aquí en España me anoté en varias ONG, algunas pedían mucho tiempo en el viaje y me era imposible, después mandé un mail a Acoem pero me dijeron que tenían todo cubierto y era solo para españoles. Igual insistí y dejé mi curriculum, me contactaron al poco tiempo preguntándome si me gustaría participar en el grupo de diciembre. Mi experiencia la compartí con otros traumatólogos, microbiólogos e instrumentadores quirúrgicos. Allá había muchísimo trabajo, solo parábamos para dormir y rotábamos entre turnos de consultas, curación de heridas y cirugía.
- ¿Habías tenido alguna experiencia similar?
Con algunos amigos antes habíamos ayudado en el Chaco salteño llevamos muchas cosas y elementos para las personas de allá, fue ahí que me empecé a interesar más por este tipo de trabajo. Aunque más tarde, con el estudio y la residencia que fue dura tuve menos tiempo para hacer estas cosas, siempre estuve interesado. Lo que pasa es que desde chico pasábamos más de una Navidad o Año Nuevo en el Hospital Iturraspe porque mi mamá trabajaba ahí (era enfermera), y yo siempre estaba ayudando de alguna forma, entonces quise ayudar sea como médico o en cualquier otra cosa a los demás. Es un pequeño granito de arena pero al final todo suma.
Para Maximiliano la experiencia en Camerún fue mucho más allá de la posibilidad de brindar asistencia médica en poblaciones vulnerables.
- ¿Qué te impactó de tu trabajo en África?
Su sistema de salud es muy básico y por eso es importante lo que hacemos ya que allá no hay especialidades, además trabajamos con médicos africanos. De todas formas somos conscientes que vamos solo una semana y después ellos siguen necesitando ayuda otros 365 días. El centro de salud es muy bien atendido por las (hermanas del grupo religioso) Siervas de María tienen mucha vocación y administran todo, incluso incentivan y ayudan a otros jóvenes a que estudien y después vuelvan por eso hay muchos médicos que lo hicieron y ahora trabajan ahí. Fuimos muy bien recibidos por ellas y ahí aprendí mucho, sobre todo de la organización y como más allá del trabajo hay que tener una buena planificación para este tipo de experiencias.
- ¿Si volvés a la Argentina tenés pensado encarar algún proyecto similar?
Sin dudas esa fue una experiencia maravillosa, aprendí mucho y quiero seguir haciéndolo para que cuando vuelva a la Argentina, aunque no sé a qué lugar, pero espero que pueda realizar algún trabajo parecido. Todavía me falta mucho por aprender. Creo que nuestra zona es linda pero hay otros lugares donde hace falta y aunque queremos ayudar necesitamos esa base organizativa y de conocer el manejo de las organizaciones. Seguramente también vuelva a África también. Me considero muy afortunado de todas estas posibilidades que tuve y poder devolverlo.
La charla se termina y Maximiliano vuelve a su trabajo, nunca se termina su vocación por ser médico ni siquiera aunque haya un océano de distancia de aquella institución pública de sanidad frente a la cual creció.
Aprender de enfermedades y tratamientos para él no es suficiente, un consultorio no es el plano ideal, prefiere salir a caminar para ayudar a quienes más necesitan y a veces no pueden llegar a golpear su puerta.