PROTAGONISTA DE UNA DÉCADA
PROTAGONISTA DE UNA DÉCADA
Carlos Menem, un personaje inefable que desarrolló su vida pública entre las luces y la oscuridad.Fue el presidente que gobernó el país por el período consecutivo más largo.Los 90 ', una época bifronte, con caras bien diferentes y definidas.Tuvo entre sus funcionarios más prominentes al sanfrancisqueño Domingo Cavallo. Su relación con San Francisco fue bastante más estrecha que la de otros presidentes.
Carlos Menem, un personaje inefable que desarrolló su vida pública entre las luces y la oscuridad.Fue el presidente que gobernó el país por el período consecutivo más largo.Los 90 ', una época bifronte, con caras bien diferentes y definidas.Tuvo entre sus funcionarios más prominentes al sanfrancisqueño Domingo Cavallo. Su relación con San Francisco fue bastante más estrecha que la de otros presidentes.
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En un reportaje con LA VOZ DE SAN JUSTO en 1989, durante la campaña presidencial. Lo entrevistaba Juan Mariano Bertorello y acompañaba a Menem, Leonor Alarcia, dirigente justicialista cordobesa.
Ha causado
impacto en todo el país el fallecimiento del ex presidente Carlos Saúl Menem,
ocurrido este domingo. A los 90 años dejó de existir un personaje político
cuyas múltiples facetas hacen casi imposible encasillarlo. El que fue hasta su
muerte senador nacional había llegado a participar en las primeras reuniones
virtuales de la Cámara Alta a raíz de la pandemia de coronavirus, en su papel
de representante de La Rioja, cargo que mantenía desde el 10 de diciembre de
2005. Pero una neumonía severa, que se agravó por sus problemas diabetes,
deterioró mucho su salud en las últimas semanas. Hasta que finalmente ayer se
produjo un desenlace que, si bien podía esperarse, ha repercutido con fuerza en
todos los ámbitos de la vida nacional.
La mitología
romana nos presenta a Jano, el dios de las dos caras. El de los cambios y las
transformaciones. El de la evolución de la vida con toda su carga de
incertidumbre y azar. La analogía, creemos, es pertinente. El caudillo riojano
fue una personalidad difícil de etiquetar. Su agitada vida tuvo innumerables circunstancias
y sus posturas políticas determinaron vaivenes que han sido objeto de
discusiones interminables. Fue, sin dudas, el hombre que marcó la década de los
años 90 en la Argentina. El presidente que más tiempo gobernó el país de manera
ininterrumpida. Fueron diez años azarosos, vertiginosos y pasibles de un debate
que todavía persiste. Una época bifronte, con caras bien diferentes y
definidas.
Habiendo
llegado al poder con frases sencillas e impactantes que prometían revoluciones
productivas y mejoras notables en los salarios, su gestión viró totalmente. Del
caudillismo al neoliberalismo en un solo paso. Así fue toda su vida: con
claroscuros tan fáciles de distinguir como difíciles de explicar y analizar.
Los 90 fueron años en los que en una vereda aparecieron logros que hasta ese
momento no se habían alcanzado en el país y en la enfrente innumerables
circunstancias que despertaron sospechas, obligaron al inicio de causas
judiciales aún en curso y momentos de trivialidad.
En el haber
debe señalarse que la modernización económica fue un signo distintivo de sus
períodos en la presidencia. El karma de la inflación se detuvo por varios años,
hubo un alineamiento con las democracias occidentales que devolvió a la
Argentina a la consideración de los países centrales (más allá de la poco
afortunada analogía con las "relaciones carnales"), entre otras circunstancias
que colocaron al país en la siempre estrecha senda del crecimiento. En el debe,
corrupción, frivolidad, supuestos negociados que todavía hoy se investigan, los
atentados más sangrientos de la historia. Nada fue lineal. Las contradicciones
marcaron sus diez años de gobierno.

Su relación
con San Francisco fue bastante más estrecha que la de otros presidentes. Visitó
en numerosas ocasiones la ciudad. En campaña, acompañado siempre por su
delegada en la provincia, la extinta Leonor Casari de Alarcia. Siendo
gobernante también lo hizo. Pero además, tuvo entre sus funcionarios más
prominentes al sanfrancisqueño Domingo Cavallo.
Tras la
muerte del ex presidente han comenzado a
aparecer análisis desde múltiples perspectivas. Porque, en definitiva, como aquel Jano de dos caras, Carlos
Menem fue un personaje inefable que desarrolló su vida pública entre las luces
y la oscuridad. Y, con méritos y defectos, sin dudas se convirtió en el protagonista principal de
la última década del siglo XX en nuestro país.
Sus visitas a San Francisco
Durante su vida política Menem visitó en varias ocasiones
nuestra ciudad, como candidato y como presidente de los argentinos.
Pasó por San Francisco en 1988, durante una gira de campaña
para la interna del justicialismo que definía el candidato a presidente en
1989, donde enfrentó y venció a Antonio Cafiero. Lo hizo junto a Leonor
Alarcia, dirigente justicialista cordobesa que lo acompañaba en su paso por la
provincia.
Después, ya como presidente vino en tres ocasiones más: para
la campaña de 1995 donde buscaba su reelección; en la década del 90, junto a
una amplia comitiva de dirigentes y funcionarios que participaron en el
velatorio del padre del por entonces ministro de economía, Domingo Cavallo, y
en 1997, cuando se llevó a cabo el acto central por la compra, por parte de la
empresa sanfrancisqueña Codini, de las 40 hectáreas que comprendían la Fábrica
Militar, que había cerrado sus puertas definitivamente meses antes, durante la
política de privatización del gobierno menemista.
Ha causado
impacto en todo el país el fallecimiento del ex presidente Carlos Saúl Menem,
ocurrido este domingo. A los 90 años dejó de existir un personaje político
cuyas múltiples facetas hacen casi imposible encasillarlo. El que fue hasta su
muerte senador nacional había llegado a participar en las primeras reuniones
virtuales de la Cámara Alta a raíz de la pandemia de coronavirus, en su papel
de representante de La Rioja, cargo que mantenía desde el 10 de diciembre de
2005. Pero una neumonía severa, que se agravó por sus problemas diabetes,
deterioró mucho su salud en las últimas semanas. Hasta que finalmente ayer se
produjo un desenlace que, si bien podía esperarse, ha repercutido con fuerza en
todos los ámbitos de la vida nacional.
La mitología
romana nos presenta a Jano, el dios de las dos caras. El de los cambios y las
transformaciones. El de la evolución de la vida con toda su carga de
incertidumbre y azar. La analogía, creemos, es pertinente. El caudillo riojano
fue una personalidad difícil de etiquetar. Su agitada vida tuvo innumerables circunstancias
y sus posturas políticas determinaron vaivenes que han sido objeto de
discusiones interminables. Fue, sin dudas, el hombre que marcó la década de los
años 90 en la Argentina. El presidente que más tiempo gobernó el país de manera
ininterrumpida. Fueron diez años azarosos, vertiginosos y pasibles de un debate
que todavía persiste. Una época bifronte, con caras bien diferentes y
definidas.
Habiendo
llegado al poder con frases sencillas e impactantes que prometían revoluciones
productivas y mejoras notables en los salarios, su gestión viró totalmente. Del
caudillismo al neoliberalismo en un solo paso. Así fue toda su vida: con
claroscuros tan fáciles de distinguir como difíciles de explicar y analizar.
Los 90 fueron años en los que en una vereda aparecieron logros que hasta ese
momento no se habían alcanzado en el país y en la enfrente innumerables
circunstancias que despertaron sospechas, obligaron al inicio de causas
judiciales aún en curso y momentos de trivialidad.
En el haber
debe señalarse que la modernización económica fue un signo distintivo de sus
períodos en la presidencia. El karma de la inflación se detuvo por varios años,
hubo un alineamiento con las democracias occidentales que devolvió a la
Argentina a la consideración de los países centrales (más allá de la poco
afortunada analogía con las "relaciones carnales"), entre otras circunstancias
que colocaron al país en la siempre estrecha senda del crecimiento. En el debe,
corrupción, frivolidad, supuestos negociados que todavía hoy se investigan, los
atentados más sangrientos de la historia. Nada fue lineal. Las contradicciones
marcaron sus diez años de gobierno.

Su relación
con San Francisco fue bastante más estrecha que la de otros presidentes. Visitó
en numerosas ocasiones la ciudad. En campaña, acompañado siempre por su
delegada en la provincia, la extinta Leonor Casari de Alarcia. Siendo
gobernante también lo hizo. Pero además, tuvo entre sus funcionarios más
prominentes al sanfrancisqueño Domingo Cavallo.
Tras la
muerte del ex presidente han comenzado a
aparecer análisis desde múltiples perspectivas. Porque, en definitiva, como aquel Jano de dos caras, Carlos
Menem fue un personaje inefable que desarrolló su vida pública entre las luces
y la oscuridad. Y, con méritos y defectos, sin dudas se convirtió en el protagonista principal de
la última década del siglo XX en nuestro país.
Sus visitas a San Francisco
Durante su vida política Menem visitó en varias ocasiones
nuestra ciudad, como candidato y como presidente de los argentinos.
Pasó por San Francisco en 1988, durante una gira de campaña
para la interna del justicialismo que definía el candidato a presidente en
1989, donde enfrentó y venció a Antonio Cafiero. Lo hizo junto a Leonor
Alarcia, dirigente justicialista cordobesa que lo acompañaba en su paso por la
provincia.
Después, ya como presidente vino en tres ocasiones más: para
la campaña de 1995 donde buscaba su reelección; en la década del 90, junto a
una amplia comitiva de dirigentes y funcionarios que participaron en el
velatorio del padre del por entonces ministro de economía, Domingo Cavallo, y
en 1997, cuando se llevó a cabo el acto central por la compra, por parte de la
empresa sanfrancisqueña Codini, de las 40 hectáreas que comprendían la Fábrica
Militar, que había cerrado sus puertas definitivamente meses antes, durante la
política de privatización del gobierno menemista.