Precauciones ante el “sexting”
Esta modalidad se está extendiendo sobre todo en los jóvenes y puede resultar más riesgosa de lo que aparenta.
Varios problemas relacionados con una práctica que se está extendiendo entre los adolescentes se han incrementado en los últimos tiempos. Se trata de las acciones que se denominan "sexting", consistentes en el envío de contenidos de tipo sexual (principalmente fotografías y/o videos) producidos generalmente por el propio remitente, a otras personas por medio de teléfonos móviles y redes sociales.
Una investigación reciente señala que a partir de los 13 años, los adolescentes conocen o han sido protagonistas de este tipo de acciones derivadas del uso intensivo y sin reflexión de la tecnología. En ese trabajo se puso a los jóvenes en contacto con un "chatbot", personaje de ficción con el que los adolescentes puedan interactuar y hablar de este fenómeno cada vez más común entre los jóvenes. Más de 70% de los que vivieron la experiencia con el chatbot, una franja mayoritaria de adolescentes entre 13 a 18, dijo haber compartido imágenes íntimas o había recibido "nudes" - esto es fotos o videos de otra persona desnuda-, o le habían pedido "nudes".
El dato es revelador. Y preocupante. Porque la dinámica de las redes sociales y las plataformas de internet es tan vertiginosa que una vez salida la imagen hacia algún destinatario, es imprevisible lo que puede suceder. Es decir, como señala la organización Bullying sin Fronteras, "el remitente conoce el principio de la historia pero nunca sabe cómo terminará, por lo que a veces puede convertirse en una pesadilla para todos aquellos que forman parte del video y/o la imagen erótica y para sus familias, incluso con graves consecuencias en el futuro".
Las interpretaciones legales y judiciales sobre el tema son variadas. No obstante, para Bullying sin Fronteras, el "sexting" puede considerarse delito de pornografía infantil conforme la normativa del artículo 128 de la ley de Delitos Informáticos". Sin embargo, muchos juzgados se encuentran frente a casos que se transforman en un importante desafío, porque la mayoría de los protagonistas de estos hechos son menores de edad que compartieron una fotografía sin conocer las implicancias legales y no han podido -por variados factores- desarrollar criterios que permitan dimensionar las consecuencias de este tipo de acciones.
Ante ello, imposible resulta eludir la responsabilidad de los adultos. No se trata de impedir el libre ejercicio de la sexualidad. Sí de defender la dignidad y la honra de las personas, mucho más si son menores de edad. Las "venganzas" son frecuentes en este tema. Las precauciones, escasean. Mucho trabajo queda por realizar para que los adolescentes generen criterios de cuidado personal y conceptualicen con claridad los alcances de sus actividades en las redes.