Pobreza: una brecha enorme
Mientras la mayor parte de la política persiste en sus debates ideológicos sobre temáticas que solo le interesan a la dirigencia, el sistema sigue generando pobreza y exclusión.
La situación socioeconómica de la población de nuestro país no dejó de caer durante los últimos 12 años y sus secuelas perdurarán por mucho tiempo. Así lo atestigua un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la Universidad Católica Argentina: solo cuatro de cada diez personas lograron evitar el umbral de la pobreza.
La difusión de estos índices que reflejan la descarnada realidad argentina estuvo a cargo de Cáritas, la organización solidaria de la Iglesia Católica que este fin de semana realiza su colecta anual (en las parroquias y por vía digital), para recaudar fondos que permitan sostener los programas de desarrollo humano y de asistencia alimentaria que lleva adelante en todo el país.
De acuerdo a las mediciones del Observatorio de la Deuda Social, uno de los más confiables que existen en la Argentina, ningún gobierno desde 2010 pudo quebrar la tendencia creciente hacia la pobreza que padecen millones de compatriotas. Hoy, ese índice es casi del 44%. La indigencia, es decir los habitantes de este país que pasan hambre, pasó del 4,2% en 2011 al 8,8% el año pasado.
De este modo, antes de la colecta de este fin de semana, Cáritas publicó el documento "Radiografía de la pobreza en la Argentina. ¡Es urgente acortar distancias!", que reúne los estudios del Observatorio desde 2010. En poco más de una década la pobreza creció casi un 20% y la indigencia se duplicó, guarismos que, en cualquier país normal, serían un escándalo. Mucho más si se considera que casi las dos terceras partes de los menores de 18 años (64%) vive en estas condiciones paupérrimas y no encuentra horizontes para romper ese núcleo duro, puesto que la pandemia deterioró la educación a niveles todavía no definidos y la creación de fuentes de trabajo está paralizada por las sucesivas crisis.
En este contexto, mientras la mayor parte de la política persiste en sus debates ideológicos sobre temáticas que solo le interesan a la dirigencia, el sistema sigue generando pobreza y exclusión. Se refleja de este modo la incapacidad manifiesta de quienes han gobernado el país durante los últimos 12 años, independientemente del signo político al que adhieran.
Por fortuna, no todo está perdido. Organizaciones como Cáritas y muchas otras trabajan denodadamente para aliviar la realidad y devolver dignidad a las personas que no encuentran el modo de superar la pobreza. Ayudan a quienes la padecen, pero no los utilizan. Promueven experiencias superadoras al mero asistencialismo surcado por el interés proselitista que solo genera indignidad. Al apoyo alimentario y monetario se le suman acciones de desarrollo humano integral, asistencia espiritual, contención, generación de microemprendimientos productivos y de autoconsumo, capacitación laboral, inclusión educativa, abordaje de las adicciones y cuidados de la primera infancia, entre otros planes.
Lo hacen gracias a la solidaridad de los argentinos que confían en estas organizaciones, advertidos de que muchos funcionarios son portadores de declamaciones altisonantes, pero exhiben una incapacidad supina para terminar con el clientelismo y combatir la enorme brecha social que se acentuó notablemente en esta última década.