Periodismo, estereotipos y realidad “customizada”
El flamante presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, apenas asumió aseguró que está embarcado en una guerra contra los medios de comunicación, puesto que en su visión los periodistas están entre los seres humanos más deshonestos de la Tierra. Ratificó así con palabras las actitudes que vino teniendo para con hombres de prensa de su país y del mundo, a quienes desafió, descalificó y vituperó cada vez que pudo hacerlo.
Por cierto que al mandatario
norteamericano poco le importa lo que pueda expresarse en una columna de un
diario de provincia de un país alejado del suyo. Pero para cualquier persona
decente resulta agraviante que se dude de su honestidad. Porque es verdad que
hay miserias, corrupción y soberbias varias en este oficio. Tantos como en
cualquier otro. Pero no es menos cierto que son mayoría los periodistas que
hacen de su trabajo una misión, que son rigurosos en la búsqueda y publicación
de la información y que desarrollan su trabajo de manera digna.
En La Nación de Buenos Aires, la periodista Hinde Pomeraniac resumió las sensaciones que pueden experimentarse desde este lado del mostrador luego de las descalificaciones de Trump: "Me violenta que duden de mi honestidad, y no estoy hablando en nombre de intereses corporativos, sino de una generalidad que me interpela y que esta vez enunció Trump, pero que se escucha de manera reiterada ("los periodistas son..."), en tiempos en los que además comienzan a brotar neologismos inquietantes como "posverdad" y ahora, recién nomás, el truculento "hechos alternativos", que suena tan pero tan parecido a realidad 'customizada'".
La generalización es siempre un reduccionismo. El presidente norteamericano no ha descubierto nada al utilizarla como método discursivo. En Mein Kampf, Hitler sostenía que la propaganda se basa en "formulas estereotipadas" que se repiten una y otra vez para meterles ideas en la cabeza a las masas. En El País de Madrid se citó al académico Jason Stanley, profesor de filosofía en la Universidad de Yale, quien sostiene con énfasis que los estereotipos ("todos son deshonestos", en este caso), son "guiones sociales que nos guían por el mundo, le dan sentido y legitiman nuestras acciones en él". Afectan "la información que adquirimos a través de la percepción" y se resisten a la revisión (mediante la presentación de hechos contradictorios o argumentos lógicos) porque se basan en la emoción y no en la razón, legitimando creencias sin mayores argumentos.
En épocas de la "posverdad", término cuyo significado se refiere a circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal, larealidad "customizada" aparece como la pretensión de todos los líderes autoritarios del momento. Se expresó siempre a lo largo de la historia con diversos matices, algunos incluso dramáticos y violentos. Procura acomodar la realidad a su ideología y genera las estrategias comunicacionales para que esa visión se transforme en la única verdad. Por esta geografía se le llama "el relato".
Con el manual del populista en la mano el mandatario norteamericano utiliza estereotipos para atacar a los mensajeros y con ello "customizar" a su gusto la realidad. Demuestra su adhesión plena a la acción política maniquea que tanto mal le ha hecho al mundo y a nuestro país. Esta realidad ya fue experimentada en la Argentina y se conocen sus resultados. Pero ahora es protagonizada por el presidente del país más poderoso del planeta. Y con ello, las consecuencias se multiplican.
Haciendo referencia al buen ejercicio del periodismo, un referente, el polaco Ryszard