Palabras…
En el Día del Libro una verdad cobra más fuerza: sin lecturas, una persona no está en condiciones de formar criterios sólidos y es más proclive a ser manipulado.
"Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan... Me prosterno ante ellas... Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito... Amo tanto las palabras...".
Pablo Neruda así se refería a las palabras. Las que conforman nuestro idioma. Las que están plasmadas en los libros. Son ellas las protagonistas de una efeméride doble que en estos tiempos casi pasa inadvertida. Hoy, 23 de abril, es el día del Libro. Y también del Idioma. En el primer caso se recuerda el fallecimiento de Miguel de Cervantes, Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega. También en un 23 de abril nacieron - o murieron - otros escritores eminentes como Maurice Druon, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. En el segundo, se evoca la figura del autor del Quijote de la Mancha para establecer la trascendencia de esa obra en la difusión mundial de la lengua castellana.
El impacto del libro en la historia del hombre ha sido fenomenal. Con su aparición, la transmisión de información tomó un cariz más personal, aparecieron los puntos de vista propios y surgieron nuevos pensamientos e ideas. Sin libros no es posible educar a una sociedad. La metáfora orwelliana de la novela 1984, plasmada en una sociedad ficticia en la que estaba prohibido leer, no está muy alejada de algunos síntomas que se evidencian en el mundo de hoy. Sin lecturas, una persona no está en condiciones de formar criterios sólidos y es más proclive a ser manipulado.
Pero en el libro están las palabras. Las que forman el idioma, que es no sólo la base de la comunicación sino también de la cultura. Estos dos conceptos van de la mano y no puede existir uno sin el otro. Son las palabras de un idioma las que enaltecen la existencia. Y son también las que la denigran.
En el mundo de hoy, el discurso asoma como el instrumento más visible de la disputa política e ideológica. Se asume -a veces con exageración- que se alcanza más poder cuando están al alcance los instrumentos de comunicación que hoy pululan por todos los ámbitos.
Pero en definitiva, son las palabras el elemento que distingue a la humanidad. Convendría, como Neruda, prosternarse ante ellas, tomar conciencia de la importancia de un buen uso del idioma, porque -al decir de Aldous Huxley- "gracias a las palabras hemos sido capaces de elevarnos por encima de las bestias y gracias a las palabras nos hemos hundido a menudo al nivel de los demonios".