Otra vez animales sueltos en la ruta
Que un animal se encuentre a la deriva en la ruta es el corolario de una serie de irresponsabilidades que parten desde algunos productores y llega hasta las autoridades que tienen la misión de controlar, vigilar y velar por la seguridad de las personas.
Un ómnibus de pasajeros que habitualmente
hace el recorrido entre Morteros y San Francisco tuvo un severo accidente en
inmediaciones de Estación Luxardo cuando chocó semanas atrás contra un caballo
que atravesaba la ruta. Por fortuna no hubo que lamentar lesiones graves entre
el pasaje. Un hecho similar ocurrió en Morteros cuando ocupantes de una
camioneta debieron ser asistidos tras colisionar con otro equino en un camino
cercano a la ruta provincial 1.
Ambos hechos volvieron a poner sobre la mesa de la discusión pública la situación de indefensión que viven los viajeros por algunas rutas y caminos rurales de nuestra región como consecuencia de la presencia de animales sueltos. Vacunos y equinos, ambas especies de porte importante como para causar severos daños a bienes y poner en peligro las vidas, aparecen de improviso en determinados sectores sin que sus propietarios hayan tomado nota de esta situación.
Como se observa nuevamente ahora, la presencia de animales sueltos en las rutas del país ha sido desde siempre un problema casi sin solución, especialmente en ciertas regiones del norte del país. Pero también en la nuestra. Los accidentes relatados lo confirman. El riesgo que este tipo de situaciones origina es evidente y provoca alarma. Sin embargo, poco se hace para evitar el problema, tanto desde el Estado como de parte de los propietarios, quienes -incluso en forma deliberada- a veces liberan los ejemplares a los costados de las rutas para pastar, en lo que significa una actitud de desprecio por la vida de los demás.
Los animales sueltos se convierten en algo mucho más peligroso cuando se circula de noche, simplemente por las características físicas de la conducción y la reducción de la visibilidad. Más aún, si se trata de un camino desconocido, donde no tenemos idea de qué nos espera en la próxima curva. Pero esta advertencia no tendría sentido si se adoptasen todas las prevenciones para evitar que una vaca o un caballo puedan desbocarse y saltar a la ruta.
Las imprevisiones en este tema cuestan vidas humanas. Y la ausencia de controles efectivos, las estimula, configurando así un panorama proclive a la ocurrencia de accidentes como los que generan estas reflexiones. Para peor, en muchos casos quien padeció la situación de chocar contra un animal suelto no encuentra que se asuman las responsabilidades. A veces no queda clara ni siquiera la propiedad del ejemplar que provocó el suceso, por lo que se trata de un problema complejo que requiere de soluciones también complejas aunque factibles si existe la voluntad de tomar decisiones al respecto.
Lo que no puede darse es el conformismo. No se debe naturalizar la presencia de animales en las rutas así como tampoco explicar que los dos accidentes recientes son casos aislados. Lo cierto es que nunca debiera ocurrir un siniestro de este tipo si todo el mundo cumpliera con sus obligaciones.
Que un animal se encuentre a la deriva en la ruta es el corolario de una serie de irresponsabilidades que parten desde algunos productores y llega hasta las autoridades que tienen la misión de controlar, vigilar y velar por la seguridad de las personas.