Nuevas funciones para las plazas barriales
El sentido de pertenencia a un sector de la ciudad queda remarcado en la presencia vigorizante de la comunidad en su plaza. Por ello, la instalación de los aparatos para ejercitarse ayuda también a recobrar el valor del barrio y de la socialización como instrumento para el progreso y la mejora de la calidad de vida.
Un interesante informe publicado en estas páginas brindó referencias
explícitas a cómo han "revivido" algunas plazas de la ciudad cuando desde el
municipio se instalaron juegos y aparatos de ejercitación que complementan a
las tradicionales hamacas, subibajas y toboganes, entre otros, utilizados desde
siempre para el esparcimiento infantil.
El informe comienza tomando como ejemplo la plaza de barrio Dos Hermanos, que asomaba tímidamente entre las manzanas del sector y que ahora es más valorada y utilizada. Se acercan más familias y muchas personas llegan hasta allí para realizar ejercicios. La cercanía de la "costanera seca" -donde también existen este tipo de aparatos- transforma al sector en una alternativa más que atrayente para la adquisición de hábitos saludables.
En el caso de Dos Hermanos, señala la publicación, su estación saludable permitió el retorno de los adultos al espacio verde. Así, tanto en esta placita como en varias otras de la ciudad, la función de estos sitios cobra ahora nuevas facetas. Por ejemplo, "la de aportar una perspectiva diferente, sana y activa, para las personas que encuentran en el ejercicio un modo de distenderse y no quieren estar entre cuatro paredes", se afirma. En este marco, es todo un dato que ya sean 13 los espacios de la ciudad que cuentan con estos dispositivos.
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No hace falta ahondar en conceptualizaciones sobre la vital importancia de los espacios verdes en cualquier población. Oxigenación del ambiente, posibilidad de recreación para niños y adultos, invitación al disfrute cuando el tiempo acompaña, son razones más que valederas para preservarlos. Pero también se establece un valor simbólico: el de reunión de la comunidad, de generación de lazos y compartir costumbres. Si a esto se suma la alternativa de poder cumplir con rutinas de movimientos físicos que contribuyan a un mejor bienestar, las plazas resignifican el valioso capital del que siempre han sido portadoras.
El sentido de pertenencia a un sector de la ciudad queda remarcado en la presencia vigorizante de la comunidad en su plaza. Por ello, la instalación de los aparatos para ejercitarse ayuda también a recobrar el valor del barrio y de la socialización como instrumento para el progreso y la mejora de la calidad de vida. El Estado tiene como una de sus funciones centrales el velar por la salud de la gente. Favorecer la instalación de plazas saludables y extender la acción en este sentido a toda la ciudad es un correcto modo de cumplir con aquel mandato.
Es de esperar que se generalice en todas las plazas barriales la instalación de los aparatos. Y que cada vecindario asuma el cuidado que se merecen, porque ello redunda en una mejor salud pública, sin dudas. A través de ello, es más que alentador los nuevos y renovados bríos que está cobrando el espíritu de la función de las plazas en cada uno de los sectores de San Francisco.