Noticias falsas o incompletas: ética y peligros
El Diario de Cuyo de San Juan reflexionó días atrás en una columna sobre un hecho que, de tanto repetirse, parece haberse naturalizado. Nuestro colega sanjuanino afirmó que "transcurridos pocos minutos después del fuerte sismo que sacudió nuestra provincia el domingo 20, a través de las redes sociales, especialmente Facebook y servicios de mensajería como Whatsapp, comenzó a circular un supuesto comunicado del Inpres, anunciando un nuevo movimiento mucho más fuerte y de características catastróficas.
El miedo invadió hasta que el organismo nacional salió a desmentirlo. Tras este episodio las autoridades informaron que se está investigando el origen del comunicado, con el objeto de detectar a los responsables".
Así reflexionó el diario cuyano: "El tema de las noticias falsas que circulan a través de la web, popularmente conocida como red informática mundial que se interconecta a través de internet, o de servicios de mensajería instantánea, viene ocasionando numerosos inconvenientes al resultar muy dificultoso su control". Tanto es así que las más altas autoridades de Facebook por ejemplo tuvieron que salir a explicar que la compañía intensificará los esfuerzos para eliminar las noticias falsas, facilitando a los usuarios una alerta sobre ellas. En tanto Twitter y Google han tomado medidas directamente vinculadas a reducir los ingresos publicitarios de las páginas con noticias falsas, tratando de desalentar esta práctica.
El problema esconde un profundo contenido ético. No sólo para los gigantes de las redes sociales, sino también para los medios tradicionales y los periodistas de todo el mundo. El problema de la reacción en cadena ya no sorprende. Ejemplo contundente es el que graficó la revista norteamericana Forbes, que hizo un estudio del asunto: "Cuando se supo que era mentira que el Papa Francisco apoyaba a Trump, la falsa noticia ya había sido compartida en la red social casi un millón de veces. Pero cuando el New York Times publicó un artículo sobre las declaraciones de impuestos de Trump, los lectores lo compartieron menos de 200.000 veces". Según el artículo de Forbes, las 20 noticias falsas más leídas en Facebook se compartieron más veces que las 20 noticias reales más leídas.
En la Argentina, solo un par de tuits bastaron para generar un problema mayúsculo entre los jugadores de la selección de fútbol y la prensa. Estas minúsculas publicaciones acusaban a un jugador de haber consumido drogas en la concentración, pero no daban -tampoco dieron hasta el momento- ninguna precisión sobre cómo acontecieron los hechos, manteniéndose todo en una nebulosa muy alejada de lo que cualquier escuela de periodismo enseña.
Entonces, a las noticias falsas se le suman las incompletas y las engañosas para formar una realidad alejada de la verdad pero con veleidades de ser creíble.
La mentira tiene patas cortas, se afirma. Pero la difusión de noticias falsas en las redes transforma a cualquier invención en un pulpo con tentáculos peligrosos. El futuro de los medios sociales, del periodismo como oficio e incluso el de la democracia están en riesgo si esta tendencia se consolida y la ética pierde la batalla ante la falacia impactante pero alejada totalmente de la verdad.