No olvidar el proyecto de ciclovías
La sustentabilidad de la ciudad tiene en el proyecto hoy postergado un eslabón prioritario. Quizás cuando la situación recobre algo de normalidad, se pueda volver a trabajar en su implementación para que San Francisco pueda ingresar definitivamente en el concierto de ciudades que, en pleno siglo XXI, apuestan por la salud, la ecología y la seguridad.
En la primera etapa del año, cuando la pandemia dominaba la escena y las restricciones a la circulación eran importantes, el municipio de San Francisco decidió anunciar la puesta en marcha de un proyecto ambicioso que pretendía conectar el ejido urbano por medio de bicisendas y ciclovías. La idea fue presentada en numerosas reuniones con entidades intermedias de la ciudad y recibió adhesiones prácticamente generalizadas.
Se trataba de una iniciativa de planificación urbana sustentable que contemplaba numerosos aspectos que serán vitales para cualquier ciudad en el futuro cercano, más teniendo en cuenta las derivaciones que están surgiendo y surgirán por imperio de la nueva normalidad que impondrá la presencia continua del virus entre nosotros. Pero que también atiende a otras variables no menos centrales a la hora de analizar la calidad de vida de la ciudadanía, como por ejemplo los beneficios en materia de contaminación y salud de la población.
En junio pasado, se celebró que el municipio haya decidido avanzar en esta propuesta que desde hace mucho tiempo fue pregonada desde esta columna. Se trata, dijimos en su ocasión, de una antigua pretensión que sería largamente beneficiosa para una ciudad de extensión mediana, llana y con anchas calles que permitirían la demarcación de senderos exclusivos para bicicletas sin mayores inconvenientes. El proyecto presentado así lo contempló desde el vamos y sus características también incluyeron otras facetas importantes referidas, por ejemplo, a los sitios donde podían dejarse los rodados y la seguridad que ello necesariamente debía incluir.
Las particulares condiciones en las que se ha desenvuelto la vida de la humanidad toda a lo largo de este 2020 determinó, por cierto, que algunas ideas o aspiraciones no hayan podido efectivizarse. Es muy posible que el proyecto de ciclovías para San Francisco se encuentre entre estas iniciativas que han debido postergarse en virtud de los acontecimientos que se viven y de los impedimentos que fueron apareciendo tanto en materia sanitaria como en lo estrictamente económico.
Por ello, quizás cuando la situación recobre algo de normalidad, se pueda volver a trabajar en la implementación de las bicisendas y ciclovías en la ciudad tal como fueron presentadas. Porque sus beneficios están fuera de discusión. Y porque de ese modo San Francisco podrá ingresar definitivamente en el concierto de ciudades que, en pleno siglo XXI, apuestan por la salud, la ecología y la seguridad.
La sustentabilidad de la ciudad tiene en el proyecto hoy postergado un eslabón prioritario, se publicó en junio. Se reafirma esta idea a pocos días de terminar este tan especial año. Será necesario entonces, buscar el mejor modo para relanzar la idea y establecer los pasos para su concreción, entendiendo que, desde siempre, la bicicleta es, hoy más que nunca, un medio de locomoción funcional, saludable y económico.