Minibasurales, acciones y educación
El tema viene de lejos y en numerosas oportunidades se han ensayado medidas destinadas a la corrección de una costumbre tan negativa y la necesidad de tomar conciencia de los problemas que se generan a partir de ella. Por ello, la solución definitiva solo vendría de la mano de una educación ambiental permanente y efectiva.
Las autoridades de la secretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad señalaron recientemente que se trabaja de manera ardua para eliminar "alrededor de 60 minibasurales por semana" en la ciudad: "Tenemos entre 6 y 8 personas trabajando, tres camiones y un pala mecánica abocados a esta tarea en toda la ciudad, la cual es grande, por ello contamos con un cronograma de trabajo, comenzando por barrio La Milka, seguimos por el sector oeste y damos toda la vuelta hasta llegar al sector norte, volvemos al este, finalizando en el sudeste", precisaron.
El dato no sorprende. La desaprensión vecina sin dudas es una característica que, en materia de residuos urbanos al menos, se mantiene vigente desde hace años. El trabajo municipal apuntado es un ejemplo de que la situación no ha cambiado. Y que revertirla supone acciones que no siempre tienen su correlato en la mejora del panorama. La tarea vigilante del Estado local no alcanza. La participación de la empresa recolectora de residuos se limita a los domicilios y no interviene en otros sitios y la acción de algunos vecinos continúa dañando el medio ambiente sanfrancisqueño.
En este marco, "todas las semanas tenemos que disponer de personal, camiones y palas para erradicar la basura de lotes baldíos, espacios verdes, obras en construcción. En algunos casos, los vecinos no cumplen con los requisitos de llevar los residuos al relleno sanitario que está abierto de lunes a viernes desde las 7 hasta las 17 y los sábados inclusive", indicó el director de Servicios Públicos, Darío Murature.
Las declaraciones del funcionario a este diario dejaron además un aspecto que puede ser merecedor de polémica. Pidió "mayor colaboración y compromiso" y desde esa repartición se promueve la denuncia contra los vecinos que arrojan basura en espacios que no corresponden: "Estamos recibimos denuncias al 103 permanentemente y a través de Whatsapp al número 3564660931 obtenemos fotografías y así podemos contar con herramientas para poder multar a las personas que no entienden", sostuvo.
Con esta medida, el debate se remite a otra dimensión. Por un lado, se podría apuntar que favorecer la delación o la denuncia anónima promovería la formación de una sociedad "orwelliana", con soplones o delatores, sabiendo que nos falta mucho comportamiento ciudadano para recriminar a otro su inconducta y su desapego a las normas. Por el otro, se sostiene que no es posible mantener una postura inerte frente a quien atenta contra el medio ambiente. Se afirma que debe reaccionarse frente a este tipo de conductas antisociales y que es hora de que dejen de aplaudirse las "avivadas".
Lo cierto es que la extensión de los minibasurales por la ciudad es un fenómeno muy serio, por lo que se justificaría en principio la segunda postura porque está en juego el Bien Común. Aunque el tema viene de lejos y en numerosas oportunidades se han ensayado medidas destinadas a la corrección de una costumbre tan negativa como es la de tirar la basura en cualquier lado y de la necesidad de tomar conciencia de los problemas que se generan a partir de ella. Por ello, la solución definitiva solo vendría de la mano de una educación ambiental permanente y efectiva.