Lecciones de la crisis futbolística
El debacle del fútbol es un reflejo de aquellas actitudes negativas que pululan en grandes porciones de la sociedad, en especial en los sectores donde se toman las decisiones.
A falta de un solo partido, la selección argentina de fútbol se encuentra en una situación límite puesto que ya no tiene margen de error para clasificar al próximo Campeonato Mundial que se desarrollará en Rusia el año próximo. El impacto de semejante situación es muy alto en una población tan apasionada por este deporte como es la nuestra y por las consecuencias de todo tipo que un fracaso puede acarrear, especialmente si se trata del más popular de los deportes.
No obstante, y aguardando que pueda revertirse la situación en el último encuentro, lo que está ocurriendo con el fútbol deja algunas enseñanzas que debieran servir para la reflexión, hecho difícil que suceda puesto que el fútbol es el ámbito de las pasiones. Sin embargo, vale el esfuerzo si se pueden extraer aprendizajes.
De todos modos, es conveniente aclarar que el ecosistema mediático actual dispara las emociones y las sensaciones y deja poco margen para el pensamiento crítico. Los teóricos de la comunicación política y de la comunicación masiva actuales dejan sentado un elemento central a la hora del análisis: quien recibe un mensaje hoy muchas veces no está en condiciones de aprender y aprehender racionalmente los conceptos o ideas, sino que "siente" los significados. Esta afirmación cuya explicación se puede leer en varios estudios sobre comunicación. Es la época de la posverdad. La de los sentimientos que se dan por verdaderos por encima de cualquier circunstancia fáctica.
Aun en este marco conviene extraer circunstancias que han sucedido con el seleccionado de fútbol para efectuar analogías acerca de la realidad nacional en varios otros órdenes y ensayar algún atisbo reflexivo. ¿Qué conceptos hoy pueden ser extrapolados de la crisis que vive el seleccionado de fútbol? Corrupción, soberbia, exitismo, fanatismo, improvisación, por ejemplo.
Es posible que la corrupción sea uno de los principales factores que deje a los aficionados al fútbol con la amargura de no poder participar de un Mundial. Aquella votación empatada para la elección del presidente de la AFA y la imposibilidad de poner coto al accionar mafioso de algunos barrabravas son muestras inequívocas de la podredumbre. La crisis casi permanente de la Argentina tiene estrecha ligazón con las prácticas corruptas en el Estado, en las empresas, en los gremios y en varios otros ámbitos de la vida social.
La soberbia de creerse los mejores, el exitismo que determina que solo importa ganar sin medir los medios para hacerlo, amén de destrozar hasta la dignidad de las personas y el fanatismo que divide, rompe estructuras y genera violencia son otros condimentos de la actual realidad futbolística que pueden ser extraídos como hechos negativos que cualquier sociedad tendría que sopesar, atenuar y combatir.
Por último, la improvisación ha "salvado" tantísimos errores en nuestro país. Es producto del del ingenio creativo, de aquello que se soluciona -al menos temporariamente- "atando con alambre". Queda claro este tiempo que exige adecuada planificación, organización y estructuras serias, tanto en el deporte como en cualquier otra faceta de la vida. Aquella inventiva que permitía "salir del paso" de manera más o menos elegante y de la que durante años la Argentina se vanaglorió, hoy va camino a ser una quimera debido a la complejidad de los procesos que se viven.
El talento innegable de las individualidades argentinas -en cualquier contexto- quizás permita al seleccionado de fútbol clasificar al Mundial. Es el significado que hoy se "siente", casi como una esperanza. Pero debiera quedar explicitado con contundencia que la debacle del fútbol es un reflejo de aquellas actitudes negativas que pululan en grandes porciones de la sociedad, en especial en los sectores donde se toman las decisiones.