Las masacres carcelarias de Brasil y una advertencia
Nuestra editorial de hoy.
Serios incidentes y motines en varias cárceles brasileñas dejaron como saldo más de 100 víctimas fatales en los pocos días que lleva este año. Los episodios, sangrientos y de características truculentas, han generado reacciones en todo el mundo y obligaron al gobierno del vecino país al anuncio de un nuevo Plan Nacional de Seguridad Pública que autorizó el envío de tropas federales y equipos a los estados Amazonas, Rondônia y Mato Grosso, con el objeto de evitar que se repitan esos disturbios.
Brasil es el país con la cuarta mayor población penitenciaria del mundo. Los informes provenientes de los medios de comunicación de ese país y también de la prensa internacional refieren a que se ha vuelto a abrir un debate perenne: qué hacer con las prisiones en las que el hacinamiento y la violencia son moneda corriente.
A estas condiciones paupérrimas e infrahumanas, indeseables incluso para el peor criminal, se suma un elemento perturbador que también debiera generar alerta en los países vecinos, entre ellos el nuestro. Se trata de la guerra entre pandilleros de grupos de narcotraficantes que luchan por el control del sistema penitenciario federal en Brasil y fuera de las prisiones están enfrascados en un combate sin reglas ni tregua por el manejo del tráfico de cocaína.
Esta situación demuestra el fracaso del Estado. La magnitud de la impericia oficial es tal que los narcos controlan los centros penitenciarios, "donde actúan como jueces, jurado y verdugos. La mayoría de las prisiones están repartidas entre pandillas rivales. La administración gubernamental se queda en meras palabras. Los expertos describen a las facciones del narcotráfico como un "Estado paralelo". Desde hace tiempo las pandillas reclutan a sus miembros en las cárceles y organizan negocios de tráfico y crimen organizado desde el interior. Las investigaciones han encontrado que el 70 por ciento de los reos que salen de prisión terminan regresando. Gobiernos sucesivos, Naciones Unidas y grupos de derechos humanos han descrito edificios en ruinas donde la tortura y la violencia sexual están fuera de control.", sostienen los informes periodísticos sobre el tema.
Para la organización Human Rights Watch, todo ello demuestra el descontrol y abandono del sistema penitenciario en el mayor país de América Latina. "En las últimas décadas, las autoridades han abdicado gradualmente de su responsabilidad de mantener el orden y la seguridad en las prisiones", dijo la organización.
Este contexto de victoria terminante del narcotráfico y sus facciones criminales por sobre la ley, debe encender la alarma en la Argentina también. Los carteles de la droga encontraron campo fértil en la última década y se han instalado aquí. La barbarie en las cárceles brasileñas es el ejemplo de cómo dirimen su "reinado" ante un Estado que deja indefensa a la ciudadanía.