Las dueñas de los cielos
María Inés Fassi y Agostina Segovia rompieron con los estereotipos y se animaron. Son las dos únicas mujeres pilotos de avión privado en nuestra ciudad. Con 71 y 26 años respectivamente, remarcaron que todavía sigue siendo una actividad machista y destacaron la "libertad" que sintieron al poder volar.
Volar sigue siendo cosa de hombres. En nuestra ciudad, solo dos mujeres conquistaron los cielos con avión a motor. De hecho, tuvieron que pasar 37 años para que la segunda mujer obtenga el carné habilitante de piloto privado de avión en el Aero Club San Francisco.
La pionera fue María Inés Fassi (71) que voló el cielo de nuestra ciudad en 1979, cuando el mundo era firmemente machista. De hecho, fue luego de enviudar, con 32 años y sus hijos ya crecidos que se animó a estudiar con varones.
En 2016, casi cuatro décadas después, llegaría una rebelde adolescente recién egresada del secundario que incursionó nuevamente en la aviación local. Se trató de Agostina Segovia (23), y con ella se terminó la lista.
Según confiaron desde el Aero Club San Francisco, desde los inicios de la actividad en 1932 se recibieron un centenar de pilotos. De esos, solo dos son mujeres. Un número minúsculo que también se refleja a nivel nacional en la aviación comercial, donde el 1,33% lo cubre el sexo femenino.
Tanto Fassi como Segovia reconocieron que la falta de mujeres en la aviación es por el desconocimiento que rodea a esta actividad ya que se considera un ámbito únicamente de varones y casi imposible para una chica.
Las pilotos aseguraron que las aviadoras le aportan disciplina y orden lo que las potencia para corretear la pista, tomar la palanca y volar.
Apasionadas por surcar los cielos, confesaron que dejaron de volar por los altos costos que implica, ya que dos horas de vuelo pueden llegar a costar $10.000 entre combustible y servicio de instructor. Sin embargo, tanto María Inés como Agostina no dejan de soñar cada noche que despegan hacia lo que ellas llaman la libertad total.
- Pasaron casi cuarenta años para que hubiera una segunda piloto privado de avión. ¿Por qué creen que sucedió esto?
- María Inés: Hay mucho desconocimiento sobre qué es ser piloto de avión y se cree que las mujeres no podemos hacerlo. Si una mujer puede conducir un camión o un auto que son un peligro inminente en la calle, ¿Por qué no va a poder comandar un avión? Esto lo puede hacer cualquier persona, porque tenemos la capacidad de hacerlo, pero sin perder la feminidad. Son miedos instalados por la sociedad.
- Agostina: La gente se sorprende cuando ven
una mujer piloto porque socialmente siempre mandaron los hombres y más en este
rubro como en otros como en la mecánica. Pero el grave problema es el
desconocimiento que hay sobre esta profesión. Las cosas cambiaron en casi cuarenta años a
favor nuestro y sin embargo, seguimos siendo solo dos.
María Inés Fassi, a los 71, disfruta de volar
- ¿Por qué dejaron de volar?
-M. I.: Por algo básico, lo económico. Es feo venir un ratito nada más y luego tener que pagar un precio desorbitante. Es como ir a una heladería y no poder tomar un helado. "Sigo soñando que estoy carreteando por la pista, llego a noventa kilómetros y tomo la palanca para ascender escuchando a mi instructor que me dice "palanca atrás" . Son momentos que tengo grabado a fuego, momentos hermosos y uno no se puede olvidar de lo vivido".
-A.: La plata es el problema principal. Hoy tengo otras prioridades como mis estudios universitarios y mi familia.
- ¿Por qué ser piloto de avión?
-M. I.: Siempre me gustó la adrenalina y hacer cosas diferentes. Crecí en una familia patriarcal con un padre machista y lejos estaba la posibilidad de ser piloto de avión, que para él era una cosa de hombres. Imaginate que ni a natación podía ir por ser mujer. Un día lo vi a mi hermano mayor saltar en paracaídas y eso me marcó a fuego. En ese momento supe que quería pilotear un avión. Me casé jovencita, enviudé y a los 32 años con mis hijos ya crecidos, sentí las ganas de hacer eso que nunca había podido hacer y una de ellas era volar.
- A: De muy chica quise ser piloto de avión. De hecho, hice el curso apenas terminé el secundario y para ello necesitaba el permiso de un adulto, que en este caso fue de mi padre que siempre me apoyó. Volar te levanta la autoestima.
Agostina Segovia, la dueña de la cabina
- ¿Tuvieron miedo alguna vez?
- M. I.: La única vez fue cuando volé con mis dos hijos. Creo que eso tuvo que ver con el instinto maternal que tenemos las mujeres y la necesidad de protegerlos de cualquier peligro, pero cuando una vuela se siente la libertad total y eso es lo que más amo en la vida.
- A: Cuando iba sola, no; pero si iba de acompañante me daba miedo. No hay mejor sensación que sentir la vibración del motor cuando se está piloteando. Algunas veces sentí frustración de pensar que no podía, pero siempre le puse mucho empeño.
- ¿Qué le aporta la mujer a la aviación?
- M. I.: Medimos más el riesgo y somos más disciplinadas. El hombre no mide el peligro.
- A.: La mujer es más ordenada que el hombre. De hecho, un inspector de vuelo me aseguró que somos más prolijas que los chicos.
- Las estudiaron con hombres. ¿Cómo fue ser la única mujer en el aula?
- M.I.: Había mucha camaradería y eso se sigue manteniendo en el Aero Club. De hecho, recuerdo que habíamos forjado una amistad tan linda que nos fuimos de campamento con los compañeros y el instructor.
- A: El trato es de igual a igual, tanto de instructores hacia los alumnos como entre compañeros.
Son pioneras en un ámbito dominado por hombres. Dicen que volar es su pasión
- ¿Los hombres les marcaron limitaciones?
- M. I.: En mi época había un problema y era que a la hélice del avión había que "darle pala", es decir, arrancar a mano. Era un momento de riesgo y los varones no querían que corra peligro, pero lo hice porque tenía que aprender.
- A: Los hombres son respetuosos y educados. Siempre buenos compañeros. Te dan el lugar como un par más y eso es lo importante de la aviación, la camaradería.
Solo 22 mujeres pilotean aviones comerciales en la Argentina, el 1,3 % del total
Veintidós mujeres pilotean aviones comerciales en la Argentina, sobre un total de 1623 pilotos, y el número disminuye a 15 en la aerolínea de bandera, un escenario que busca cambiar Pamela Suárez, al frente del organismo encargado de determinar las causas de accidentes en el sector civil: "debemos ser parte de la aviación en el lugar que queramos".
De acuerdo con un informe presentado por la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiaac) que reúne información del Ministerio de Transporte de Nación, las mujeres que pilotean aviones comerciales representan apenas el 1,3 por ciento del total y en el caso de Aerolíneas Argentinas el 1,16 por ciento.
Fuera de la cabina de vuelo, en Aerolíneas Argentinas las mujeres en puestos directivos y sectores operativos alcanzan, en cada uno, poco más del 26 por ciento, mientras que dentro de las áreas administrativas superan el 42 por ciento.
"Las mujeres tenemos que tomar conciencia de que no sólo podemos sino que debemos ser parte de la aviación en el lugar que queramos", dijo a Télam Pamela Suárez, titular de la Jiaac desde 2013.
Si bien que una mujer esté al frente del organismo encargado de determinar las causas de accidentes e incidentes en el ámbito de la aviación civil es buen síntoma y un gran precedente, lo cierto es que, por ahora, es parte de una realidad excepcional.
"La aviación me tomó de casualidad, yo soy especialista en administración pública, hace más de 25 años que trabajo para el Estado y recién cuando me derivaron al área de Transporte me empecé a conectar con la aviación", contó.
Sobre su avance en ese medio, agregó: "te vas metiendo y terminé trabajando en la JIAAC que de por sí es un área muy compleja y cerrada porque era gente que venía de la Fuerza Aérea y ver a una mujer ahí generaba mucha resistencia".
"Ésa es Regina, en 2013 se convirtió en la primera investigadora después de 60 años de vida de la Jiaac", aseguró Pamela señalando una foto colgada en la oficina donde se ven los investigadores de un accidente en Marcos Paz y, entre ellos, resalta una única mujer.
Al respecto, recordó que "si bien ella era técnica mecánica, al principio sus compañeros la ponían a hacer trabajo administrativo, pero después se fueron acostumbrando".
Hoy aquella incorporación se convirtió en un hito para la organización que ya cuenta con 2 mujeres dentro de los 24 investigadores de campo.
Junto a Suárez está Enriqueta Zambonini, de 38 años, investigadora y piloto de familia aeronáutica que creció acompañando a su padre, ingeniero del sector en Aerolíneas Argentinas. "Un día entré en la cabina y dije 'quiero que esta sea mi oficina'" y años después comenzó la carrera, contó a Télam.
Su primer trabajo fue volar aviones privados: "Fui a buscar uno a Estados Unidos para un cliente de acá y empecé a hacer eso hasta que el último que traje me lo quedé volando hasta juntar las horas necesarias para aplicar como piloto de una aerolínea comercial", señaló.
Y si bien jamás dudó de su vocación ni de sus posibilidades por cuestiones de género, Zambonini admitió que algunos pasajeros se llegaron a bajar de sus vuelos "al ver que piloteaba una mujer".
Hasta que en 2017 comenzó a trabajar como investigadora de la JIAAC y se convirtió en la segunda mujer en ocupar ese rol.
"Si hay mujeres que fueron abriendo camino está bueno avanzar y pensar qué cosas articulamos para que la igualdad sea práctica", agregó.
Al respecto, Suárez detalló que "el mayor porcentaje de egresados en carreras técnicas son mujeres que llegan a determinado nivel y empiezan a decidir si quieren ser madres o avanzar en la carrera".
Sucede que las estructuras de las aerolíneas no están "preparadas para la igualdad de condiciones y no llegan muchas pilotos porque se requieren muchísimas horas para eso".