“La mujer le aporta sensibilidad y creatividad a la literatura”
A sus 77 años, Rosita Berón de Ricci mantiene vivo el espíritu del taller literario "Alfonsina Storni" que lleva dos décadas. La docencia, su profesión y vocación de toda la vida, la convirtió en la protectora de la narrativa y la poesía. "El amor es la regla fundamental para escribir y leer", aseguró la escritora.
"El amor es la regla fundamental para escribir y leer", reza Rosita Berón de Ricci, fundadora del taller literario "Alfonsina Storni", que está celebrando 20 años de existencia.
Eternizando la literatura, la escritora oriunda de Balnearia va por su sexto libro, la segunda parte de "Bajo un cielo de amor", donde navegó por los senderos de su propia vida.
Estas producciones, siguen viajando por el mundo llegando a países como España y Cuba, donde se interesan por la historia de esta mujer de 77 años que se autodefine como una militante de las letras que defiende a capa y espada el taller que con tanto orgullo fundó junto a otras mujeres.
- Veinte años del Taller literario Alfonsina Storni...
Pasó mucho tiempo ¿No? Un día de 1999 recibí una llamada telefónica de Nelly Culasso, para que organizáramos un espacio literario. Con su ayuda y la de otras mujeres hicimos una convocatoria y fue un éxito. En estos veinte años perdimos nueve integrantes.
- El nombre del taller tiene gran peso para la literatura argentina...
Se eligió por consenso. Alfonsina Storni fue una escritora que a todos nos llegó y tuvo mucho para dar, con una sensibilidad a toda prueba y una vida muy difícil, como madre soltera. Ella era feminista.
- El inicio de este taller y quienes lo mantuvieron, siempre estuvo en manos de mujeres. ¿Por qué siempre es el género femenino el que está frente a este tipo de iniciativas?
La mujer le aporta la sensibilidad y la creatividad a la literatura.
- El taller está conformado por personas
jubiladas. ¿Por qué no hay jóvenes atraídos por la literatura?
Los chicos están más cerca de la tecnología que de los libros. Este taller lo eligen mucho las docentes jubiladas porque es una forma de sentirse vivas. Mi esposo me pide que lo deje, pero no puedo porque esto es mi vida.
- ¿Hay nuevas generaciones de escritores?
Hay pocos interesados. Si no leés, no te interesás. Llevamos la literatura a las aulas de la ciudad pero los chicos se interesan un momento y después se apaga la llamita. ¿Por qué no puede haber una simbiosis entre la tecnología y el libro? Es más cómodo el Instagram y Google.
"No podría vivir sin la escritura. Es el motivo de mi vida.La inspiración llega desde lo social. En escribir hay algo de talento, pero también de esfuerzo"
Docente, madre y presidenta
- ¿Cuál es el género que más le gusta?
Escribí siempre poesía pero la narrativa me gusta también. No podría vivir sin la escritura. Es el motivo de mi vida. La inspiración llega desde lo social. En escribir, hay algo de talento pero también de esfuerzo.
- Su quinto y último libro publicado transita otro sendero; no el de la poesía sino el de su propia vida.
Sentí que era momento de escribir mi propia historia y fue fácil. Hoy mis libros son reclamados en Cuba y España, donde parece que se los lee porque les recuerda el pasado de otras generaciones.
Esta es la primera vez donde escribo la realidad, con los pies en la tierra, aunque hay algunas metáforas.
Muy pronto escribiré la segunda parte. Tengo material para seguir escribiendo.
- ¿Cuáles fueron sus primeros acercamientos a la literatura?
En casa teníamos decenas y decenas de libros por mi mamá docente. Cuando fue nombrada directora de una escuela de Balnearia, localidad de la que soy oriunda, nos fuimos a vivir a la institución. Siempre viví entre libros. Por una enfermedad de mi madre tuvimos que venir a vivir a San Francisco. Mis hermanas mayores ya estaban como pupilas en el Instituto Inmaculada Concepción de esta ciudad y cuando llegué, mi tía se confundió y me inscribió en el Colegio Nacional San Martín. De todos modos, la institución gozaba de un alto prestigio educativo y luego, pasé a la Escuela Normal "Dr. Nicolás Avellaneda" donde egresé como Maestra Normal Nacional. Luego hice el profesorado y hace 10 años, la licenciatura.
- ¿Dónde dejó su huella?
Creo que estuve en todas las escuelas de San Francisco (risas). Trabajé como suplente en las escuelas Río Negro, Sarmiento y en el Instituto San Francisco de Asís. Pero me nombraron titular en la escuela Combate de San Lorenzo, de la zona rural de Balnearia, gracias a la influencia de mi madre y mis buenas notas. En ese momento estaba embarazada de mi primera y única hija, Patricia. Allí vivía durante la semana con ella sola, lejos de mi marido y padre de la nena, y volvíamos los fines de semana. Recuerdo que me ayudaba la tambera, viajaba por camino de tierra, andaba en sulky. Era mucho el esfuerzo que hacíamos en esa época y todo para que yo pudiera ejercer mi profesión. Estuve también como docente en Miramar de Ansenuza y Colonia Marina, donde viajé todos los días durante 8 años. Volví a San Francisco, para dar clases en la José María Paz y terminé mi carrera como vicedirectora de la escuela J. B. Iturraspe.
- Tuvo una vida agitada, entre la maternidad y la profesión...
Sí y mucha gente me ayudaron. Las docentes de hoy no aceptan cargos en otros lugares que no sean en su ciudad y hay mucha necesidad en los pueblos. Las jóvenes no aceptan, renuncian.
- Dijo que se recibió de licenciada hace 10 años ¿Volvió a las aulas a los 67 años?
Nunca es tarde para estudiar y siempre me gustó hacerlo. Tuve la posibilidad de estudiar la carrera en la sede de la Universidad de Santiago del Estero que funciona en el Ipet Nº 50 "Emilio F. Olmos". En tres años, me recibí de Licenciada en Educación Primaria EGB1 y 2. Ahora estoy estudiando el idioma italiano.
-Además del taller, fue presidenta de la Sociedad Argentina de Escritores.
Fue un gran esfuerzo el traer la Sociedad Argentina de Escritores (Sade) a San Francisco. El objetivo era ayudar a los escritores locales para que tuvieran su espacio en la literatura a nivel nacional.
- ¿En algún momento piensa dejar de escribir?
Escribir es como el amor, pero con mayúsculas. Escribir es vida.