La guerra comercial entre potencias
Estados Unidos y China llevan adelante un choque de pesos pesados, cuyas derivaciones seguirán impactando en todos los mercados del mundo. La esperanza de un consenso que termine con la indefinición y las amenazas surgidas en la cumbre del G20 que se llevó a cabo en Buenos Aires se mantiene, aunque las dudas persisten.
Las dos principales potencias de la
actualidad se encuentran librando una guerra comercial cuyas derivaciones
seguramente continuarán impactando en todos los mercados del mundo. El último
round de esta batalla lo dio el presidente norteamericano, Donald Trump, cuando,
con un simple tuit, anunció la imposición de nuevos aranceles a los productos
de China y emplazó a Pekín a lograr un acuerdo urgente.
La iniciativa del habitante de la Casa Blanca, polémico personaje pero que muestra pulso de acero en algunas cuestiones como la política comercial de su país, pareció tomar por sorpresa a las autoridades chinas y provocó el desplome de los mercados asiáticos. Por fortuna, algunas otras facetas del episodio permitieron que este nuevo sacudón no se sintiese tanto en la castigada economía argentina. No obstante, del futuro de esta disputa depende y mucho el futuro de la economía y las finanzas en todos los países del mundo.
Las noticias provenientes de las agencias internacionales señalan que la reacción del gobierno chino frente a esta nueva arremetida del mandatario estadounidense solo fue diplomática. En efecto, en su rueda de prensa diaria, el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Geng Shuang, ha tratado de minimizar el hecho, al recordar que "este tipo de situación ha ocurrido muchas otras veces". "Seguimos esperando que Estados Unidos y China colaboren para acercarse y busquen lograr un acuerdo mutuamente beneficioso basado en el respeto mutuo. Es algo que no solo se alinea con los intereses de la parte china, sino también los de Estados Unidos", dijo.
Por lo pronto, las exigencias de Estados Unidos de que China refrene sus políticas industriales chocan contra la falta de voluntad de Pekín para pensar en cambios bajo coerción, y, ante ello, la discusión pasa ahora por prestar atención a qué dimensión adquirirán los daños colaterales para la economía mundial. Entonces, surgen los análisis de todo tipo para establecer algún mínimo de certezas en esta cuestión afligente.
De la lectura de los medios internacionales, se decanta que los sucesos se están precipitando. Pero las visiones son disímiles. Por un lado, se afirma que la decisión norteamericana hará cuesta arriba el logro del acuerdo. Por otro, se asegura que el final de la guerra comercial parece estar cerca. Argumentos para una y otra vereda son profusos. Y esto desencadena mayor incertidumbre sobre lo que puede sobrevenir en el comercio mundial.
La apuesta del gobierno norteamericano ha sido fuerte. Y parece haber tomado por sorpresa a China. Los acontecimientos de las próximas semanas dirán hacia qué fiel de la balanza se inclina la realidad. La esperanza de un consenso que termine con la indefinición y las amenazas surgida en la cumbre del G20 que se llevó a cabo en Buenos Aires se mantiene, aunque las dudas persisten. Y, con ellas, el temor al impacto que puede generar la situación en la economía ya muy castigada de muchas naciones emergentes como la nuestra.