La discusión por el bono de fin de año
No hay ninguna duda de que el poder adquisitivo de los salarios debe ser recompuesto. Y también se acuerda en que es necesario atender a los sectores de ingresos fijos, los más perjudicados siempre por la inflación. La cuestión es el cómo.
La decisión política parece estar tomada: habrá un bono de fin de
año para que los ingresos salariales de los trabajadores del sector privado
puedan compensar la inflación anual. Es posible que por decreto salga una compensación
de 5000 pesos cuyo pago aún no tiene modalidades establecidas.
La medida, similar a la que en 2002 tomó el entonces presidente Eduardo Duhalde, se inserta en un debate que se repite cada fin de año. La impericia de los gobiernos para frenar el alza de precios obliga a que se extremen medidas para calmar el mal ánimo social y, al mismo tiempo, devolver a los trabajadores algo del poder de compra perdido. En este caso, además de una medida que procuraría mejorar el consumo y mitigar el estancamiento económico, existe un objetivo que no se difunde abiertamente: evitar un paro general de la CGT en los días previos a la reunión del Grupo de los 20 que se realizará a fin de mes en Buenos Aires.
Lo cierto es que las cámaras empresarias y la CGT han demostrado vocación de diálogo para llegar a buen puerto. Pero las diferencias en las visiones son difíciles de arrimar. Está claro que la central obrera busca reforzar su liderazgo y, al mismo tiempo, encontrar algún modo de que los bolsillos de la clase trabajadora se alivien un tanto. También es evidente que la realidad de la industria y el comercio no es floreciente y que existen sectores en mejor posición que otros para afrontar el pago del bono.
En este marco, es sintomática la declaración de las autoridades de la Cámara de Industriales Metalúrgicos y de Componentes de Córdoba. Los empresarios del sector que operan en la provincia se sumaron a las expresiones que dudan de la viabilidad de la propuesta del gobierno: "Todos estamos mal. Nadie discute que los empleados necesiten cobrar más, pero las empresas no están en condiciones de pagarlo", explicó Gustavo del Boca, vicepresidente de la citada entidad empresaria. Y agregó: "Para que las empresas paguen buenos salarios es necesario que tengan rentabilidad. El problema va a ser cómo pagar salarios, aguinaldo y bono sin trabajo y con un costo financiero tan alto".
Ante este panorama, quienes impulsan desde el Estado el pago de este bono trabajan en opciones que permitirían ayudar a cumplir con esta disposición que está a punto de salir. Entre ellas, establecer que el pago será a cuenta de futuros acuerdos paritarios, financiamiento a las empresas a tasas menores que las vigentes o descontar los pagos del impuesto a las ganancias. En todos los casos, se requieren acuerdos muy finos para que este tipo de alternativas pueda darse en la realidad. En especial, se requerirá consenso entre empresarios y sindicalistas para que sea un adelanto salarial a cuenta de futuras negociaciones. Y, en ese contexto, no se comprende cómo suena lógico en los escritorios oficiales que una empresa deba seguir endeudándose -aun cuando las tasas puedan ser viables- tan solo para cumplir con la medida.
No hay ninguna duda de que el poder adquisitivo de los salarios debe ser recompuesto. Y también se acuerda en que es necesario atender a los sectores de ingresos fijos, los más perjudicados siempre por la inflación. La cuestión es el cómo. Con una medida que puede ser tildada de demagógica por algunos y que tendría impacto importante en cientos de pequeñas y medianas industrias especialmente o con una política económica e industrial que ayude a levantar persianas, crear empleo y devolver condiciones para el crecimiento de la producción.