La confirmación de otra grieta
Así como las encuestas están pasando a ser piezas de museo frente a la constatación de que la mayoría de ellas falla en sus pronósticos electorales, también parecen estar quedando fuera de foco las percepciones de muchos de los dirigentes y gobernantes.
Luego de las elecciones primarias y de los resultados que siguen provocando reacciones, comentarios y movimientos en los cimientos del poder político, una de las discusiones que asomó se centró en los temas de la agenda de la campaña que utilizó el gobierno nacional y sus candidatos para obtener el favor de la ciudadanía en las urnas.
Mientras se advertía el alejamiento de sectores juveniles de las huestes oficialistas, se intensificó una andanada de declaraciones y decisiones respecto de cuestiones que, supuestamente para los estrategas de campaña, forman parte de las preocupaciones de amplias franjas de la población, no solo la de más corta edad. Y se tomaron medidas de gobierno destinadas a generar la imagen de que se gana la adhesión de buena parte del electorado atendiendo las demandas -muchas de ellas razonables- de algunos sectores que dicen representar a minorías puntuales.
Así, en medio de la extensa cuarentena se promovió el debate por la interrupción del embarazo, se atendieron demandas relacionadas con el género destinándose a esas políticas recursos que superan los destinados a seguridad, se promovió la imposición del lenguaje inclusivo. Y ya en campaña electoral se pretendió capturar votos con apelaciones al goce sexual y a la libertad para el uso de drogas, se otorgaron documentos en los que no se consigna el sexo de la persona, al tiempo que se expresaba el beneplácito por el "formidable debate" en un aula en la que solo se pudo ver la iracundia fanática de una docente.
En una columna editorial reciente se afirmó al respecto que la mirada de la política se queda en estos temas que están en la superficie, pero no se contemplan datos de la realidad mucho más preocupantes para la vida de los argentinos. Esto "confirmaría un diagnóstico errado", se puntualizó. Esto quedó confirmado en el resultado de las Paso. Porque, si bien es verdad que algunas de las citadas temáticas son reclamadas por algunos grupos sociales, la inquietud mayoritaria atraviesa asuntos mucho más urgentes: carencia de trabajo, falta de seguridad, pérdida del poder adquisitivo de los ingresos en los hogares por la constante inflación, pobreza creciente, grave deterioro educativo potenciado por la no presencialidad, vacunas insuficientes cuya aplicación se entendió como una faceta más del empecinamiento ideológico, angustia por la incertidumbre en materia de salud y por la imposibilidad de despedir a los seres queridos que fallecieron, preocupación por las secuelas del encierro, entre otras.
Así como las encuestas están pasando a ser piezas de museo frente a la constatación de que la mayoría de ellas falla en sus pronósticos electorales, también parecen estar quedando fuera de foco las percepciones de muchos de los dirigentes y gobernantes, alejados de la realidad cotidiana, entusiasmados por lo que supuestamente es la actual "corrección política".
En un país en el que la decadencia se ha convertido en un elemento con el que se convive a diario, las Paso confirmaron la existencia de otra grieta: el grave distanciamiento entre la mirada miope de cierta dirigencia y las reales preocupaciones instaladas en la agenda ciudadana.