El secreto de una vida longeva
Juana Cerdá Pascual cumplió, el 4 de octubre pasado, 99 años. Sin embargo, su espíritu joven intacto y una memoria que no traiciona, no revelan su edad.Proveniente de Murcia, España, llegó con su familia a la Argentina y se instaló en la ciudad de Córdoba donde con enorme sacrificio pudo salir adelante.Esta coqueta dama que desde hace seis años vive en el barrio El Prado de nuestra ciudad, abrió las puertas de su corazón y su casa para contarle a VOZ MUJER los secretos de vivir con plenitud prácticamente un siglo. "Lloré y sufrí mucho en mi vida, pero siempre salí adelante", asegura.
"Estamos buscando a "la gallega". ¿Está Jua...?", pregunta VOZ MUJER en avenida Primeros Colonizadores al 2500. La pregunta no terminó de ser concretada cuando una voz potente, que mezclaba el acento español con el cordobés, silenció a esta periodista: "Yo soy Juana, pero no soy gallega, soy española y ¡con mucho orgullo!. Los gallegos están en Galicia y yo soy de Murcia. Ahora, ¿qué quieren saber de mí?", expresó la mujer de cuerpo pequeño pero que denota fortaleza en los casi 1,50 metros de estatura.
Con ayuda de su nieta política, Daniela De María, mates de por medio y un vasito de agua -"para poder charlar largo y tendido"-, Juana, abre el diálogo y du relato nos invita a viajar en el tiempo. Vital y fresca, siempre regalando una sonrisa. "Trabajé mucho, ese es el secreto de mi vitalidad", confiesa.
- 99 años... No es poca cosa.
Los cumplí el 4 de octubre. No sé si llegaré a los cien pero me siento muy bien a pesar de que hace unos 20 días tuve una complicación de salud. Me operaron de cálculos en la vesícula, tenía un dolor terrible. Es la segunda operación que tuve en mi vida, porque la otra había sido de apendicitis.
- ¿Su familia es su sostén?
Son lo mejor del mundo. Mi hija, mi yerno, mi nieto y nieta política y mis bisnietos son todo para mí.
- ¿Cómo llegó a la Argentina?
Vine en 1930 porque en España estaba llegando la Guerra Civil. Mi padre vino antes a la Argentina con mis dos hermanos mayores, pero con la intención de regresar a nuestra tierra, pero la situación en Europa era muy dura y se aproximaba la guerra, entonces teníamos que escapar. Mi padre mandó a llamar por mi madre, por mí y mis cinco hermanos menores que yo. Llegué acá con 13 años en un viaje en barco muy riguroso.
- ¿Recuerda cómo fue el primer contacto con nuestra tierra?
En la Argentina por aquel entonces las cosas no estaban tampoco del todo bien, había crisis y se luchó mucho. Cuando llegamos al país, nos instalamos en Córdoba. Mi papá y mis hermanos trabajaban pero a los siete años de estar en la Argentina mi padre falleció, mis hermanos mayores formaron su familia y tuve que ayudar a mi madre y a mis cinco hermanos menores. Me puse la familia al hombro.
- ¿De qué trabajaba?
Trabajé mucho durante toda mi vida, ese es el secreto de mi vitalidad. Hacía lo que podía: limpiaba casas; lavaba ropa ajena... porque otra cosa no sabía hacer.
- ¿Pudo educarse en España o en la Argentina?
Cuando era una bebé, con dos meses de vida, mi ojo derecho de enfermó. Para esa época, los médicos no te daban muchas soluciones. Me pusieron una gota y me quemaron el ojo. Cuando iba a la escuela, mi ojo empezaba a sangrar y por eso tenía que dejar y encerrarme en una habitación sin viento y sin luz. Tenía una úlcera, pero no la trataron. Me dijeron que de adulta iba a pasar, pero no. No sé escribir, aunque me encanta leer. Mi nombre lo escribo pero no sé algunas letras.
Una vida intensa de casi cien años. "Trabajar mucho es el secreto de mi vitalidad"
-Se enamoró en nuestro país...
Sí, pero de un italiano, el padre de mi hija, que se llamaba José Lancini. En realidad, antes era más conveniencia para irte de casa que amor, pero fue mi único hombre, aunque un correntino me dejó plantada porque no me esperó y se volvió a Corrientes.
- ¿El italiano la cautivó?
Lo conocí haciendo las compras en su negocio en el Mercado Norte de la ciudad de Córdoba. Antes no era como ahora. Tuvimos que pedir permiso a mis tíos para vernos en su casa y ahí él me visitaba. Él estaba solo en la Argentina y buscaba una chica buena como yo. En tres meses y medio, nos casamos.
- ¿Cómo llegó a San Francisco?
Primero, mi hija Emilia Lancini asistió a un casamiento cuando era muy jovencita y allí conoció a su actual marido (Clerio Quaglia) que es de aquí, de San Francisco. Al poco tiempo, ella se vino a vivir con él y yo me mudé con ellos por un año y medio hasta que ella se adaptó, pero regresé enseguida a mi querida docta. Mi nieto quería estudiar kinesiología en la Universidad Nacional de Córdoba y en una de las tantas visitas mías a San Francisco le dije: "Si tus papás no te pueden ayudar, te venís a vivir conmigo" y así fue que José se vino a Córdoba. Cuando se recibió, me invitó a vivir con él y su familia, y vine encantada, pero siempre extraño a mi ciudad.
- ¿Volvió alguna vez a su tierra natal?
De pasada. Estuve recorriendo Europa con mi marido por siete meses hace mucho tiempo atrás, pero nos asentamos en Italia, la tierra de él.
Ajo a todo
"Abuela, ¿por qué no cuenta que el secreto de su dieta es el ajo"?, interrumpió Daniela con el comentario. La sorpresa de VOZ MUJER se correspondió en pregunta:
- ¿Así que ajo, no?
Sí, le pongo ajo a todo. A los bifes, la milanesa, la ensalada... La hago tipo mayonesa. Le pongo a todo.
- ¿Y eso le da energía?
Capaz que sí. Me encanta y es muy saludable.
- ¿También consume un diente cada mañana?
¡No! eso no, pero sí con cada comida que puedo. Ahora la vesícula me tiene a mal traer, pero hay Juana para rato y el cumpleaños lo festejamos acá en casa. Abro las puertas y que vengan todos a celebrar conmigo. Lloré y sufrí mucho en la vida pero siempre salí adelante.