Jorge Rinaldi, el ebanista que trasforma la madera en una verdadera obra de arte
El artesano fue convocado para realizar unas importantes puertas y guardas en las paredes interiores de un departamento ubicado en el edificio del Soho de nuestra ciudad. "Este proyecto me llevó casi un año de trabajo dedicándome pura y exclusivamente a esto. Ahora estoy viendo la realidad del mundo que creé y me siento orgulloso porque en estas pieza encuentro mi esencia", afirmó el artista.
Los ebanistas son artesanos de la madera con un gran dominio de su arte, que apuestan por crear piezas de diseño refinado y máxima calidad.
Esta definición es perfecta para describir al ebanista sanfrancisqueño Jorge Rinaldi porque con simpleza detalla los atributos de este artesano de la madera que con sus trabajos demuestra lo esencia de este arte milenario.
Jorge es todo un autodidacta y se puede decir que desde la cuna estuvo marcado para ser carpintero, oficio que heredó de su padre que a pesar de haberlo abandonarlo apenas nació lo continuaron sus hermanos mayores Luis y Víctor. "Siempre digo que nací con un martillo y una madera en la mano. Yo terminé siendo carpintero al igual que mi papá y mis hermanos mayores. A eso de los 4 años, mis hermanos llevaban trabajo a la casa de mi abuela - ubicada en Roca y San Luis - que tenía un galpón. Ellos armaban sillones para aumentar la economía de la casa porque nuestro padre nos había abandonado. Buscábamos la forma de hacer dinero extra. A esa edad, yo me ponía a ordenar maderitas y mis hermano Víctor me decía, quédate acá ayudándome, y así comencé en este oficio de poner cola en una madera que era la escuadra de una silla", contó Jorge.
Su infancia estuvo atravesada por recortes y juguetes que él mismo se podía construir. "Recuerdo cuando la verdulera dejaba los cajones afuera y nosotros los usábamos para hacer los camiones. Las ruedas las hacíamos con las tapas de los vinos y las sacábamos del "Bar Pereyra", que quedaba a la vuelta de nuestra casa. También fabricábamos los kartings de madera, le pedíamos al mecánico los rulemanes y los tirábamos con una bicicleta", aportó el ebanista.
Uno de los detalles que no quiere pasar por alto sobre su niñez fue una situación que vivió en el jardín de infantes. Rinaldi contó que cuando vio el banco de carpintero no lo quería abandonar ni dejaba acercarse a nadie, pero el problema fue cuando la maestra le pidió que pintara un pato y les dio las indicaciones de cómo hacerlo. "La señorita nos dijo que el cuerpo iba amarillo, el pico naranja y el agua celeste. Yo me rehusé a pintarlo así y lo hice verde. La maestra no estaba de acuerdo y llamó a mi mamá para reprocharle mí comportamiento. Después de grande pregunté que había contestado y mi madre me dijo que había dicho que no lo quería pintar igual a los demás. En ese punto me empecé a diferenciar del resto y que lo mío es un proceso creativo. Cuando veo mis piezas que son 'únicas' e 'irrepetibles' pienso que son iguales a ese pato verde", apuntó el artista.
Sus estudios primarios los cursó en la escuela Iturraspe y el secundario lo hizo en el Enet de noche porque tenía que trabajar. "Soy técnico electrónico, pero siempre trabajé de carpintero", señaló Rinaldi.
En su adolescencia empezó a trabajar en la carpintería de Néstor Massa, pero cuando salía continuaba en el taller que había montado en la casa de su madre. El ebanista contó que un dormitorio era donde trabajaba con sus hermanos y el pasillo de la vivienda estaba lleno de materia prima. "Más de una vez mi mamá me ayudaba a tener las cosas que hacíamos porque no tenía un lugar para exhibir. Ella siempre lloraba cuando se iba un mueble porque se había encariñado, pero yo le decía que se ponga contenta porque era plata que ingresaba a la casa", recordó Jorge a su madre, quien siempre fue una gran compañera que le cebaba mate y le mantenía la comida caliente mientras él trabajaba de noche.
Con el tiempo, este carpintero se fue armando sus máquinas con el apoyo de vecinos que le financiaban en cuotas los motores." En el año 1986 y 1987 me compré un terreno y al techo lo hicimos en dos etapas con ayuda de mis amigos porque no tenía la plata para hacer todo junto", relató Rinaldi.
En ese período se especializó en la fabricación en serie de juegos de dormitorios y de comedor hasta la crisis del 2001 que decidió irse a Misiones, donde abrió un aserradero. "Si en San Francisco se reniega, allá es mil veces más y ahí me di cuenta los privilegiados que éramos acá. En esta ciudad un bulón lo compás a 4 cuadras, en Misiones - donde nosotros estábamos - tenés que hacer 35 kilómetros para conseguirlo", afirmó.
Según Rinaldi, en este trabajo dejó huella de su verdadera esencia artística como ebanista.
Nuevo resurgir
En 2015 regresa a la ciudad y fue como un nuevo resurgir en su carrera. "Al regresar me puse en contacto con arquitectos y desarrollistas para contarles que estaba de nuevo acá y disponible para trabajar", indicó Jorge.
En ese período surgió el proyecto del Soho Park. "Cuando ellos vieron mi capacidad se animaron a hacer cosas increíbles", señaló Rinaldi y agregó: "Se me encargó entre otros trabajo la fabricación de una puerta que tiene 4,50 metros de largo por 2 metros de ancho. Son cuatro piezas que si la observan bien coinciden todas las betas y lo más maravilloso es que lo hace en ambos dos lados y eso algo muy difícil de hacer. Esta puerta se la dediqué a mi madre y ahí yo vi mi "pato verde" es algo que me diferencio del resto".
Trabajos llevados a cabo que fueron reconocidos a nivel nacional e internacional.
Pedido especial y distinto
Tras el trabajo en el edificio, el arquitecto Mauricio Mare viene con un proyecto de un cliente quería hacer algo "especial y distinto" en uno de los departamentos de esa torre. "La propuesta era revestir las paredes con molduras de madera y el objetivo era hacer una réplica del Palacio Versalles. Como eso es muy barroco le propuse guiarlo para el lado de la residencia de María Antonieta", apuntó.
"El cliente sugirió una guarda y nosotros le propusimos colocarla en el medio de la moldura. Ningún boiseries del mundo tiene ese modelo porque lo hicimos exclusivamente para este trabajo", precisó Rinaldi.
Con respecto a las puertas del departamento, el ebanista indicó que quiso realizar un trabajo especial y único. "Le propuse trabajar con la raíz del nogal para convertirlas en unas verdaderas obras de artes", señaló el ebanista.
El artista comentó que en estas puertas se puede ver el fruto de su experiencia como ebanista pero también su arte e esencia. "Este es un trabajo muy especial que uno deja la huella de su interior y así me sentí cuando comencé este proceso", afirmo.
"Cuando iniciamos a trabajar con esta técnica y materiales podemos saber cuándo empezamos pero no cuando terminamos. Una delas puertas me llevó más 40 horas de trabajo solamente descansé 3 hora en todo el proceso. La misma está hecha de la unión de con 70 pedacitos de raíces de nogales que van logrando una figura", explicó el artista y cuenta que tras dormirse unas horas cuando regresó al trabajo se sintió disconforme. "Al ver el dibujo me digo 'esto está todo mal hecho y lo desarmé todo sin importar las horas que había invertido en esa puerta".
Rinaldi continuó su relato afirmando que volvió a armarlo. "Eso fue distinto y empezaron a salir cosas en mi cabeza que se fueron adaptando al dibujo y me fui enamorando segundo tras segundo de la figura que iba armando", reveló. Y agregó: "Pero cuando hago las dos partes y doy vuelta el dibujo me doy cuenta que parecía que había estado en la guerra porque parecían todos parches y realmente era muy feo. En el taller tampoco le gustó a mi hijo Daniel ni al arquitecto".
Pero Jorge no se dejó vencer y decidió darle una oportunidad. "Al pasarle un producto fijador que resalta las betas de las madera sin agregarle ningún tono surgió una verdadera obra de arte. Me agarraba la cabeza porque no podía creer lo que había creado", dijo orgulloso el artista.
Jorge reveló en la entrevista que cuando la instaló se le cayeron las lágrimas porque ese trabajo representaba su "esencia artística". "Estas cosas se logran porque soy un enamorado del arte. Estas cosas se hacen cuando se mezclan los sentimientos con tu creación. Cuando instalé esa puerta, se me caían las lágrimas porque esto va más allá de lo económico sino es el combustible que necesita el artista para crear más cosas", finalizó.
Jorge con su hijo Daniel
De la misma madera
Jorge indicó que en esta nueva etapa se encuentra acompañado de su hijo Daniel, que al igual que él siente pasión por este oficio y arte que pasa de generación en generación.
El papá orgulloso contó que su hijo se encuentra cursando la carrera de Ingeniería en Sistema en la Facultad Regional San Francisco de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), pero también se encarga del pulido de las piezas que se llevan a cabo en el taller. "Está pendiente de todo el proceso y es muy detallista es muy gratificante poder compartir con él esta etapa", afirmó el papá, que concluyó con la frase... estamos hecho de la misma madera.