Internet y libertad
La revolución digital de las últimas décadas ha sido impresionante. Nada sorprende esta calificación. Pero con la excusa de "protección" para sus ciudadanos, muchos gobiernos están controlando el acceso a la información y cercenando la libre expresión, entre otras actividades perniciosas. Son decisiones peligrosas que determinan un retroceso evidente.
La revolución digital de
las últimas décadas ha sido impresionante. Nada sorprende esta calificación.
Los cambios en la vida cotidiana fueron tan significativos como profundos como
consecuencia de la irrupción de los nuevos dispositivos y de Internet en la
vida de gran parte de los seres humanos.
El paradigma democratizador de la red de redes amplió las bases de la libertad humana y les otorgó sustentabilidad. Porque pese a los excesos evidentes que el hombre hace del instrumento y de los riesgos que ello implica, no cabe duda de que la arquitectura abierta de Internet ha consolidado a la red como una herramienta central para la libre expresión, el acceso a la información y la comunicación horizontal entre miembros de la comunidad internacional.
Por ello, no sorprende que en algunos países se esté poniendo en tela de juicio el libre acceso a la red. Sea por cuestiones vinculadas con los negocios millonarios que se llevan adelante o por intentos de acallar voces contrarias en regímenes autoritarios, lo cierto es que están apareciendo maniobras del poder para controlar contenidos, censurar algunos de ellos y manejar arbitrariamente la posibilidad de navegación que tiene la gente.
Hace más de un año, en los Estados Unidos, el gobierno derogó una norma que garantizaba la "neutralidad". Por ideología propia y presiones de las gigantes empresas de la red, se decidió que estos prestadores de servicios podían, a partir de allí, bloquear contenidos y ralentizar o favorecer ciertas informaciones por encima de otras. Además, los escándalos por la utilización de información sin consentimiento protagonizados por algunas de estas compañías alzaron la voz de quienes sostienen que deben establecerse mayores controles.
Más acá en el tiempo, el Parlamento ruso -la Duma- aprobó en primera lectura un proyecto que otorga a las autoridades más poder para crear una "Internet soberana". Se declama que el objetivo es defender a ese país de ataques cibernéticos. Pero de implementarse en la realidad constituiría una herramienta para que el gobierno de Moscú controle el tráfico dentro de su país. Por otra parte, en la India se promueven normas que permitirían a los gobiernos exigir el retiro de contenidos y obligar a las empresas a que instalen herramientas de detección para dar con las voces disonantes. China es el que más lejos ha llegado con la aplicación de restricciones y censuras por doquier. Además, varios otros países de gobiernos autoritarios están avanzando en la misma dirección.
Son numerosos los pensadores de este tiempo que advierten sobre los peligros que encierran las acciones de determinados gobiernos sobre la libertad en Internet. Uno de sus padres, Vinton Cerf, sostuvo que "el futuro de la Red está lejos de ser seguro y la historia ofrece muchas advertencias. A unas pocas décadas de la creación de Gutenberg, los poderosos de ese tiempo llegaron a limitar el derecho de imprimir libros", ejemplificó.
Con la excusa de "protección" para sus ciudadanos, muchos gobiernos están controlando el acceso a la información y cercenando la libre expresión, entre otras actividades perniciosas. Son decisiones peligrosas que determinan un retroceso evidente. No se entiende, citando a Albert Camus, que "la libertad no es nada más que una oportunidad para ser mejor".