Inhibir el delito
Las sospechas crecen en torno a la existencia de organizaciones que hacen inteligencia previa para dar con quienes retiran sumas significativas de los bancos y no toman los recaudos preventivos necesarios.
La modalidad delictiva que utiliza inhibidores de alarma de automóviles está en auge en nuestra ciudad. Las bandas que se dedican al hurto de bienes guardados en los vehículos continúan teniendo éxito en el centro sanfrancisqueño, aprovechando algunos huecos en la vigilancia por parte de las fuerzas de seguridad y las cámaras establecidas para tal fin y también el descuido de los propietarios que no se cercioran del cierre efectivo de las puertas.
Además, ante la reiteración de sucesos en los que los montos robados son millonarios, las sospechas crecen en torno a la existencia de organizaciones que hacen inteligencia previa para dar con quienes retiran sumas significativas de los bancos y no toman los recaudos preventivos necesarios.
En este marco, la zona bancaria del centro de la ciudad parece haberse transformado en un ámbito propicio para los delincuentes que utilizan los inhibidores de alarmas. Varios han sido en los últimos días los hechos en los que los delincuentes se hicieron con importantes sumas de dinero para luego huir precipitadamente sin despertar casi ninguna sospecha. Solo en algún caso se consiguió identificar y detener a estos sujetos, por lo que la reiteración de robos similares establece el incremento de la preocupación ante la sensación de inseguridad que se genera.
En los últimos meses lo más llamativo son los montos que algunos vecinos incautos dejan en los automóviles mientras realizan trámites comerciales o bancarios. Y también la detección que hacen los malvivientes, lo que implicaría un trabajo previo muy prolijo que incluso debe contar con apoyo de miembros de la banda que recorren las sucursales de los bancos para encontrar a sus posibles víctimas.
El resto, parece sencillo. El vecino incauto no se percata de que no cerró el vehículo como corresponde aunque creyó haberlo hecho. Es que el uso del inhibidor permite interferir la señal electromagnética que permite activar la alarma y el cierre centralizado de su coche. Cuando la víctima se aleja del rodado, los delincuentes entran en acción sin romper absolutamente nada. Aprovechan el movimiento cotidiano y la gran cantidad de automóviles estacionados para mimetizarse y cometer sus fechorías.
La retahíla de robos cometidos en pleno centro, a plena luz del día, mediante este ardid electrónico obliga al refuerzo de la tarea de vigilancia policial en el sector bancario durante la mañana. Y también exige que los ciudadanos adopten las más estrictas prevenciones para evitar ser víctimas de esta modalidad delictiva que, incluso, genera debates entre los juristas para su encuadramiento. En un caso, por ejemplo, la Cámara de Acusación de la provincia debió intervenir para configurar el delito de hurto calificado contra dos sujetos que fueron detenidos pulsando inhibidores de alarma aun cuando no habían conseguido robar nada. Es decir, el hecho de haber portado un dispositivo de este tipo (y haber estado pulsándolo) fue considerado judicialmente como un delito.
Sin embargo, parece restar bastante para que se encuentre un antídoto eficaz para frenar esta modalidad. Es hora de profundizar el trabajo para que las alarmas de los automóviles suenen cuando deban hacerlo y lo único inhibido sea el delito.