Gastón Blasi: “Cuando entro a un estadio y veo la entrada en calor tengo ganas de saltar la valla y tirar al aro”
Entrevista al ex basuqetbolista Gastón Blasi.
Por Manuel Ruiz
Gastón Bruno Blasi, descansa sus 54 años sobre uno de los sillones de las oficinas céntricas de A&SA, la empresa de comercio internacional que fundó y dirige desde 2003 y que hoy le ocupa buena parte de su vida.
Es viernes por la mañana y quien fuera uno de los mejores jugadores de básquetbol del país a principio de los años 80, recibido como ingeniero mecánico electricista, recibe a LA VOZ DE SANJUSTO para dialogar sobre su actualidad, su conexión con el básquetbol y cómo siente que sigue jugando, a pesar de que hace mucho tiempo no pisa una cancha para tirar al aro.
-Hace poco tiempo atrás te reconocieron en Córdoba, en un partido de la Selección Argentina. ¿Qué te generan los reconocimientos después de tantos años?
Es una linda sensación, es reconfortante y más el hecho de un reconocimiento así. Porque al ser un evento de selección nacional había gente de todo el país, de todos los ámbitos del básquet, entrenadores y exentrenadores, jugadores y exjugadores, periodistas, árbitros; y tener la posibilidad de encontrarme con mucha gente que no veía desde hace muchos años y percibir el reconocimiento de ellos, a pesar de que yo hace 30 años no estoy más ligado a la actividad es muy reconfortante. Qué se acuerden de uno lo es, más allá del agasajo y de la plaqueta en sí.
-Decís que hace 30 años que no estás ligado a la actividad como profesional: ¿De qué manera te conectas con el deporte?
Como aficionado. Estuve ligado de alguna manera a través de la Asociación de Básquet de San Francisco, desde 2007 hasta hace unos tres años atrás, colaborando con las actividades del básquet local. Pero más allá de eso, lo que hago es seguir asistiendo a partidos como espectador, ya sea en la ciudad o cuando tengo la posibilidad de viajar y hay un partido para ver voy, y por televisión lo que puedo ver lo veo. Me gusta el básquet porque es un deporte que evoluciona continuamente y es muy distinto el básquet que jugábamos nosotros, al de diez años después y al que se juega actualmente. Más allá de que la esencia es la misma se va modificando la forma de jugar y entonces para disfrutar del juego, viéndolo, me interesa tratar de entender que se está haciendo dentro de la cancha. Porque sino lo único que ves es el ir y venir de los jugadores y cómo entra o no la pelota, pero no se entiende bien por donde pasa el juego.
-¿Te gusta lo que ves? Ese juego que jugaste durante tantos años de tu vida y que decís que ha mutado mucho desde cuando vos eras parte.
Depende, por ahí veo NBA a esos equipos que basan todo su juego en cambio de pelota rápido, uno contra uno permanente. Ese no es el juego que más me divierte ver, porque no veo tanto de estrategia de juego. Me gusta más lo que hacen los Spurs, no por Ginóbili, sino porque es así el juego de San Antonio. De todos modos es difícil comparar distintas épocas por la evolución que hubo en las condiciones física que se requieren para jugar en el alto nivel. Sin dudas que el talento de los grandes jugadores de otras épocas les alcanza y sobra para poder jugar ahora, por ahí habría que ver si físicamente ese talentoso podría adaptarse al ritmo, a las nuevas exigencias en ese ámbito. En la época nuestra, por ejemplo, yo por primera vez a los 17 años, cuando fui citado por primera vez a una convocatoria de Selección Argentina, empecé a hacer trabajos de sobrecarga con pesas, algo que hoy se empieza a trabajar mucho tiempo antes. Y es casi una condición para poder jugar.
La "sangre" sigue en la madera
Blasi, sin quererlo, ha visto y todavía ve cómo su familia sigue ligada a la actividad que lo marcó como ser humano. Gastón es tío de Agustín Blasi y Bruno Barovero, dos jugadores sanfrancisqueños con pasado en San Isidro y que hoy defienden la camiseta de Libertad de Sunchales en la Liga Argentina (el martes juegan con San Isidro en nuestra ciudad). Y es por ahí, por ellos, donde Gastón encuentra un hecho para meterse y hablar casi sin parar de sus sobrinos, del orgullo que siente y de básquet, claro.
Agustín y Bruno son jugadores profesionales de básquet. De hecho esta temporada comparten equipo y el martes vienen a jugar a la ciudad. ¿Cómo es tu relación con ellos desde el básquet? ¿Los aconsejás o no? ¿Crees que han tenido una presión extra por el apellido, tu apellido, detrás?
Eso del apellido no creo que haya sido un peso para ellos, sinceramente. Ellos me generan una motivación adicional para seguir viendo básquet y por ahí lo que te decía, al estar actualizado de cómo se desarrolla el básquet me sirve para poder darles algunos puntos de vista. Lo he hecho con los dos, desde lo que a mi modestamente me parece. En el caso de Agustín tiene una condición física para jugar básquet de alto nivel, quizás físicamente, por su envergadura podría estar al mismo nivel que Bruno o incluso a un nivel más alto solo por el físico, que hoy en el básquet es trascendental, y también creo tiene mucho talento porque entiende el juego, domina los fundamentos. Quizás le tenga acompañar a su físico largo, alto, un poco más de fortaleza para poder tener mayor presencia física. Esto que le pasa ahora, mucho se lo debe a Bruno (Agustín vuelve a estar en la nómina de un equipo de la segunda del básquet nacional después de varios años). Porque Bruno lo invitó a que vaya entrenar a Libertad, fue y se probó y demostró que estaba para quedar. Creo que Agustín si logra tener un entrenador que logre identificar el potencial que tiene como jugador y lo ayuden a trabajarlo, en el lapso de tres o cuatro años, su techo puede ser muy alto. En el caso de Bruno es un jugador consolidado, reconocido a nivel nacional pero no por eso debe quedarse sino que debe seguir aprendiendo y agregándole cosas a su juego. Que estén juntos es una circunstancia adicional y creo que va a ser una experiencia muy buena para ambos.
Con la 12, Blasi figura de la selección en el título de Caracas en 1981
"El Gastón", el mito
Blasi salió en las páginas de este diario infinidad de veces. En menor medida pero con más contundencia su cara ilustró títulos provinciales, nacionales e internacionales con la selección de San Francisco, Córdoba y Argentina, en su época como juvenil en La Voz del Interior y en El Gráfico. El Blasi de Sportivo Belgrano, el de Atenas, el de las selecciones era cosa seria. Era otra cosa. Era el jugador cordobés en los primeros cinco años de la década del 80. Hasta que un 2 de enero de 1982, agarró una moto, que no era de él, y se accidentó por Bv. 25 de Mayo llegando a la ex Fábrica Miliar.
Gastón se salvó de milagro, el politraumatismo de cráneo sufrido aquella vez quedó en el olvido pero golpeó con rudeza en el jugador de básquet.
Blasi dejaría el ámbito profesional, con 23 años, en 1987, con un subcampeonato de Liga Nacional en la mochila entre los logros más importantes a lo largo de su carrera.
-¿Qué recordás del accidente?
Pedí una moto prestada. Iba por 25 de Mayo hacia la Fábrica Militar y pasó. Yo no me acuerdo de nada, y los que me vieron dicen que pasó una camioneta o un auto y que me abataté, perdí el control y me fui al suelo completamente solo. Fue bastante tonto.
-¿Cuáles fueron las lesiones?
No llevaba puesto el casco. Tuve fractura de parietal izquierdo y se me paralizó el musculo del recto externo del ojo derecho. Estuve 16 días internado y sin poder moverme. Tuve que aprender a caminar de nuevo. Eso fue tremendo, cuando me dijeron que esperara la silla de ruedas yo intenté pararme, pero me sobrevino un gran mareo. Estaba con las piernas absolutamente sin coordinación.
-¿Te preguntaste alguna vez lo que hubiera sido tu carrera sin el accidente? ¿O tu carrera si no te hubieras retirado a los 23 años?
Nunca me lo planteo, te soy sincero y nunca me lo planteé por el hecho de que la situación que yo viví fue muy difícil y tuve la suerte de poder sobrellevarla y poder continuar una vida normal. Fue milagroso. Estuve muy cerca de tener muchos problemas entonces. Lo que sí, hasta el día de hoy, me siento jugador de básquet. Te digo que entro a la cancha de San Isidro a ver un partido y mientras veo la entrada en calor tengo ganas de saltar las vallas, agarrar una pelota y tirar al aro; es una sensación increíble, no se pierde nunca, pero nunca me planteé que podría haber pasado. Inclusive lo relaciono con lo que siempre se dijo que Marcelo Milanesio llegó a ser lo que fue porque yo dejé de jugar. Marcelo llegó a ser lo que fue por él. Hay un detalle que no se conoce, que es que yo a los cuatro días de mi accidente tenía que viajar a Buenos Aires a concentrar con la Selección Argentina y llevaba el sí de mis padres para dárselo a Obras Sanitarias. O sea que yo no iba a jugar más en Atenas. Lo digo para que se sepa cómo fue la realidad de la historia, porque se tejen conjeturas y en parte me gusta, me divierte, pero Marcelo iba a lograrlo por sus propios medios, porque él podía.
-Pasa que lo dijo Marcelo Milanesio...
Con Marcelo tenemos una relación muy especial. Lo conozco desde los 11 años, fuimos a jugar con Sportivo un encuentro de minibásquet en Hernando y de casualidad me tocó parar en la casa de él, no por él, sino por Mario. Ahí comenzó la relación, después de un encuentro como esos donde estas en la casa de una persona como invitado por tres o cuatro días la relación perdura. Nos encontrábamos siempre en torneos en diferentes lugares. Él llega a Atenas cuando yo ya estaba. Estuve entre cuatro y cinco meses sin poder entrenar, retomé los entrenamientos y empecé a transmitirle a él que ya era un jugador con mucha proyección, inclusive ya había sido convocado a selecciones nacionales, toda la experiencia que yo había vivido. Tuvimos y tenemos una relación fantástica, por eso él creo que valoriza toda esa etapa.
-¿Cómo es el momento en qué decidís dejar de jugar? ¿Cómo fue rehacer tu vida lejos de una cancha de básquet?
Esa decisión la tomé cuando en inicios del 87, cuando decidimos con el club que yo no siga en Atenas. Yo en ese momento estaba estudiando Ingeniería, había empezado a estudiar en el 81. En el 87 me faltaba un año de cursado y tenía muchas materias para rendir. En ese momento era muy difícil pensar en vivir toda una vida con lo que uno ganaba jugando al básquet, yo jugaba porque me apasionaba y en ese momento lo que ganaba era para el departamento, la comida y ponele 8 mil pesos por mes. Para un chico de mi edad era increíble porque en ese momento había muy pocos jugadores que ganaban un dinero importante, que es insignificante con lo que se maneja actualmente. Era difícil proyectar una vida siendo jugador de básquet, y yo veía que en Atenas no tenía ya tanta cabida. De todos modos tenía decidido terminar la carrera e irme a Italia a trabajar.
-¿Cómo fue la vida fuera del país y la vuelta?
En Italia tuve dos años de experiencia fantástica a nivel laboral, cultural, de pareja, que me permitió crecer mucho en poco tiempo. Donde yo vivía había un club que jugaba en la cuarta categoría del básquet italiano. Yo trabajaba en una empresa que hacia sistemas automáticos robotizados para control de calidad y por la reglamentación de la categoría no permitían la figura del oriundo, pero como era allegado al club estuve trabajando como asistente técnico del equipo. Cuando vuelvo de Italia, en el año 92, empiezo a trabajar acá y me quedaba un tiempo libre. En esos años, Marcelo estaba muy bien con una escuela de básquet en Córdoba y en un viaje que yo hago para allá me lo encuentro. Me cuenta y me embala, entonces vine para acá y hablé con Gabi Andrés, Pablo Grosso y Gabriela Calcagno y armamos un equipito, pusimos una escuelita de básquet que funcionaba en Unión Social, y eso funcionó casi dos años, teníamos chicos de 5 a 12 años, fue una muy linda experiencia de formación. En esos años me vienen a hablar de Almafuerte de Las Varillas que jugaba el Provincial de clubes, yo estaba trabajando, y lo que me ofrecían para jugar me servía bastante y acepté hacer un esfuerzo, y lo fue, porque viajaba a entrenar dos o tres veces por semana y fue una experiencia muy interesante porque con ese equipo logramos ganar el Provincial y fue importante para el club. Fue ahí que colgué los botines oficialmente.
Su último año como jugador de Atenas. El carnet de jugador de Blasi
Blasi, que recuerda con mucho afecto además su etapa como jugador del Colegio San Martín, su escuela y con la que fue campeona intercolegial a nivel provincial, tiene un momento para recordar su paso formativo por Sportivo Belgrano, club que lo formó como deportista y ser humano y cuya cancha de cemento y al aire libre (hoy no existe más) fue su lugar de juego preferido. Gastón no ve con resentimiento que no se juegue más al básquet en Sportivo, sino que dice que él es quizás uno de los responsables de no haber mantenido viva a la disciplina por barrio Alberione.
Blasi saluda amablemente cuando dejamos su oficina y queda la sensación de que quedaron muchos temas por hablar, para ayudar a conocer al otro Gastón. Que hablamos mucho de básquet. Quizás sea porque Blasi es sinónimo de eso y con los sinónimos pasa eso.