Exportaciones y reducción de la pobreza
No se trata de replicar exactamente el modelo agroexportador de los primeros años del siglo pasado. Sí de potenciar el comercio de la materia prima que el país es capaz de producir, acompañado por la diversificación de productos y mercados e incorporar valor agregado. Nuestra editorial de hoy.
En el marco de la discusión que ha comenzado sobre las reformas y los consensos necesarios que ha lanzado el gobierno nacional, un comentario de un periodista especializado en economía puso el foco en un aspecto no resaltado en la mayoría de las crónicas sobre el tema: la necesidad de que el comercio internacional se fortalezca y desarrolle en el país.
El propio presidente Macri, cuando presentó estas iniciativas de reforma, sostuvo que "no hay manera de salir de la pobreza si la Argentina no se convierte en un país exportador". La frase no fue tomada como una de las más importantes de su discurso por casi ningún medio de comunicación. Sin embargo, la escasa capacidad exportadora de la Argentina actual es, para muchos economistas, uno de los obstáculos centrales que impiden el crecimiento y la reducción de la pobreza.
El aludido comentarista económico sostiene además que pese a haber pronunciado esta frase, las medidas anunciadas no la contemplan tampoco. Esto significa que no solo los medios de comunicación no dieron relevancia a este concepto presidencial, sino que tampoco los funcionarios que presentaron los proyectos lo atendieron. En ellos, "hay muy poco que apunte a que el país pueda incrementar sus ventas al exterior de manera significativa", sostuvo el periodista Marcelo Zlotogwiazda.
En este punto, variadas tesis económicas ponen el acento en la relación existente entre el crecimiento de las exportaciones de un país y la reducción de la pobreza, objetivo declamado como central por el gobierno nacional. Los saldos negativos de la balanza comercial y la excesiva dependencia de países que requieren granos son algunos de los desajustes que la Argentina viene padeciendo desde hace décadas. Con vaivenes, es cierto, pero nunca consolidando un perfil exportador sustentable.
Sin comercio no hay posibilidad de crecimiento económico. Y sin este crecimiento, la reducción de la pobreza se transforma en una utopía. Un país que se precie de exportador genera en su interior empleos productivos y de calidad, se acrecientan los recursos fiscales que permiten atender las emergencias sociales y aumenta la posibilidad de que los sectores más vulnerables pueden tener mejor acceso a los servicios, a la educación y a la salud, entre otros aspectos. En definitiva, el comercio exterior es tal vez el vehículo más eficaz para la creación de oportunidades.
No se trata de replicar exactamente el modelo agroexportador de los primeros años del siglo pasado. Sí de potenciar el comercio de la materia prima que el país es capaz de producir, acompañado por la diversificación de productos y mercados e incorporar valor agregado.
Además, se requiere que exista una penetración equilibrada en materia de comercio exterior con variedad de productos y servicios que se ofrecen al mundo. Claro que para ello será imprescindible eliminar distorsiones y restricciones, además de establecer reglas duraderas en materia de tipo de cambio, algo que la historia económica argentina no ha podido todavía consolidar.
El presidente dijo una verdad incontrastable. Sin un perfil exportador, sin una estrategia agresiva en materia de comercio exterior, la pobreza será difícil de bajar. Lo que no queda claro es si las medidas anunciadas por el gobierno nacional se encaminen hacia esa dirección.