El terrorismo de los “lobos solitarios”
El fenómeno del terrorismo es una amenaza permanente para las sociedades que pretenden vivir en libertad. A la violencia irracional se le adosa el fanatismo religioso, convirtiendo a las personas en dispositivos útiles para sembrar el miedo y cometer aberrantes crímenes contra miles de víctimas inocentes.
El último atentado de Londres volvió a establecer con precisión que son muy pocas las oportunidades de estar siempre a salvo del accionar del terrorismo internacional. Los ataques simples concretados por un solo individuo se han transformado en la nueva modalidad y han generado zozobra creciente en los aparatos de inteligencia y las fuerzas de seguridad.
El fenómeno del terrorismo es una amenaza permanente para las sociedades que pretenden vivir en libertad. A la violencia irracional se le adosa el fanatismo religioso, convirtiendo a las personas en dispositivos útiles para sembrar el miedo y cometer aberrantes crímenes contra miles de víctimas inocentes.
Por cierto, la vieja y orgullosa Europa es uno de los espacios preferidos por estos atacantes. La repercusión que se logra cometiendo bárbaros atentados es mucho mayor en el mundo, en virtud del desigual flujo informativo del sistema de comunicación internacional. Pero debe recordarse que no es el único ámbito en el que se producen este tipo de sucesos puesto que en países asiáticos o africanos las matanzas se suceden y son más graves aún.
De todos modos, el atentado en el puente de Westminster permite establecer que nadie está a salvo de los ataques indiscriminados. Y demuestra que ha mutado sustancialmente el modus operandi del terrorismo internacional. En una primera etapa, se podía identificar con claridad a las organizaciones. Una sigla (ETA, IRA, por ejemplo) bastaba para saber de quiénes se trataba y sus propósitos tenían que ver con luchas ideológicas o reclamos por soberanía, entre otros.
Luego, el fundamentalismo se instaló en los gobiernos de algunos países, especialmente musulmanes. Y allí comenzó una nueva etapa, quizás con los atentados que se cometieron en la Argentina. La irrupción de Al Qaeda dio paso posteriormente a los magnicidios terroristas. Pero la reacción de las potencias obligó a este grupo a generar lo que se llamó las "células dormidas", grupos pequeños que actuaban de manera inesperada, luego de haber permanecido mucho tiempo "en reposo".
Finalmente, Ejército Islámico aprovechó el fenómeno de los nuevos dispositivos de comunicación para extender su influencia y así perforar las mentes de miles de personas, en su mayoría jóvenes sin perspectivas ni horizontes como consecuencia de los problemas sociales y económicos que acechan a muchas regiones del planeta. Nacieron así los "lobos solitarios". Que, al decir del periodista Claudio Fantini, ya no necesitan manejar conocimientos sobre cómo armar explosivos o manejar de manera correcta mortíferas armas de fuego. Sólo se requiere que sepan manejar, para utilizar vehículos como instrumento de destrucción y muerte.
El terrorismo individual, si cabe el término, es la nueva modalidad. Pero no es menos peligrosa porque se torna difícil de detectar y porque usa para matar elementos que son habituales en cualquier ciudad del mundo. El desafío será, entonces, encontrar el modo de combatir este fenómeno, porque se impone asegurar la vida y la libertad, valores esenciales para la vida humana.