El problema no son las Paso, sino las actitudes
Las Paso serían un gran instrumento si se respetara el espíritu democrático que conllevan. La herramienta no es la culpable de esta situación que desvirtúa totalmente su sentido. Las culpas están en quienes pretenden utilizarla para mantener prácticas caudillistas y de la vieja política, alejándose cada vez más de los verdaderos intereses del pueblo y debilitando a las instituciones democráticas con sus conductas.
Con aval del Gobierno nacional, la Unión Cívica
Radical presentó un proyecto de ley que busca suspender las Primarias Abiertas,
Simultáneas y Obligatorias (Paso) en las provincias donde no haya competencia
interna, con el argumento del alto costo. La propuesta ingresó al Congreso
luego de que el gobernador radical de Mendoza, Alfredo Cornejo, afirmara que
sería "sensato" suspender las primarias, y de que en la reunión de
Gabinete que este lunes encabezó el presidente Mauricio Macri se abordara el
tema.
La iniciativa para suspender las Paso fue presentada por la diputada nacional Gabriela Burgos y buscar reformular el artículo 19 de la Ley N° 26.571 de Partidos Políticos, sancionada en 2009 y que las regula. En la propuesta se agrega un párrafo para especificar que en el caso que no exista pluralidad de listas que compitan en forma interna dentro de los espacios políticos para los cargos nacionales, no se llevaran a cabo las internas. Además, aclara que si existe más de una lista para algunos de los cargos en disputa, solo se realizarán las elecciones en el distrito correspondiente para definir esas categorías y no para el restante de cargos nacionales.
De este modo, volvió a reinstalarse el debate sobre la conveniencia de llevar a cabo elecciones primarias simultáneas y obligatorias cuando no se dirimen candidaturas en casi ningún espacio político, salvo en contadas excepciones distritales.
La discusión no es nueva. Cada vez que deben renovarse autoridades nacionales sale a escena esta cuestión. Se pone el foco en el costo millonario que tiene organizar una compulsa electoral en todo el país, pero no se analiza con la misma fuerza la debilidad de un sistema político en el que las candidaturas no son dirimidas en comicios internos sino, en su gran mayoría, digitadas por los principales dirigentes.
En ese sentido, allá por 2017, ante una situación similar, el obispo de San Francisco se había preguntado sobre el sentido de las internas obligatorias que no definen candidaturas. Esa misma lógica es avalada por los funcionarios nacionales hoy y también por buena parte de la ciudadanía. Pero centrar la mirada en el presupuesto que debe erogarse para su realización significaría achicar el horizonte de la discusión. El problema no son las Paso, sino las actitudes de gran parte de la dirigencia política que defiende el concepto de que las primarias garantizan la pluralidad y el derecho de la ciudadanía, pero que impulsan con firmeza la conformación de listas únicas para evitar cualquier eventualidad o sorpresa que ponga en peligro sus ambiciones de poder.
Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias serían un gran instrumento si se respetara el espíritu democrático que conllevan. La herramienta no es la culpable de esta situación que desvirtúa totalmente su sentido. Las culpas están en quienes pretenden utilizarla para mantener prácticas caudillistas y de la vieja política, alejándose cada vez más de los verdaderos intereses del pueblo y debilitando a las instituciones democráticas con sus conductas.