El legado del pobre de Asís
La ciudad honra hoy a su patrono. Hacer honor a San Francisco, el nombre que nos identifica, es también aprender de la herencia dejada por el santo de Asís.
La ciudad celebra hoy su fiesta patronal. En tiempos vertiginosos como el que corre actualmente quizás no se encuentren espacios para la reflexión acerca de orígenes, sentidos y experiencias de una comunidad a lo largo de la historia. Pero esta comunidad lleva un nombre especial: San Francisco. No es hoy trascendente el motivo por el que el fundador José Bernardo Iturraspe la llamó así. Lo importante es que se llama así. Y que en su fiesta patronal rinde evoca a uno de los más grandes personajes de la historia universal, San Francisco de Asís.
Más allá del costado eminentemente religioso de esta celebración, el legado del joven que dejó todo para volver a edificar la Iglesia de Cristo -tal fue el mandato que recibió, según se relata en uno de los tantos episodios de su vida-, tiene dos aristas centrales. Por un lado, su cercanía con los pobres y su ejemplo de austeridad y humildad que escandalizó en su tiempo a los poderosos y todavía hoy interpela conciencias. Por el otro, el profundo respeto por la naturaleza. Quizás Francisco haya sido el primer gran ecologista, un adelantado en la materia hace más de ocho siglos.
Su ejemplo de desprendimiento total y entrega hacia los demás es un testimonio de vida estremecedor. Cuestiona con su ejemplo un modo de vida en el que la ostentación y el dinero se transforman en valores perseguidos por buena parte de los seres humanos, confundiéndose así los modos de vivir y de pensar. El pobre de Asís denuncia con claridad esta situación. Muchos siglos después, su mensaje recobra vigencia absoluta al repararse en el escándalo que significa la existencia de millones de personas en el mundo que viven en condiciones misérrimas.
La "locura" del santo patrono también se reflejó en su amor incondicional hacia el orden natural. Se adelantó ochocientos años a la aparición de la conciencia ecológica. Los peligros ambientales son conocidos y su enumeración puede llevar a un listado casi interminable. En este marco, el legado de Francisco es contundente: respeto y conservación de todo lo que pertenece al ámbito natural.
Como si esto fuese poco, hace algunos años, en esta columna se reflejó también su vida activa y su ímpetu por cambiar la realidad que lo rodeaba. "Su vida fue acción: ayudó a los pobres, a los necesitados, trabajó codo a codo con ellos. No se dedicó a contemplar el mundo, laboró para mejorarlo. En este marco, la virtud del trabajo ha distinguido siempre a nuestra comunidad. Honrar al Santo de Asís significa también mantener vida esta característica tan particular de nuestra comunidad", se publicó.
La ciudad honra hoy a su patrono. Hacer honor al nombre que nos identifica es también aprender de la herencia dejada por el santo de Asís.