El drama de la desigualdad latinoamericana
Es difícil entender cómo desde los gobiernos se apela demagógicamente -casi sin excepciones en el continente- a la protección de los sectores más débiles de la población y a la reducción de la pobreza mientras que los datos estadísticos provenientes de organismos fiables van en la dirección contraria.
El hambre, la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el
sobrepeso y la obesidad afectan más a las personas de menores ingresos, a las
mujeres, a los indígenas, a los afrodescendientes y a las familias rurales de
América Latina y el Caribe, según un nuevo informe de Naciones Unidas.
El Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, difundido recientemente, se centra en el vínculo entre la desigualdad económica y social y los mayores niveles de hambre, obesidad y malnutrición de las poblaciones más vulnerables. Y demuestra que América latina continúa, pese a todos los discursos en contrario emitidos por los gobernantes de los distintos países, la zona del mundo de mayor desnivel de ingresos entre sectores de la población, al tiempo que esto genera enormes desequilibrios.
Según la ONU y la FAO, el hambre afecta a 39,3 millones de personas, el 6,1 por ciento de la población regional. Entre 2015 y 2016, el número de personas subalimentadas creció en 200 mil personas. Entre 2016 y 2017, el incremento fue de 400 000; esto muestra que la velocidad del deterioro está aumentando. Al mismo tiempo, la desnutrición va de la mano con la inequidad económica y social, especialmente en Centroamérica.
Es difícil entender cómo desde las tribunas gubernamentales se apela demagógicamente -casi sin excepciones en el continente- a la protección de los sectores más débiles de la población y a la reducción de la pobreza mientras que los datos estadísticos provenientes de organismos fiables van en la dirección contraria. De otra manera, ¿cómo podrán las autoridades de las naciones latinoamericanas explicar que casi el 10% de la población vive en estado de inseguridad alimentaria y que en diez países el 20 por ciento de los niños más pobres sufren tres veces más la desnutrición crónica que el 20 por ciento más rico?
En este marco, un nuevo fenómeno asoma como preocupante. La obesidad es pandemia ya en el continente latinoamericano. Los datos lo confirman: casi uno de cada cuatro adultos es obeso. El sobrepeso afecta al 7,3 por ciento (3,9 millones) de los niños menores de 5 años, una cifra que supera el promedio mundial de 5,6 por ciento, indica el informe. "La obesidad está creciendo descontroladamente. Cada año sumamos 3,6 millones de obesos a esta región. 250 millones de personas viven con sobrepeso, el 60 por ciento de la población regional. La situación es espantosa", dijo el Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué.
Parece una contradicción. Mientras gran parte de la población vive con hambre, otra porción importante sufre la obesidad como principal problema de salud. Pero la explicación es clara y se vincula con la desigualdad económica. Es que una de las principales causas del alza de la malnutrición en los grupos de población especialmente vulnerables son los cambios que han sufrido los sistemas alimentarios el ciclo de los alimentos desde su producción hasta su consumo- de la región. "Estos cambios han afectado a toda la población, pero sus efectos más adversos los sufren los sectores más excluidos de la sociedad, los cuales, si bien han aumentado su consumo de alimentos saludables como leche y carne, muchas veces deben optar por productos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, ya que tienen menor costo", dice el informe.
Los datos son elocuente demostración del fracaso de los gobiernos por reducir las desigualdades y hacer de América latina un lugar más vivible. Si bien existen amplias diferencias entre las naciones, lo cierto es que ninguna de ellas está exenta. Por más que sus gobernantes continúen proclamando lo contrario.