El aumento del delito en la ciudad

No se reclaman medidas mágicas. Hay demasiadas aristas y no menos cabos que atar. Pero se impone responsabilidad y convicción para restablecer las condiciones de una convivencia más segura y tranquila.
El jefe de la Departamental San Justo de la policía de la provincia admitió que San Francisco está viviendo un "incremento del índice delictivo". Y aseguró que en los primeros días de marzo arribarán a nuestra ciudad una cantidad aún no determinada de nuevos efectivos policiales egresados el año pasado para sumarse a las tareas de patrullaje y prevención del delito en el ámbito de nuestra ciudad.
El jefe policial reconoció que luego de las restricciones determinadas por la pandemia, los hechos de robo y vandalismo aumentaron de manera significativa. Y que, en ello, mucho tiene que ver la pérdida de los frenos inhibitorios que provoca el consumo de estupefacientes, lo que "en muchas ocasiones les impide (a quienes cometen delitos) comprender la criminalidad del acto" que están cometiendo. Al mismo tiempo, sostuvo que se están redoblando esfuerzos para revertir la situación.
Reconocer el problema es el primer paso en el problema para encarar el proceso que permita hallar las soluciones. Por fortuna, la máxima autoridad policial de la ciudad ha admitido que el crecimiento de la delincuencia es una realidad que angustia a la población. Y que, con más policías, cámaras y otras medidas, procurará revertirlo. Se trata de una actitud positiva que merece ser rescatada, puesto que, en el pasado, en muchas oportunidades las autoridades de las fuerzas de seguridad negaban de plano la existencia frecuente de hechos delictivos e intentaban disfrazar estadísticas para esconder la realidad.
Luego de la entrevista que el jefe de la Departamental concedió a este diario quedó patentizado además que la solución al problema de la inseguridad creciente debe responder a parámetros locales específicos y, para alcanzar éxito en este combate contra la delincuencia, se impone una mayor participación de la ciudadanía. La denuncia oportuna, el llamado al 101 cuando existe alguna sospecha y la generalización en todos los barrios de los grupos de mensajería instantánea formados en conjunto por vecinos y autoridades policiales son algunas estrategias deseables.
Al mismo tiempo, los antídotos para luchar contra el delito requieren la necesidad de que la política -en todos sus niveles- deje de considerar a esta temática como una piedra en el zapato. Como un asunto sobre el que es mejor no profundizar, salvo, claro está, en el momento en el que se anuncian medidas o se entrega equipamiento a las fuerzas del orden.
Por otro lado, las palabras del jefe policial ponen en escena una situación social muy delicada. El incremento de las adicciones, el impacto de la droga en las nuevas generaciones está haciendo estragos. La particular condición de "triple frontera" en la que nos ubicamos geográficamente ha generado un amplio mercado minorista en el tráfico de estupefacientes, así como la constatación de que algunas bandas con bastante poder se vienen asentando en este conglomerado urbano, lo cual es dramático y comienza a hipotecar el futuro de nuestras comunidades. En verdad, este problema exige esfuerzos mayores y urgentes de los que nadie puede ser ajeno.
Es de esperar que la llegada de más efectivos policiales en este mes de marzo sirva para ayudar a descomprimir la difícil situación que se vive. Pero no puede ser la única disposición para atenuar la ola delictiva que aflige a los vecinos. No se reclaman medidas mágicas. Hay demasiadas aristas y no menos cabos que atar. Pero se impone responsabilidad y convicción para restablecer las condiciones de una convivencia más segura y tranquila.